Siete décadas transcurrieron desde que Raúl Barboza puso por primera vez sus manos en un acordeón (en esencia, fue una "verdulera" la que recibió como regalo de su padre). A lo largo de ese recorrido, el músico cosechó innumerables elogios y galardones pero, por sobre todas las cosas, supo ganarse un respeto difícil de equiparar. Responsable de que el chamamé lograra reconocimiento en Europa y en ámbitos de la denominada "música culta", Barboza es un prodigio de la interpretación, un creador refinado que no pierde conexión con la esencia popular chamamecera. Esta noche, a las 21, Barboza volverá a pasear su talento en Rosario, en un concierto que se desarrollará en Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza) y que sumará a Nardo González en guitarra, Cacho Bernal en percusión y Roy Valenzuela en contrabajo.