DEPORTES
Fríos con Gorosito. ¿Qué virtudes debe reunir un entrenador para ganarse la simpatía de sus hinchas? Edgardo Bauza, que salió subcampeón en Central y lo puso al equipo entre los cuatro mejores de América, siempre encontró algún foco de resistencia en el Gigante de Arroyito por no haber ganado un sólo clásico como entrenador.
Miguel Angel Russo dirigió mejores planteles que el Patón, aunque la dimensión futbolística de su equipo nunca transcendió por su posición en la tabla. De igual modo, el triunfo ante Ñuls por 4 a 0, que no se completó por inferioridad numérica de los rojinegros, lo llevó a la glorificación auriazul al actual técnico de Vélez.
En ninguno de estos paradigmas se encuentra por ahora Néstor Gorosito, a pesar de que en su primer clásico el equipo de Pipo goleó a los del parque Independencia ofreciendo, por momentos, claras diferencias con el rival. Ayer volvió Gorosito al Gigante tras los 4 goles a Ñuls. Y el recibimiento no tuvo calor popular.
Una vez que todos los jugadores estaban en cancha y los suplentes en el banco, Gorosito fue un busca de su butaca a paso lento y con mirada al césped. Cruzó la cancha ante la indiferencia del estadio, que por entonces ocupaba su ovación para con el equipo y, en especial, el Chacho Coudet. Recién cuando se acercó a la platea que da a espaldas al banco de suplentes, Gorosito alzó la vista. Lo hizo por invitación de un tímido aplauso de los plateístas y saludó con su mano derecha en alto. De inmediato tomó asiento. Siguió y sufrió el partido como todos los simpatizantes. Y se retiró sin que nadie lo advirtiera. Minutos más tarde, en conferencia de prensa, Gorosito reconocía lo mal que había jugado el equipo en el segundo tiempo.
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