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Esta semana, hay argentinos que están haciendo reclamos laborales. Hay argentinos que están renovando sus plazos fijos. Hay argentinos que están diciendo que lo que hace el gobierno está todo mal. Hay argentinos que se oponen a la ley de medios. Hay argentinos que están haciendo gestiones para que el país vuelva a entrar al FMI. Hay argentinos que no quieren saber

nada con que el país vuelva a entrar al FMI. Hay argentinos que compran dólares, euros o incluso zlotys. Hay argentinos que dicen que nunca dijeron lo que dijeron, o que dicen lo que dijeron que nunca dirían. Hay argentinos que miran la televisión todo el tiempo, y repiten como loros los jingles disfrazados de opiniones. Hay argentinos que son juzgados por lo que hicieron, por lo que no hicieron, por lo que deberían haber hecho, o por lo que jamás deberían haber hecho. Hay argentinos que van al cine y hay argentinos que hacen cine, y del buenísimo. Hay argentinos que arrastran por este mundo la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. Otros que piensan que ahora vendrán caras extrañas a aliviar sus tormentos. Otros, que viven en una ciudad que tiene un puerto en la puerta y una expresión boquiabierta para lo que es novedad. Hay argentinos que piden “pan, paz y trabajo”, otros reclaman “sexo, joda y rock and roll”, otros “berro, soja y coliflor”, y no faltan los manifestantes por el “lifting, shopping, zapping”.

Hay argentinos que no descartan ser candidatos a presidentes, porque se creen condenados al éxito. Otros argentinos, en cambio, sienten que su voto no es positivo. Hay argentinos que confunden al “campo” con las entidades rurales, otros que confunden pluralismo con monopolio, otros que ven una revolución en cada café. Hay argentinos que buscan pareja, y otros que la ven como “un par detrás de la reja”. Hay argentinos acostados en un diván, solos, y otros, en una cama, acompañados.

Hay argentinos que sienten que los años pasan y nos vamos volviendo viejos. Otros salen a caminar por la cintura cósmica del sur, otros, que cuando están tristes eligen su cajita de música, otros que le dan su mano al indio. Están los que rezan. Los que pecan. Los que se rascan con ganas. Los que laburan como un buey, los que están fuera de la ley, los que viven la impostura, los que fanan en su ambición, los colchoneros, los rey de bastos, los caraduras o polizón.

También, los que leen suplementos de humor.

Y bueno, cada uno tiene su cábala, su manera de hacer fuerza para que la selección se clasifique, ¿no?