Sábado, 9 de enero de 2010 | Hoy
Por Rudy
Sí, lector, sí, empezó la nueva década, y todo se renueva... ¿se acuerda de aquellos tiempos menemistas, cuando don Carlos Saúl juró por la estratosfera, los menemtruchos y la convertibilidad que nos iba a llevar al Primer Mundo en Ferrari, nos guste o no? ¿Se acuerda de que muchos argentinos creían vivir en Miami, en Wall Street, en Europa o en el Caribe sin moverse de sus casas, que el dólar valía un peso, y lo más increíble, que el peso valía un dólar? ¿Se acuerda cómo terminó todo eso, cuando, poco tiempo después, don Carlos Saúl se “fernandizó” –porque el presidente parecía ser otro, pero el ministro de Economía era el mismo, uno que se llamaba igual que Sarmiento, pero nada que ver, nada que ver...–. ¿Se acuerda que en lugar de ir todos en avión al Caribe hubo uno solo que se fue en helicóptero? ¡Se acuerda de que el peso, en vez de un dólar, pasó a valer un patacón? O sea, que, lector, no estábamos en el Primer Mundo. No estábamos en Miami, ni en Europa.
Bueno, ahora tampoco estamos en Dakar. Algunos corredores del rally pueden pensar que sí..., dejémosles que lo crean, por unos días, pero nosotros –¡ojo al piojo!– sabemos que estamos más cerca del tango o la zamba que del “pata pata” (¿se acuerda?).
Quiero decir: es posible, incluso aceptable, ya que falta poquito pal carnaval, que nos disfracemos de Dakar por unos días, que digamos que en octubre de 1492 Colón llegó a Africa creyendo que llegaba a las Indias, que somos latinoafricanos, que nosotros somos “Africa del Sur” y los EE.UU. son “Africa del Norte”, y que Dios es “dakarense”, y que de la mano de Diego, Dakar va a salir campeón en nuestra vecina Sudáfrica, dentro de unos meses. Hasta podemos leer con interés la polémica entre el Gobierno y el Banco Central de Dakar.
Todo muy bien, pero no olvidarnos que es “de mentiritas”, que es por unos días, hasta que termine el rally. Y que no debemos ofendernos después, si algún corredor dice “en ningún lugar del mundo se come tan bien como en Dakar”, o “ las mujeres más lindas del mundo, están... en Dakar”. Habrá que bancársela piolas, porque, como dicen en Dakar, “el calavera no chilla”. Pero está bueno, muy bueno, que nosotros sí sepamos dónde estamos, para no despertarnos una mañana sin entender dónde llegamos, como le pasó a Colon, al peso, al Primer Mundo, y a todos los que creían que estaban en Miami, a dos cuadras de Zimbabwe.
Hasta la semana que viene, lector ( ¿se saluda así, en Dakar?)
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