Lector, lector, se terminó el carnaval, y el mundo sigue andando. Yo sé que ahora vendrán caras extrañas, y uno no puede decir “sacate el antifaz te quiero conocer, alegre mascarita que me miras al pasar...” ni mucho menos “tu risa me hace mal”, como decía el tango “Siga el corso”, porque, si lo dicen sus interlocutores en esta ocasión no lo van a entender, porque esto es castellano, pero aún si lo pudieran entender, no lo escucharían, ya que están muy lejos, allá en el mundo árabe, en medio de las protestas, o de la represión. Y no sé cómo se dice represión en árabe, pero debe ser una palabra muy fea, como lo es en cualquier idioma del mundo, incluso en las lenguas muertas.

La realidad es que en un montón de países del llamado “mundo árabe” la gente dijo ¡basta! (no sé cómo se dice en árabe) y ha echado a nadar, o al menos a protestar, a gritar “¡que se vayan, que se vayan!” (otra vez sabrá disculparnos el lector nuestra falta de poliglotismo); “¿que se vayan quiénes?”, podríamos preguntar, en nuestro castellano básico. Y ellos, quizás, entenderían el sentido, el lenguaje físico o psicológico de nuestra pregunta, y responderían: “¿Cómo quiénes?, ¡¡¡ellos!!!”. Y nosotros, que probablemente no entenderíamos ni jota (y el árabe parece ser un idioma rico en jotas, así que vamos mal), entenderíamos, casi sin pensarlo, quiénes son ellos. Quizá porque hace 40 años cantábamos también “que se vayan ellos”. O porque hace 10 se cantaba “que se vayan todos”, o porque ahora, en este particularísimo momento de la historia argentina, se podría cantar “si se quieren quedar, que se queden, pero que no embarren la cancha”. Se refieren a los que siempre se entronizan en el poder, sea desde el gobierno o desde la oposición, y lo quieren para ellos solos, sin compartir, sin debate, sin pregunta.

Esto pasó y sigue pasando en muchos países del mundo árabe, donde parece que “el pueblo quiere saber de qué se trata”. Esto también pasó en la Argentina, varias veces. Por suerte, en nuestro país parece que algo aprendimos. Quizás allá lejos, también. Todo está por verse.

Y nosotros, con todo el desoriente medio, hacemos chistes.

Hasta la semana que viene, lector.