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“Música porque sí, música vana, como la vana música del grillo/ mi corazón, eglógico y sencillo, se ha despertado grillo esta mañana” ¿Se acuerda, lector, de este poema de Nalé Roxlo, que junto con el “Llora llora urutaú/ en las ramas del yatay” de Guido y Spano, y algún otro, constituyeron los “Hits” de la escuela primaria, para toda una generación?

Bueno, mañana domingo, en esas mismas escuelas primarias, en esas mismas aulas donde supimos recitar a Germán Berdiales y cantar “Yergue el Ande su cumbre más alta”, cuando no entendíamos la primera estrofa del himno a San Martín, en ese mismo sitio, vamos a cometer otro acto, no sabemos sí poético, pero al menos claramente cívico. Y quizás el acto de mañana nos implique un mayor compromiso y concentración que aquellos poemas infantiles, ya que, acá, si nos equivocamos, no vamos a tener una mala nota, sino cuatro años de... de lo que sea.

Los porteños elegimos gobernador y, es cierto, no estamos muy duchos en el tema. Porque hasta 1994 el gobernador, llamado entonces intendente, lo elegía una sola persona, el presidente de la República, a quien –es cierto– habíamos elegido entre todos... a veces.

Pero ahora no le podemos echar la culpa a nadie. Hay como diez o tal vez más candidatos. Propuestas de todos los colores, sabores y olores. Variedad de ideologías, o de falta de las mismas. Promesas para todos los gustos y para todos los disgustos.

Y además vamos a elegir comuneros. Por primera vez. Y los que no sabemos qué quiere decir eso, los vamos a elegir igual.

Vote bien, lector, que usted sabe. Si hace 24 años que nos sostiene a nosotros haciendo este suplemento, quién puede negarle su trayectoria, eligiendo, al menos, con quién reírse.

Y si esta vez se equivoca, la semana que viene le damos otra oportunidad... Lo único que podemos prometerle es que vamos a seguir haciendo chistes ¡para usted!

Hasta la semana que viene.