› Por Rudy
¿Cómo le va, lector, cómo está?, ¿contento, como el 50,1% de los que votamos el domingo pasado? Porque el domingo pasado hubo elecciones. Iba a ser el Día del Niño, pero no. Al final hubo elecciones primarias, y el Día del Niño es mañana. Y eso que los niños no votan, así que podrían haber tenido su día lo más tranquilos, mientras los adultos votábamos. Pero no, parece que la cosa no es tan así, que está bueno que los adultos participemos del Día del Niño, les hagamos regalos, los felicitemos en su día, los mimemos, y los sumemos (dirían Les Luthiers).
Y también está bueno que los niños hayan participado de nuestras elecciones. De última, los niños siempre sufren o disfrutan de las consecuencias de nuestras elecciones, desde el nombre que les ponemos, el lugar que les damos, las oportunidades que les ofrecemos, el país, y el mundo, que preparamos, o sostenemos, o sufrimos, para ellos, y también para nosotros, no lo voy a negar.
Mírenlo si no a Ricardito: ¿Cuántos de sus votos no serán en realidad de su papá? ¿Ah, que el papá tenía muuchos más votos que él? Y bueno, capaz que el resto de los votos se los dejó a sus hermanos, o puede ser que a muchos de los votos les haya llegado la fecha de vencimiento, o... quién lo dice, se los hayan robado otros candidatos. ¡¡Claro, no vieron que él hizo toda su campaña basado en la inseguridad!!! ¡¡Seguro que había un mensaje sublingual... ay, quise decir subliminal, perdón... y que se estaba quejando de que le robaron sus votos!!
Y mírenlo a Hermes, todos sus amigos dicen: “¡¡¡Cómo creció, cómo creció en cinco semanas!!!”, y esperan que para octubre “pegue el estirón” (por favor, no me malentiendan, no quiero tratarlo ni a él ni a nadie de infantil, ni mucho menos de adolescente, solamente me llama la atención la terminología que usan).
Lilita, bueno...., ella empezó. Ella se puso Lilita. Y se puso a contarnos a todos sus sueños infantiles: “Soñé que venía una tormenta terrible, y un huracán, y un ciclón, y un terremoto, y después, unos dinosaurios me querían comer, pero yo los comía a ellos, y entonces el gobierno me perseguía por atacar a especies extinguidas y....”, ¡los chicos sueñan esas cosas, y peores, ¡pero nadie les pide que lo cuenten por televisión en programas políticos! Ella dice que tiene la culpa de la derrota, pero no es cierto, si “los grandes” le hubieran dicho: “tranqui, Lilita, que es un sueño, una pesadilla”..., otra cosa hubiera sido.
¿Y Eduardito? Uy, se creyó que como la esposa se llama Chiche, todos los chiches iban a ser para él. Y al final el regalo no le gustó. Claro, es lógico, si tus papás te prometen una plaihteishon, un ipad y una compu, y te terminan regalando un balero y un yoyó..., no te va a gustar. Pero no porque el balero y el yoyó sean feos, sino porque esperabas otra cosa. Y entonces le echás la culpa al chico de al lado, o a tus primos, y como vos estás muy enojado, pero no querés admitirlo, creés que los que están enojados son los demás. ¡¡¡Un psicoanalista, ahí!!! ( parafraseando al papá de Ricardito).
Bueno, lector, festeje el Día del Niño, las elecciones, San Martín, y todo eso junto, o lo que usted desee festejar. Y todo eso con nosotros, como desde hace casi 24 años hacemos todos los sábados.
Hasta la semana que viene, lector.
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