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¡Gingle bells, gingle bells, gingle all the waaaaaay....!” “No llores más mi guagüita, que llega la Navidaaaaad... Noche de paz, noche de amor, Tomá Luis, mañana es Navidaad...” “Todas las voces, todas, todas las manos, todas, todos los pan dulce, todos, toda la sidra, toda, todos los turrones, las nueces y las avellanas, todos los pavos, los lechones y los vitel tonés, todos los pollos todos, todos unidos triunfaremos, y como siempre daremos, un grito de corazón: ¡es Navidad, es Navidad!”

Hic, lector, me parece que se fue la mano, o mejor dicho la copa, antes de tiempo. Pero es que a esta altura del año uno ya no sabe ni a qué altura del año está. Se vienen las fiestas, el solsticio de invierno y el “desequinoccio de ajuste” en Europa. Y acá, en la cintura cósmica del Sur, empezamos el nuevo año mirando con asombro cómo los europeos prueban el sistema que hace 10 años nos hizo tener cinco presidentes en 10 días a los argentinos.

¡No entiendo! ¿No era que nosotros éramos los Conejillos de Indias del ajuste? ¡Y si salió tan mal, por qué lo vuelven a hacer ahí? ¿O no salió mal? (Decía Bertolt Brecht: “Se rió porque no le acertaban, no se dio cuenta de que tiraban a errarle”.)

Festejemos, lector, festejemos, escribámosle a Papá Noel, a Los Reyes, los senadores, los diputados, los gobernadores, los intendentes, para que todos nos regalen un año mejor. O, al menos, que nos presten uno. Seamos realistas, pidamos pan, paz, trabajo, soja, sexo, cine, café, charlas, salud, amor, libertad, igualdad, fraternidad, mate, humor, rock, tango, que salga campeón nuestro equipo de fútbol (o que no descienda, según el caso), dulce de leche, viajes, brindis, asaditos, queso gruyere, encuentros, estar cerca de las personas que queremos, que las redes sociales no nos compliquen la vida cada vez que cambian el sistema, ser personas y no perfiles, tener amigos y no contactos, poder diferenciar lo importante y no angustiarse al dope, besos, abrazos, mimos, siestas, y otra vez sexo (una sola vez era poco, lector).

Y a usted, no le pedimos nada. O sí, le pedimos que tenga un buen año. Y que a la hora de los brindis nos incluya entre los que lo acompañan por la vida, tal como usted nos acompaña a nosotros, sábado a sábado.

¡Salud, lector!

Hasta la semana que viene.