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¡Lector, lector, estamos en marzooo! Era el primer mes de los romanos, si no me equivoco también para los chinos, y no faltará alguna otra civilización que con tal de llevarnos la contra, empiece su año este mes, o en julio, o en abril. ¡Pero no hace falta irse tan lejos! Seamos sinceros, lector, hablemos a calzón quitado, o al menos “casual”, “elegante sport”, “de entrecasa” o “con batón”.

Sáquese ese disfraz de Batman que le quedó del Carnaval, y dígame: para usted, ¿cuándo empieza el año de verdad? ¿Cuándo empieza ese taller de filosofía mineralógica que anduvo postergando todo este tiempo? ¿Cuándo comienza la dieta? ¿En qué momento decide volver a recostarse en el diván para resignificar su vida? ¿Cuándo vuelve a meterle duro y parejo a las abdominales, el remo, las flexiones? ¿Cuándo reserva el horario central de la tele para no perderse un solo capítulo de las novelas? ¡En marzo, lector, en marzo! ¡Todo pasa en marzo en este país!

Marzo es el mes en el que cambia, todo cambia... Es el mes en el que empiezan las sesiones legislativas, en el que la política vuelve de vacaciones (y la economía, su consorte, si es posible que se quede un poquito más descansando, digamos... ¿unos días, unos meses, unos años, unas décadas?).

Y en marzo empiezan las clases. Bueno, en realidad el 28 de febrero, pero usted vio cómo es ahora: los feriados se pasan al lunes. Bueno, con el mismo criterio, marzo se pasa al 28 de febrero...

Por eso mismo, este suplemento, respetuoso de nuestras más selectas tradiciones y costumbres, trata el tema con la delicadeza, la sutileza y el gracejo que nos caracteriza. Es un suplemento de reencuentro con nuestros lectorcitos y lectorcitas.

Hasta el sábado, lector.