Sáb 16.02.2013
satira

Hoy Sátira Hoy

› Por  Rudy

La verdad, lector, tengo fiaca. Tener que escribir esta nota me dio “cosita”, y me dije: “¿Y si la escribo mañana?”. Y cuando ya estaba casi convencido de que mañana iba a ser un día mucho más oportuno, apto y eficiente para que yo escriba esta nota, ese superyó maldito que todos tenemos, y que nunca descansa, se disfrazó de mí mismo y me preguntó: “Y decime, Rudy, ¿quién te puede asegurar que mañana no vas a tener tanta o más fiaca que hoy mismo?”.

La verdad es que no me gusta que mi superyó se disfrace, ni que me tutee, ni que reclame cosas y, mucho menos, que me gaste. Porque, la verdad, para eso ya está el resto de la gente, ¿por qué ahorrarles el trabajo a ellos y hacerlo yo? ¿Quieren hacerme laburar? Muy bien, laburen ustedes de eso, van a ver que tampoco les gusta, que les va a agarrar tanta modorra como a mí y que vamos a terminar todos bajo la sombra de un ciprés, o de una sombrilla, o de un aire acondicionado, disfrutando de una picada, una copa, buena compañía y charla divertida.

“¡Rudy, tenés que hacer la nota, como todas las semanas!”, me dijo mi yo interior, y a ése tampoco lo banco. Si está tan feliz en el interior, dependiendo y siendo mantenido por mi yo externo, ¡que se la banque! ¡El se dedica a sugerir, presionar, recordar, y el que tiene que hacer todo soy yo! ¡Mejor que decir es hacer, mejor que decir es hacer! Digo, y no hago.

Me pregunto si de verdad por esta semana el suplemento no podría salir sin mi nota. “Dale, hace 25 años que hacés la nota todas las semanas, ¿quién se va a dar cuenta si una semana no está?” Eso me asustó. ¡Qué jodido! En vez de convencerme para no hacerlo, me hizo agarrar el teclado a toda velocidad y escribir 54 líneas sin sentido alguno, pero parecía que estaba trabajando, y mucho.

Entonces me tranquilicé, porque esa vocecita jodida se había ido a jugar, supongo, y me relajé. “Dejá la nota, después la hacés, ahora ponete a pedalear un poco en tu bicicleta fija, que te hace tan bien al metabolismo.” ¡Uhhhhh! Yo me quería relajar, quería descansar, no cambiar una obligación por otra mucho más calurosa, aeróbica y otra vez calurosa, en esta tarde de sensación térmica, sensación térmica... ¡No sé, mejor ni lo averiguo! Además, ¿para qué saber cuántos grados “parece que hace” si uno los sufre igual, sin saberlo o sabiéndolo? Y además da fiaca.

“¡No dejes para mañana lo que puedes dejar para el año que viene!”, me decía otro de mis matices, tal vez uno que quedó ahí desde la adolescencia, que no se fue de mi cabeza porque... le dio fiaca.

“¡Esto no puede ser!”, me dijo mi yo-obsesivo. “¿Qué es lo que no puede ser?”, le respondió mi yo-recién llegado de sesión. “Uy, no sé, con esa pregunta me desestructuraste todo, y me da mucha fiaca averiguarlo, pero te prometo que la semana que viene, que tengo otra sesión, se lo pregunto a mi analista, si no me da demasiada fiaca hacerlo.

Al final pensé en usted, lector, que debe tener tanta fiaca como yo, y sin embargo toma este suplemento y lee la nota hasta el último punto. ¿Lo hace, no? ¿O usted es de los que leen los primeros tres renglones y “masomenos” adivina el resto? Capaz que usted dijo: “Desde hace 25 años lo leo todos los sábados, ¿quién se va a dar cuenta si este sábado no lo leo?”.

Querido lector, “hermano en la fiaca”, este suplemento es sobre eso mismo: sobre lo que queremos hacer, “pero no hoy”. Disfrútelo, aprovéchelo, ríase, hoy... o cuando las fuerzas lo acompañen.

Hasta la semana que viene.

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