› Por Rudy
¿Cómo le va, lector, qué tal esta semana? ¿Anduvo inaugurando metrobuses? Buenos Aires, decimos los porteños, es la ciudad que tiene “la más larga” y “la más ancha” del mundo. Ahora “la más ancha” festeja que faltan dos semanas para las elecciones con un chiche nuevo: el metrobús. Dicen (y ojalá así sea) que quienes lo usen se van a ahorrar una hora, lo cual está bueno, ya que el ahorro es la base de la fortuna. O al menos, la base impositiva.
¿Estuvo usted haciendo jingles electorales? Mire que “es el momento”: si usted es un joven argentino, tremendamente creativo, es capaz de hacer algo que no sea “más de lo mismo”.
¿Estuvo usted certificando sus ideas ante escribano público que dé fe de que tiene alguna? Mire que “las ideas no se matan”, y además se cotizan. Es más, hasta la falta de ideas, hoy en día, vale. ¿Sabe cuántos candidatos basan su campaña en “yo no soy como ése/a”? De todas maneras, cualquier cosa que le ocurra, certifíquela ante escribano, incluso la idea de “certificar todo ante un escribano”.
Pero quizá, quizá, quizá, estuvo o está usted pensando por quién va a votar en la PASO, dentro de solamente –sí–, solamente 15 días. Porque faltan solamente dos semanas, lector, dos números de Sátira, dos desayunos de sábado y ¡a votar, que no chocan los planetas!
Bueno, lector, es cierto, todavía faltan dos semanas, pueden pasar muchas cosas:
- Pino y Lilita pueden descubrir que son el uno para el otro, o el uno sin el otro.
- De Narváez puede escribir un jingle tremendamente creativo que diga “Francisco, de Narváez, justicialista y trabajador”, o bien que su ya consagrado “Massismo es más de lo mismo” gane varios Grammys, que no es lo mismo que obtener bancas en el Congreso, pero algo es algo.
- Massa puede conseguir el apoyo de los oficiatores o de los oposilistas, y lograr que Blumberg –¿se acuerda del inyeniero que no era ingeniero?–, quien decidió apoyarlo, cambie de idea y se haga oficialista.
- Cavallo puede conseguir que la gente se olvide de los ’80, los ’90 y los 2001, y se acuerde de votarlo. Una buena campaña sería “platos para todos y todas” destinada a traer a los científicos al país.
- Mauricio puede captar el voto “antisemita culposo” bajo la consigna: “Yo tengo un amigo rabino, y lo voto”.
- Donda y Prat-Gay pueden ir “juntos” a terapia, y así quizá consigan explicarse y explicarnos qué los mantiene unidos.
- Cobos puede lograr en los 15 días que faltan que haya un tremendo ascenso en la intención de voto no positivo.
- Ricardito puede... No, no puede.
- Altamira puede convencer a su grey de que si un milagro fue bueno, hace dos años, dos milagros son aún mejores. De hecho, hay varios partidos de izquierda que esperan milagros semejantes. Lo extraño del caso, aunque no tanto si conocemos a nuestra querida izquierda tradicional, es que todos esperan un milagro, pero cada uno espera un milagro diferente.
Se dará cuenta usted, lector, de que de aquí hasta que votemos muchas cosas pueden pasar. Que hay un montón de pibes y pibas que dentro de dos semanas van a ir por primera vez al colegio un domingo, para ejercer su derecho al voto a los 16, o a los 17.
Esta semana el FMI dijo que debería respaldarnos contra los fondos buitre, pero no lo van a hacer. ¿Será porque entre los Fondos se ayudan? ¿O será que el lema del FMI es “cada vez que algo es correcto hacemos lo contrario”? Lo cierto es que no nos va a ayudar, y que no sabemos si eso es bueno, o malo, porque, la verdad, cada vez que los del FMI nos “ayudaron” terminamos debiendo un palacio por cada cucha que nos compramos.
Pero esta semana, lector, lectora, esta semana de vacaciones de invierno, la posta, la precisa, la pomada, la justa, la papa está en otra parte. O mejor dicho “El” Papa está en otra parte.
Resulta que Francisco se dio el gusto que todos los argentinos adoramos: una semana en Brasil, recorriendo hermosas playas, rodeado de multitudes que lo adoran, con todos los gastos pagos, visitando sitios paradisíacos (no podría ser menos, siendo Papa), y también aquellos lugares a los que parece que no llegase la mano de Dios (no estamos hablando de Diego, en este caso).
¿Por qué Brasil? Es lógico y esperable: Brasil es el país con más católicos del mundo, y encima, unos cuantos se están convirtiendo al protestantismo. ¡Para Francisco es como si se hicieran hinchas de Huracán!
Y nosotros, lector, los que hacemos este suplemento, no podemos dejar de lado el viaje de nuestro Francisco, el Papa argentino, el Papa azulgrana, a Brasil. Y así lo asumimos, con chistes.
Hasta la semana que viene, lector.
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