Hoy Sátira Hoy
› Por Rudy
¿Cómo está, lector? ¿Festejando, celebrando, conmemorando, tomando para olvidar, olvidando para no tomar, preparándose para octubre, donde está el Día de la Diversidad, el Día de la Madre y el Día de las Elecciones?
Me preguntará usted, si lo hace, qué hay para festejar en estos días. Mucho, lector, mucho, muchísimo. Mire, para empezar, el lunes que viene es feriado, y si usted se permite conectarse con el niño que lleva adentro, piense en su infancia si “los feriados” no eran un motivo de festejo: no había que ir a la escuela, se podía dormir hasta tarde, jugar con los amigos, los primos, los
hermanos. Papá y mamá tampoco trabajaban ese día, capaz que lo llevaban a pasear, o a visitar a la tía Euripitea, o alguien traía empanadas, o había asado. ¡Feriado, lector, feriado!
Para continuar, hoy mismo, 17 de agosto, se conmemora (aunque
el feriado sea el lunes) el aniversario del fallecimiento de
don José de San Martín. ¡Pero –dirá usted– este tipo está loco!
¡¿Cómo voy a ponerme contento porque se murió San Martín?!
Lector, lectora, usted ya nos conoce, hace 25 años que venimos
juntos... ¡No nos ponemos contentos porque murió, nos ponemos
contentos porque vivió! ¡Nos ponemos contentos porque el General
San Martín fue una de las figuras (quizá la más) protagónicas en
la gesta que condujo a nuestra Libertad e Independencia. ¡Y no me
diga que no es para festejar, eso de ser libres e independientes!
¿O me va a decir usted que “no formar más parte del virreinato,
no depender más de España ni de ninguna otra dominación extranjera”
era “estar aislados del mundo”? No, lector, lectora ni
usted ni yo, ni San Martín, creerían eso jamás.
Y si lo duda, recuerde que cuando San Martín estaba en Chile,
de Buenos Aires le pidieron que volviera para enfrentarse a la rebelión
de Artigas, y él se negó, prefirió seguir luchando por la independencia
de Latinoamérica, antes que meterse en luchas intestinas
(delgadas o gruesas, según se vea).
Pero si esto le parece poco, hay más, lector, hay más. El domingo
pasado, el 11 de agosto, fueron las PASO. Las más primarias,
abiertas, simultáneas y obligatorias elecciones que hay. Y
entonces, si votamos ganamos todos, lector. Cada vez que votamos
decimos “prefiero éste, o ésta, o esto, o esta idea, o esta
cara, o esta promesa, o esta ilusión”. Incluso “esta mentira”.
¿Suena feo, verdad, lo de “esta mentira”? Bueno, pero es preferible
lo que uno elige, por falso que sea, porque si se da cuenta de
que eligió mal, puede cambiar. Lo impuesto, en cambio, es mucho
más difícil de sacárselo de encima. Todos los que pasamos
por una dictadura, si somos honestos, reconocemos la diferencia.
Y los que no pasaron, ojalá nunca tengan que pasarla, y mientras
tanto, pueden preguntar, leer, enterarse, para saber en principio
de qué tienen que protegerse, cuidarse.
Pero además, esta elección dejó a muchos de los candidatos en
condiciones de ser electos en octubre. Vamos a tener una nueva
oportunidad de elegirlos, y ellos, de ser elegidos. Diputados,
senadores, que al menos manifiestan sus ganas de darle mejores
leyes al país.
Usted me preguntará pero si muchos de ellos ya son legisladores
ahora, ¿por qué hay que volver a elegirlos para que legislen
bien? ¿No podrían aprovechar el cargo que ya tienen, en vez de
pedir uno nuevo?
Bueno, lector, lectora... ¿Nunca le pasó cuando era chico/a que
usted ya tenía un autito, una muñeca, una consola de videojuegos,
zapatillas, una mochila de su personaje favorito, le gustaba,
andaba bien, pero de pronto aparece una nueva, y usted ¡¡quiero
la nueva, quiero la nueva, quiero la nueva!!?
Bueno, en este punto los diputados y senadores son como los
chicos. No es que no se puedan manejar bien con lo que tienen,
ni que les quede grande, o chico. Pero –¿vio?– ¡quieren el nuevo,
porque es nuevo, y creen que es mejor, aunque sea exactamente
igual! ¡Y para conseguirlo son capaces de prometer cualquier
cosa!
¿Se acuerda cuando usted les prometía a sus padres, tutores,
encargados, abuelos, tíos o padrinos, que si le compraban la
pelota/bici/muñeca/compu, usted se iba a portar bien, iba a ordenar
su cuarto, tomar toda la leche, estudiar japonés, no decir
malas palabras y obedecer lo que ellos le mandaran? ¡Bueno,
igual, exactamente igual!
Y aparte, los resultados en sí: algunos que no ganaron se ponen
contentos porque creen que ganaron. Otros porque piensan que
van a ganar. Otros porque no les importa quién gane sino quién
pierda. No falta quien haga una serie de lucubraciones matemáticas
y llegue a la conclusión de que no importa quién gane de verdad,
sino quién la gente cree que gana. Y no es siempre lo mismo.
Y por si esto fuera poco, lector, lectora, mañana es el Día del Niño.
Felicitamos a los que lo son, a los que lo fueron, y a los que lo
siguen siendo.
Y encima, dentro de pocas semanas, SátiraI12 cumple 26 años.
¡Mire si no hay cosas que festejar,