Hoy Sátira Hoy
Por Rudy
¿Cómo anda, lector? ¿Por dónde anda? ¿En la playa, en
la sierra, en el balcón, en la terraza, en París, en Manhattan,
en Lomas de Zamora, en el sur, en el norte, en Marte?
¿Está de vacaciones, lector? ¿O ya volvió? ¿O este año no le toca?
¿O le toca pero en mayo? ¡O está especulando con la posibilidad
de que baje en el dólar, y llegue, por ejemplo, a 0,50 peso, y
en ese caso se iría usted con toda la familia menos la suegra a
pasar unas merecidas jornadas de sol en alguna playa caribeña,
o en algún paraíso fiscal en el que poder depositar sus expectativas
a una tasa que ningún candidato local puede proponerle?
¿O está usted en el supermercado, vigilando que los precios cuidados
no se escapen de la jaula, que no le enchufen mortadela
por salmón, ni patacón por dólar?
¿Está usted disfrutando de una sesión de psicoanálisis? ¿Habla
de su neurosis? ¿Se pregunta qué tiene que ver Edipo con los
precios? ¿Le pasa que cada vez que pregunta cuánto sale un lavarropas
o un televisor le dan ganas de matar al padre y acostarse
con la madre del vendedor, pero como es una persona civilizada
le alcanza con mirar con odio y decirse a usted mismo “de esto
voy a hablar con mi analista, siempre que no me aumente sus
honorarios”?
¿Está usted en la iglesia, haciendo cola para confesar que tiene
ahorros y quiere transformarlos en verdes “a precio cuidado”, esperando
que el sacerdote, cual AFIP ecuménica, le autorice a hacer
la operación sin culpa ni recargo... de conciencia?
Estamos en febrero, lector, y en febrero los que hacemos SátiraI12
solemos despejarnos un poco nuestras recargadísimas
mentes.
Entendemos que es el momento del año en el que nuestro cerebro
pide “por favor un poco de arena, sol, agua, sandwichitos,
bellas muchachas (o muchachos, al gusto de cada uno o de cada
una) y despejarnos.
¿Qué raro este término, no, lector? ¡Despejar! ¿O sea que si
cuando está de vacaciones se despeja, durante el resto del tiempo
uno se peja, o lo pejan, o está pejado? Nunca escuchamos la
expresión “no sabés lo pejado que estoy, tengo que despejarme
un poco, porque si no, ¡viento! (que sería el singular de “re-viento”).
Bueno, lector, para que usted deje de estar pejado, y no viente, le
preparamos este suplemento sobre las vacaciones playerísimo.
Con algunas expresiones (o sea, que eran presiones y dejaron de
serlo (expresiones) breves, sobre el tema vacacional.
■ En un momento de locura compré un tiempo compartido. Me
tocaron 20 minutos.
■ Nos fuimos todos a Mar del Plata: mi mujer, mis hijos, mi suegra,
mi dinero y yo. Yo manejé el auto, mi mujer manejó el dinero.
El viaje fue maravilloso: cada media hora nos parábamos a hacer
pis y preguntar a cuánto estaba el dólar.
■ A pesar de salir pocos días, con poca plata y pocos recursos,
siempre nos arreglamos para pasarla mal.
■ Este verano con mi mujer descubrimos una nueva posición sexual:
yo jugando al candy crush; ella, haciendo Pilates.
■ En la playa están todos preocupados por cómo estaba ese día
el sol, tanto el oficial como el ilegal.
■ Fui a comer afuera. Me recibieron como un rey, me atendieron
como un príncipe, y me cobraron como si fuera la Corte completa.
■ Un nene encontró un montón de caracoles en la arena y me
preguntó si se podían cambiar por dólares.
Lector, esperemos que disfrute usted de sus vacaciones, de su
trabajo, de su vida, de la playa, de las sierras, de los bancos, de
la vida.
Y nos vemos la semana que viene