Sábado, 21 de marzo de 2015 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo está, lector, cómo le va? ¿Cómo anda? ¿Levemente confundido, tal vez? Quizá nuestro suplemento de la semana pasada no haya ayudado a aclararle las cosas. Nuestra esperanza es que no lo haya confundido más de lo que ya estaba.
Porque justo se nos ocurrió, el sábado pasado, opinar sobre los opinólogos. Y ahí podría venir alguien y opinar sobre los que opinan sobre los opinólogos. Y podrían armar un partido político: el “Yotediguismo” o el “Desacuerdo Cívico” o el “Movimiento Escúchenme Ya”.
El Candidato a presidente podría ser Opino Solanas, y las PASO se podrían resolver no en las urnas sino en los diversos paneles en los que ellos mismos intentan, con mejores o peores intenciones, ideas o argumentos, explicar lo que tal vez sea inexplicable.
Entiéndase aquí que no estamos, en lo más mínimo, desvalorizando el conocimiento, ni el debate de ideas políticas, económicas, religiosas o futboleras. Ni los intentos por realmente tratar de entender mínimamente de qué se trata.
Creemos que la expresión “el pueblo quiere saber de qué se trata” es inaugural en nuestra historia como país, como pueblo, como sociedad.
¡No! –opinarán otros–, esa expresión es “parte del relato que nos venden, porque en verdad el pueblo no quiere saber de qué se trata, sino que lo dejen comprar dólares, viajar a Miami y tener paraguas importados de Taiwan”.
O –dirán terceros– “es una infamia decir que el pueblo quiere saber de qué se ‘trata’, ya que sin clientes no hay trata, y el pueblo y la puebla son conscientes y conscientas de eso, o al menos deberían serlo y serla”.
O –sentenciarán los cuartos– “si el pueblo quiere saber de qué se trata, nosotros se lo vamos a decir... pero la historia argentina es costosa, nos ha llevado un tremendo gasto llegar hasta aquí, así que ¡no pretenda el pueblo que se lo digamos gratis! ¡El que quiera saber de qué se trata, que pague!”.
O –refutarán los quintos– “tenemos una historia llena de aciertos y errores. Además, todo lo que para algunos son aciertos, para otros son errores, y lo que para algunos son errores, para otros son aciertos”. No obstante, ante cualquier duda consulte a su médico.
Y después vendrán los sextos, los séptimos, los octavos, con sus versiones capitalista, estructuralista, existencialista, y siempre lista de nuestra historia, nuestra geografía, nuestra naturaleza, e incluso nuestra biología. Desde que Darwin dijo que descendemos del mono, hay quien postula que en verdad descendemos del gorila; otros dicen que aun somos cerdos, y están los que se creen ranas, potros o gallitos, a los que les dicen gatos, en fin... Darwin abrió la puerta del zoológico, y acá estamos.
Lo que le quiero decir, lector, es que desde este suplemento no pretendemos entender lo que pasa, ni de qué se trata, pero sí hacer lo posible para tener una idea, por mínima que sea, de “de dónde estamos parados”. Porque lo cierto es que uno lee, ve, escucha, postea, rumorea, charla, chatea, oye, murmura... y de la ensalada que se arma con todo eso... ¡uno tiembla!
Sí, lector, uno tiembla. Los que hacemos SátiraI12 temblamos.
Porque nos gusta entender. Porque para reírnos tenemos que detectar un absurdo, y para que haya absurdo necesitamos que haya algo “que no sea absurdo”. Así tenemos un punto en el que apoyarnos y al que referirnos.
Y, debo confesarle, lector, luego de casi 28 años de diálogo semanal con usted sé que se lo puedo confesar..., a veces no hay dónde apoyarse, no hay dónde entender, y ahí se complica el chiste, porque se pierde el límite entre lo que puede ser un chiste y lo que puede ser “serio”.
Le voy a dar un ejemplo: El presidente de los United States es demócrata, visto como de izquierda entre los conservadores de su propio país. Premio Nobel de la Paz hace seis años. Reelecto por su electorado hace 3. De pronto, dice y decreta que “Venezuela es un peligro para su seguridad nacional”.
Hasta aquí, esto podría ser un tema “a pedido de los humoristas”. Uno podría preguntarse qué pastilla tomó ese día (¿las mismas que toma Griesa antes de cada uno de sus increíbles fallos judiciales?) o cuál dejó de tomar.
Podríamos hacer hipótesis, a cual más chispeante, sobre cómo Venezuela puede poner en peligro a la Gran Potencia. Todo bien. El problema –porque éste es el problema– es que los Iunaited Steits no se suelen quedar en palabras, suelen “hacer cosillas” cuando consideran que alguien “podría ser peligroso, aunque quizá no, pero tal vez sí, pero en una de ésas no, pero una de aquéllas sí... Bueno, dicen, por las dudas, mejor lo “deleteamos”. Y vienen y te deletean, nomás. Y una vez que te deletearon, ¡Andá a cantarle al teclado!
Entonces, temblamos. Porque en algún lugar sospechamos que “acá hay petróleo encerrado”. Y en otro lugar, nos decimos: “Hoy quieren el petróleo, mañana los bifes de lomo con papas fritas y huevo” y temblamos más.
Después nos enteramos de que un grupo de fiscales, o sea, los que deberían encargarse de investigar algunas cosas, hacen una marcha reclamando que se investiguen esas mismas cosas. O tal vez otras. No lo sabemos exactamente porque no nos lo dicen con claridad.
Aquí los humoristas podríamos hacer chistes sobre el saludable nivel de autocrítica de los fiscales que hacen una marcha para reclamarse a sí mismos. Pero después aparecen sus medidas, sus fallos, sus cautelosas acautelares. Y temblamos.
Nos enteramos de que el partido aquel que iniciara, hace un siglo, lo que se puede llamar “ democracia en serio”, los del “se rompe pero no se dobla”, los que pusieron como lema de la democracia “se come, se educa y se cura”, los que promulgaron el Juicio a la Juntas y el Nunca más están pactando con los que dicen que “se acaba el curro de los derechos humanos” y “Hitler era un tipo espectacular” y... ya lo dijimos, uno tiembla.
Entonces, para no temblar, para tratar de entender de qué se trata, no nos queda otro recurso que el nuestro, el del humor, Reírnos, y compartir esa risa con usted.
De esto se trata.
Hasta el sábado que viene, lector.
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