Sábado, 12 de septiembre de 2015 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo le va, lector, cómo anda, como esta, como la lleva, como la recorre, como la está pasando? Tantas preguntas para lo mismo. Pero se justifican, porque estamos pasando días, digamos, complicados.
Y no decimos “interesantes”, porque esa es una maldición china “Ojalá te toquen vivir tiempos interesantes”, maldición que conmovió al historiador Erica Hobsbawm al punto tal que llamó de esa manera “Tiempos interesantes”, a su propia biografía. ¡También, justo a él se le ocurrió nacer a fines de la Primera Guerra Mundial (1917) y vivir hasta los tiempos del Smartfon, el wha-tsapp y la conexión permanente como manera de estar desconectado (2012)!
Un hombre, don Eric, que estuvo en todas parte, pero como se hacía antes,de manera presencial. Antes “estar” era que “uno iba ahí”, no que te mandaban una selfie de otra persona y vos le ponías el “me gusta”
Y ojo, yo no digo que la gente se comprometía más, que las milanesas no eran de soja, que los muchachos de antes no usaban gomina (los de ahora, menos aun, si es por eso). NO voy a hacer un elogio de los tiempos en los que el huevo frito era lo mas sano que hay. No, No soy quien para juzgar a nadie, y mucho menos a una época. Para eso, tenemos jueces. Bueno, a veces.
El tema de que “los tiempos interesantes son una maldición” me dio curiosidad. Por ejemplo, pensemos en Suiza. Lo último interesante que les pasó fue Guillermo Tell, hace unos 500 años. Después, neutralidad pura y dura. Quesos y relojes, relojes y quesos... y algún tesorito nazi, en medio de tanto gruyère y tanta aguja.
O sea para ellos, probablemente algo interesante no sería una maldición ¿O sí?
¿Y cuales serían nuestras maldiciones ahora?
Ojalá una consultora te pida 21 palos verdes por asesorarte políticamente.
Ojalá que lo único que tengas para protestar sea que no te dejan comprar dólares, y encima te dejan.
Ojalá te la pases pronosticando el Apocalipsis, y nunca pase.
Ojalá seas un candidato liberal, y cada ves que tu papá abra la boca, pierdas un montón de votos.
Ojalá te vayas de un partido con un montón de intendentes, para hacer otro partido, y todos esos intendentes se vayan de tu partido.
Ojalá que no te sigan aquellos a quienes vas a defraudar.
Ojalá que vos no seas vos, sino tu teleprompter.
Ojalá tengas que devolver pesos a los que pusieron pesos, y dólares a los que pusieron dólares.
Ojalá te dejen comprar todos los dólares que quieras, y no quieras comprarlos.
Ojalá se te acaba la mirada constante la palabra precisa, la sonrisa constante.
Ojalá que llueva café en el campo, y no le echen la culpa al gobierno.
Ojalá que sea la hoja.
Ojalá pongas todo su esfuerzo en conseguir el ballottage... y no.
Claro, lector, son maldiciones, como las hay gitanas, judías (una maravillosa de esas “Ojalá que seas rico, el único rico de tu familia”). Hay maldiciones que tienen que ver con la geografía, con la etnia, con la creencia, y, también, con la historia.
Por ejemplo, en Alemania, los años 1933-45 fueron una maldición, que luego intentaron extender al mundo entero. Y ahora, bueno, no es lo mismo, peroooo
Y acá en la Argentina, pufff, tuvimos la maldición del 30, la del 55, la del 66, y “la madre de las maldiciones, la del que se llamó a si mismo el “proceso de putrefacción nacional” en aquellos 70.
Y uno de esos tiempos malditos, lector, fue sin duda la “libertadora”. Aquel sangriento golpe de estado que llamó a si mismo “revolución” ¿qué cosa, no? ¡Ninguna revolución de verdad se llama a sí mismo “golpe”.
Pero a los golpistas, en cambio, les encanta pensar que son revolucionarios, Se ve que se imaginan a si mismos una especie de aventureros de uniforme. que a falta de ideales propios que propagar, se dedican a reprimir los ajenos con premeditación y alevosía. Como para volver el tiempo atrás. Al Mesozoico, de ser posible.
Uno de estos tiempos de “maldición” fue, sin duda, la autodenominada Revolución Libertadora. Que si de revolución no tuvo nada, de Libertadora mucho menos todavía, pero se ve que tenían buenos asesores de imagen, buenos consultores a los que quizás les hayan pagado más de 21 millones de pesos, que les aconsejaron que se pongan ese nombre, queda lindo, incluso suena un poquito de izquierdas, única concesión a las fuerzas “progre” –que una vea más visualizaron le camino correcto, y tomaron el otro– que los apoyaban.
¿Y cómo lo vamos a llamar “Involución Devastadora”, “Convulsión Vomitadora” “Introducción Abusadora”? Nooooo.
Y allá fueron, en septiembre del 55, a retroceder, que chocan los planetas, a prohibir, y de paso multiplicar, el nombre de Perón. A demostrar que todo lo que ellos criticaban de Perón, podrían hacerlo mucho peor.
Deben ser los gorilas deben ser... decía una canción ¿popular? de aquellos tiempos.
Pasaron 60 años, o habrán pasado, el próximo miércoles 16. Para no olvidar, recordamos. Con humor, que es nuestra manera.
Hasta la semana que viene, lector.
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