› Por Rudy
¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿Cómo la ve? No, no es un error, no es que quise escribir de vuelta “cómo le va” y me salió un “lapsus dedi” de esos que ya son leyenda, y tipeé mal, como es mi costumbre... No, de verdad quiero preguntarle cómo la ve.
“¿Que cómo la veo qué cosa?”, preguntará usted. No, lector, usted es nuestro compañero de ruta, usted es para quien escribimos, en quien pensamos a la hora de elegir cada palabra o imagen desde hace 28 años, y ya sabe que esa pregunta no es necesaria. Usted, como ser inteligente que es, y en quien confiamos totalmente, tiene el derecho de elegir qué es ese “la”. O, como diría una conocida figura de nuestra farándula: “Lo dejo a su criterio”
O sea, nosotros sabemos quiénes son ustedes y ustedas, y usteditos y usteditas, nuestros lectores/as/itos/itas/ites/utos/utes/atos y etos. Son los que cada semana nos reciben en su casa, nos escuchan con sus ojos y nos leen con sus oídos, se ríen de nuestras ocurrencias, o nos discuten, polemizan.
Sabemos lector, de los miles, de los cientos de miles de argentinos que, en todo el mundo, los sábados “se llevan el Sátira al baño” para leerlo tranquilos. Y nos sentimos orgullosos de acompañarlo en ese, o en cualquier otro momento.
Estamos con usted. Están con nosotros.
Por eso, si le preguntamos “Cómo la ve”, nos referimos a lo que usted prefiera, lector.
Pero si nos deja elegir a nosotros, y vamos a tener que hacerlo, porque el tiempo es tirano aunque vivamos en democracia, vamos a elegir como sinónimo de ese “la” a “la coyuntura”. Y no nos referimos a la unión de huesos y articulaciones, aunque de alguna manera sí, ¡se trata del esqueleto, pero no del suyo ni del mío, sino del de “la situación”!
Parece que no hemos avanzado mucho al pasar de “la” a “la coyuntura”, y de ahí a “la situación”. Quizás se sienta usted en la misma estación que al iniciar esta columna.
Por eso, vamos a elegir interlocutores mucho más claros y valientes, para despejar la incógnita que nos atrapa en este momento.
Veamos, por ejemplo, a nuestro compatriota papal, Francisco, quien hace poco viajó a Cuba a denunciar los excesos del capitalismo, y luego fue a EE.UU. a conocer dichos excesos, tal como dijimos, en primicia exclusiva, en el chiste de tapa de nuestro suplemento el sábado pasado.
Francisco habla y dice que la miseria, la pobreza, el cambio climático, están arruinándonos la vida a nosotros, y a nuestra posteridad. Lo que dice no es nuevo, pero sí es nuevo que lo diga él, el Papa, porque evidentemente su palabra tiene un peso mayor, y no solamente porque hable en primera persona del plural para referirse a sí mismo, sino por lo que su investidura representa para todos.
¡Qué mundo éste, con un Papa argentino e hincha de San Lorenzo que denuncia el exceso del capitalismo! Seguramente uno de nuestros camaristas electorales diría que “hay cardenales que no saben votar”, o alguna burrada por el estilo.
También nuestra Presidenta, al borde de terminar su segundo mandato, va y denuncia, al mundo entero, las conexiones entre los buitres y los servicios de inteligencia. Probablemente muchos le respondan “chocolate por la noticia”, pero, nuevamente, es una presidenta la que habla, jugando de visitante, y se lo dice a la mismísima ONU.
No sería raro que después de estos discursos, las autoridades de la ONU decidan que a partir de ahora sólo se acepta publico local, No para evitar violencia y desmanes, que no los hubo, sino simplemente para no tener que escuchar ciertos reclamos.
En su programa de tevé, Economía Política, el periodista Roberto Navarro pide y reclama “que no nos tomen de boludos”. Insiste en que lo que está en juego en las elecciones para las que faltan solamente tres semanas no es qué candidato es más simpático, habla mejor, tiene una sonrisa mejor hecha por su dentista de cabecera, o es mas rápído a la hora de acusar a otros y ocultar sus propios chanchullos.
“No”, dice, y compartimos, parafraseándolo un poco: “¡Lo que está en juego es la economía, lo que está en juego es tener o no tener trabajo, lo que está en juego es usar el dinero para que el país crezca, o para agradecerles a los fondos buitre y así nos prestan mas dinero y les debemos muuucho mucho más!
Eso es, decimos también nosotros, lo que está en juego. Eso es, decimos nosotros ahora la definición de “la”. A la que nos referimos al empezar esta columna.
Lo que sí, en el tema de los boludos me permito cierta licencia poética. Porque más de una vez me he visto incluido, por acción propia o ajena, en ese ¿minoritario? grupo social. Más de una vez he pagado el “Impuesto al Boludo”. Más de una vez he votado según el “Voto Boludo”, me he creído algún “chamuyo para boludos” y pude haber comido “Bolu-food”, y haber seguido la “Dieta para boludos”, que es una que te permite no bajar de peso ni tener una vida más saludable, pero creerte que sí.
O sea, que no nos tomen de boludos, por favor, pero a veces, nosotros mismos actuamos como tales.
Pero. señores camarista electorales: ¡los boludos también tienen/tenemos, derecho al voto!
Digo esto porque mas allá de estas valientes y claras opiniones que acabamos de transcribir, anda circulando por el país una nueva tendencia, nacida en Tucumán cono la Patria Independiente, y dispersa luego a lo ancho, lo alto, lo largo, y sobre todo a lo rico y a lo gorila de nuestro territorio, que propone que “hay gente, provincias enteras, que no saben votar”.
Y no se refiere (igual estaría mal si lo hicieran, pero no lo hacen) a los que votan basándose en la sonrisa, el gestito del dedo o la posibilidad de comprar dólares, sino todo lo contrario, creen que son/mos boludos, que no deberíamos votar, los que votan/mos, equivocados o no, pensando que por ahí nuestro voto nos aleje un poquito del mundo, ¡del mundo de los fondos buitres y los refugiados rechazados!, y nos acerque a otro mundo con chances de ser un poquito mejor, al menos en la fantasía.
O sea, según esta “tendencia”, “electoral-fashion” o como se quiera llamar, son boludos los que nosotros creemos que no lo son, y solamente deberían votar los que están a tono con la Europa merkelizada o los EE.UU. Donaltrumperos
Y nadie les dice que esa gente no vote, ni siquiera se les propone que voten allá, en Europa o EE-UU. No, tienen todo el derecho de hacerlo acá... como el resto de la gente.
De esto, del derecho de todos a votar, y los prejuicios de algunos, trata este suplemento.
Hasta la semana que viene, lector.
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