Sábado, 7 de mayo de 2016 | Hoy
Por Rudy
¡Hola queridos deudores! ¡Uy, otra vez quise decir “lectores” y se me escaparon las teclas! ¡Estos lapsus dedi! Disculpe, lector, ya es bastante con que todos los días en su casa, en la oficina, en la calle o en la cartera de la dama y el bolsillo del caballero, alguien le recuerde que somos deudores por los siglos de los siglos. ¡NO vamos a caer en esa nosotros! Aunque... ya caímos.
Bueno, lector, ¡qué lindo verlo/a/e/u! Estuve toda la semana esperando este momento del reencuentro, porque, bueno, con usted/ustad/ustod ya tenemos un vínculo y una víncula de muchos años y muchas añas... y eso ayuda a sentirnos mejor, en medio de tanta alegría.
En serio, ¡están todos alegres! ¡Todos todas todis y todus! ¡Hasta todys con y griega están disfrutando la revolución de la alegría!
¡Se acuerdan de los niños pobres que tienen hambre y los niños ricos que tienen tristeza? ¡Bueno, gracias a Mauricio, y a Vicemauricia, ¡los niños ricos ahora tienen alegría!
Y de los niños pobres... bueno... no se puede estar en todas... ¡se ponen un pulovercito para ahorrar luz, y si el precio no les gusta, ¡consuman menos! –como dice Aranguren sin ponerse amarillo (colorado sería mucho pedirle).
Desde el 22 de noviembre del año pasado para acá, no paramos un minuto de ser felices ¡la alegría no nos da tregua, no nos perdona una! A cada rato una noticia que nos acelera el corazón, nos conmueve el colon descendente, nos sacude el esófago, ¡nos estimula el peritoneo de la alegría!
Hablamos de lo cotidiano...
Salís a la calle, porque tenés que viajar.
Tomas el bondi, ¡aumentooooó! ¡qué bueno!
Tomás el subte, ¡aumentooooó! ¡qué maravilloso!
Tomas un taxi, ¡aumentó! ¡qué espectacular!
Decís “ok, voy en mi auto”, ¡aumentó la nafta! ¡más sería un lujo!
Decís “voy caminando y me fumo un cigarrillo”, ¡aumentaron!
n Decidís quedarte en tu casa y pasarla bien, comer algo... ¡aumentó la carne, la leche, el queso, la mortadela y la rúcula!
n Suena el timbre, ¡te llega una factura de luz o gas... ¡aumentó un montón!
¡Qué alegría, lector, qué alegría! Como dicen los Decadentes, ¡tanta alegría seguida nos va a hacer mal! Conozco gente que tiene que hacer terapia para aprender a manejar la alegría. Los psiquiatras ya hablan de ¡ataque de alegría, “alegric atak”, “síndrome de apiñes” (como adelantamos en este mismo suplemento).
Quizás usted se pregunte, pero ¿por qué? ¿cómo es que con esas noticias la gente se pone contenta? ¡porque encienden la tele y escuchan “Lazarobaaez, Lazarobaaaez, Lazarobaaaez”! Parece que esa palabra hipnotiza a la gente y hace que se ponga alegre por cualquier cosa, o simplemente, para que dejen de repetirle esa palabra todo el tiempo.
Además, no tenemos más políticos que nos gobiernen, ¿se acuerda? ¡Se ocupaban de nosotros por mero interés electoral! ¡Uno se preguntaba “¿qué soy yo para vos?, un voto más, un sufragio, una boleta bonita en tu larga lista de conquistas electorales? Yo no soy sólo un voto, soy una persona, ¡tengo mis necesidades!
¡Ahora nos gobiernan empresarios, gerentes, CEOs... Gente que nunca nos va a ver como un voto, porque no lo necesitan... ¡a ellos no los vota nadie, a ellos los nombran!
Además, son súper eficientes. Ganaban plata del Estado sin moverse de su empresa. ¡Imagínense ahora, que están en el Estado, que son el Estado, que parecen el Estado, cuánta plata van a ganar! Y si ellos ganan mucha plata, van a estar contentos ¡y ustedes saben cómo es la cosa, ¡el pueblo se alegra a través de sus gobernantes!
Con tanta alegría, qué suerte que esté Patricia y su proctólogo antipiquetes! Porque la gente va a salir a manifestar, a festejar por tantos aumentos, y puede ser que se excedan, ¡vieron como es la gente cuando festeja en las calles! ¡Tanta alegría puede espantar a los inversores y al turismo!
Cuando un extranjero está por venir acá, le dicen: “Tenés que tener mucho cuidado con dos cosas: el dengue y la alegría”.
Porque la gente está viniendo, y si no está viniendo, ya va a venir, va a venir la gente, los capitales, los golondrina, los buitres, los gatos, ¡todos van a venir! Vienen a llenarse el espíritu con nuestro tango, nuestros paisajes y nuestro fútbol. Vienen a llenarse la panza con nuestros bifes; a llenarse los bolsillos con nuestros bancos, y se van. Y se llevan nuestra alegría a sus países.
¡Provocan verdaderas epidemias de alegría argentina!
¡Miren si no lo que está pasando en Brasil! Ellos tienen alegría, ¡pero no es como la nuestra! ¡La de ellos es populista, colectiva, social...! y eso a la gente no le gusta...
Por eso le reclaman a Dilma “¡Derrame, derrame, derrame!”.
Y ella no derrama ¡ni la leche derrama!... entonces, la gente “normal” sale a la calle, a exigirle alegría, ¡quieren neoliberalismo, aunque se vuelvan todos pobres! Si hay pobres, ¡que no se noten! ¡Y parece que cuantos más hay, menos se notan!
Lector, usted me preguntará cómo es posible, cuantos más pobres haya, menos se noten. Bueno, según dice la Vicemauricia: el problema no es la cantidad, sino el tamaño. ¡Si se logra que los pobres sean muchos, pero cada vez más chiquitos, después se los mete en el bolsillo, y nadie los ve!
De todo esto trata este suplemento.
Hasta la semana que viene, lector.
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