Sábado, 25 de junio de 2016 | Hoy
Por Rudy
¿Qué tal, lector, cómo le va, cómo anda? ¿Está preparado para recibir al segundo semestre como corresponde? ¡Mire que la semana que viene, cuando salga nuestro suplemento, ya va a ser 2 de julio! O sea, que el segundo semestre va a estar floreciendo en todo su esplendor. O al menos, germinando. O al menos, provocando los efectos que los porotos suelen producir en los seres humanos que, en vez de plantarlos para que germinen y florezcan, proceden a engullirlos sin más.
LO que le queremos decir, lector, sin eufemismos, es que si usted se tragó lo del segundo semestre, cuide su aparato digestivo y no haga papelones delante de las cámaras: ni de la de televisión, ni las legislativas, ni las judiciales.
De todas maneras, el Gobierno ya tomó precauciones. No solamente aumentó el precio de los medicamentos (para ayudar a la digestión natural, sin pastilla alguna, de los sapos que nos convida diariamente), sino también, para mantener intacta la imagen de los argentinos ante el mundo, decidió que el papel que cumplían las multitudes para el gobierno kirchnerista, ahora lo tomarán las vallas.
Así es, lector, aunque le cueste creerlo, el gobierno actual es tan popular como el anterior, y si quiere llenar una plaza, la llena. NO con personas, con vallas, pero que la llena, la llena.
¿Y qué tiene de particular? ¡Es sólo el cambio de una letra! ¡Se pasó de “VAYAMOS A LA PLAZA” a “VALLEMOS A LA PLAZA”. Y ya está.
Nos imaginamos a cientos de miles de vallas concurriendo, tal vez hacinadas dentro de un camioncito, pero dispuestas a cumplir su rol militante, y decir ¡presente!
“¡Estas sí que son de fierro!”, dirá esperanzado algún líder amarillento, que quizá temía que los aumentos, los despidos, y alguna otra medida, disminuyeran, si esto fuera posible, el multitudinario apoyo que el gobierno tuvo durante los últimos años.
“¡A éstas no hace falta darles ningún choriplán, vienen solitas!”, se entusiasma otro. A decir verdad, tiene razón, pero sólo en parte. Porque si nadie las mete en el camión, las vallas no vienen. Pero no vamos a hacer hincapié en un detalle realmente menor, considerando el éxito que se está obteniendo.
Sí, lector, no podemos negarlo. En esta revolución de la alegría, las vallas expresan cada vez que así lo requieren, su apoyo a las medidas gubernamentales.
¡Asumámoslo! Todavía no hay encuestas, ninguna consultora realizó estudio alguno sobre la imagen positiva del Gobierno entre las vallas, pero no hay que ser científico ni adivino para percibir que es mayoritario.
Y el Gobierno también debería entender, que si quiere mantener el apoyo de las vallas, debe seguir tomando medidas que las hagan sentirse necesarias, halagadas, tenidas en cuenta.
Otro hecho insoslayable de los días que acaban de pasar es el inobjetable triunfo de la Selección Argentina sobre los EE.UU. en el marco de la Copa América.
Es importante, porque si bien los EE.UU. “no nos tienen de hijos”, nos tienen de deudores, quizá no en el fútbol, pero sí en términos económicos, culturales, y por qué no decirlo, políticos.
Sabemos que al Tata Martino lo preocupaba Dempsey, y que no tenía sentido neutralizarlo ofreciéndole pagar 7000 palos verdes, táctica que sí resultó hace unos meses, frente a otros tremendos delanteros norteamericanos, como suelen ser Griesa y Singer.
El equipo local salió a jugar con una “línea de fondo buitre”, un “neolíbero”, y varios stoppers, que suelen actuar con rapidez y eficiencia cada vez que algún equipo latinoamericano intenta alguna jugada de independencia futbolera.
Pero los norteamericanos no pudieron contra nuestro populismo. Messi, Lavezzi, Higuaín se encargaron de vulnerar, repetidamente, la valla adversaria. Evidentemente la valla norteamericana no tiene el fervor militante que tienen las nuestras. Si no, jamás hubieran podido vulnerarla con esas jugadas colectivas.
Habría que ver, en alguna futura conmemoración, si los movimientos populistas no convocan a figuras del balompié para que generen alguna jugada colectiva que termine vulnerando las vallas que con tanto ahínco militan en la revolución de la alegría.
Y hablando de vallas, se están cumpliendo 30 años de aquel increíble Mundial 86, cuando en ese México, que era del PRI, no del PRO, se jugaba al fútbol mundial, en vez de lo que está ocurriendo en estos terribles días en las tierras (arrebatadas a los) aztecas ( y otros pueblos).
Eran los tiempos de la mano de Dios, hoy reemplazada por la mano invisible del mercado. Los tiempos en los que “Diego” significaba “Maradona” y no “diez por ciento”, los tiempos en los que la expresión “Revolución de la alegría” no podría, en ningún imaginario, asociarse con vallas y más vallas.
De todo esto trata este suplemento
Hasta la semana que viene, lector.
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