› Por Rudy
¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¡ Cómo va esa alimentación? ¡ Está por llegar la primavera, o sea que es el momento en el que todos nos preparamos para el verano, que es el momento en el que juntamos fuerzas para trabajar muuucho en otoño, de manera de poder acumular recursos que nos permitan soportar el invierno. ¡ ¿Se da cuenta, lector? Siempre el futuro, siempre el futuro, que es, diría yo, lo que nos venden, y a precio muy caro, para que nos mantengamos ocupados, ilusionados o alienados, y no modifiquemos lo que sí es modificable, que es… usted ya lo debe haber pensando, el presente.
Alguna vez decíaque a mi, de chico, “me mandaban a una escuela primaria de izquierda”, que era muy buena en todo, menos en los verbos, ya que solamente te enseñaban el futuro ¡Llegaremos, venceremos, lograremos, jamás “ será” vencido, habrá para todos, etc. Obviamente se trata de un chiste, lector, pero com0o suele pasarle a muchos chistes, en algún punto se transforman en realidad, no necesariamente cómica.
Podría decir, por ejemplo, que en la Argentina de hoy, existe una utopía de derecha., la meritocracia (No Mery Tocracia, mi ex novia macrista ficcional), donde gobernarían los “meros”, y cada uno tendría “lo que se merece”, y si no tenés, algo habrás hecho. Un lugar donde se pueden quemar cunitas impunemente, pero no se te ocurra ser coherente porque llueven solicitadas en tu contra. Muy meri-torio.
Esa utopía de derecha no hace falta que te la enseñen en la escuela, es mas, ni siquiera hace falta que vayas a la escuela, porque la podes aprender en tu casa, por la tele, la radio, las redes sociales, también hay un futuro, un “más allá” en el que todos seremos felices, al que llaman “Segundo Semestre”.
Claro, lector, usted ya lo escuchó, ya lo vio, ya lo leyó, pero seguramente cometió el error de tomárselo literalmente
¡Pero lector, ¿ en que tiempos vive usted? ¿No sabe que hoy en día todo es metafórico, que los precios no aumentan sino que se “ sinceran”, y las tarifas “se compensan” y hay “ gente normal y gente pobre”? ¿No sabe usted que “Todos los argentinos tienen plata afuera” (así que si usted no la tiene, no es argentino), y que “Todo el mundo tiene dólares” ( así que si usted no los tiene, no solamente no es argentino, ni siquiera es terrestre)?
Bueno, lector, ahora que lo/a hemos familiarizado con esa utopía, a la que puede usted llamar “sentido común”, no le resultará difícil entender que “segundo semestre” se refiere a un futuro, a “ la vida después de la vida”, al más allá, digamos, a cualquier lugar menos a la realidad actual, que esa no le interesa a nadie.
Quiero detenerme un momento para hablarle del sentido común, ese término sobrevalorado, a mi gusto. Suele decirse que la derecha intenta implantar uno conservador, y que la izquierda debería. generar uno transformador, revolucionario, lo que sea. Permítame disentir, lector. Personalmente creo que “el sentido común” es siempre de derecha. Porque no es “lo que sentimos”, sino “lo que deberíamos sentir todos”, lo obvio, lo que no vale la pena discutir, aquellos en lo que coincidimos todos, o en lo que alguien dice que coincidimos todos. Y si es obvio, si no se puede cuestionar, entonces e3s conservador, y por lo tanto, de derecha.
Se supone que una manera de “transformar la realidad es cuestionándola, dudando, preguntándose sobre ella. La pregunta ( si no es retórica, si no es en verdad una manera de reafirmar lo dicho), y el absurdo, serían entonces de izquierda.
Veamos un ejemplo: En muchos debates políticos mediáticos, sobre todo televisivos, en los que están presentes representantes de diferentes fuerzas, suele escucharse, en general al oficialismo, “ dando por sentado” poniendo “ sin lugar a dudas” “fuera de discusión” que “ las tarifas estaban atrasadas”, y que los porteños pagábamos mucho menos que nuestros compatriotas, por eso deberían aumentarnos aun más.
En general, el resto de los concurrentes asiente en silencio, algo nerviosamente. Es el triunfo del “sentido común”. Nadie propone, entonces, bajarles la tarifa al resto del país, en lugar de subir la de la capítal. Nadie pregunta porque se supone que pagamos poco. ES más, por que hay que pagar por la luz y el gas.
Podrían ser un derecho, podría ser una política de Estado abastecer a sus ciudadanos de luz y gas, para aumentar el consumo, la producción, la salud y fomentar el crecimiento industrial. No digo que “ deba” ser así, digo que “podría”, que en todos los casos se trata de decisiones políticas, de “proyectos”, de manera de distribuir lo que hay.
Pensado desde la pregunta, desde “el absurdo” en vez de dar por sentado que “hay que pagar más”, se podría pregunta por qué “hay que” pagar lo que se paga. Y allí sí, el debate sería quizás más amplio, enriquecedor, transformador.
Empecé esta columna preguntándole por su alimentación, lector, y a eso quiero volver. ¿Está comiendo buena cantidad de verduras? Si no fuera así, este país le brinda interesantes oportunidades de hacerlo. Mire, sin ir más lejos, el miércoles pasado, en plena Plaza de Mayo estaban regalando hortalizas varias. Y a cuatro cuadras de allí, en Corrientes y Alem, trataban de venderles cualquier verdura a inversores extranjeros, los que seguramente, en su condición de tales, no iban a diferenciar berro de radichetas, a la hora de poner plata. A unos se la regalan, a otros se la venden. Esa es la mercadocracia, lector
Están tratando de imponernos un cambio de paradigma ( léase ”conjunto de posibilidades”) en el cual es mas importante lo anecdótico que lo medular, En el cual esta muy mal robar, pero no esta tan mal “ llevarse plata al extranjero, o ponerla en el colchón sin declararla”.
De ese “ cambio de cultura”, en sentido amplio y estricto, trata este suplemento
Hasta el sábado que viene.
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