Sábado, 7 de junio de 2008 | Hoy
Por Rudy
¡A comeeeer! ¡A pagaaaaar! Lector, ¿qué nos ha pasado a los terrícolas? La comida, lector, la simple y pura comida, aquella que era toda gratis (menos la manzana, que estaba prohibida) en el paraíso, ahora está un infierno de cara. Un café sale “un ojo de la cara” y es en los lugares en los que está barato, porque en los lugares para turistas sale “un huevo y la mitad del otro”, lo que hace que un hombre solo pueda tomarse un café en su vida, y una mujer necesite de un varón dispuesto a donar las tres cuartas partes de su virilidad para que ella goce por un momento de un pocillo. ¡Ni que le sirvieran petróleo!
¿Y el lomo? ¿Vio a cuánto está el lomo? ¡No, seguro que no lo vio, ni de lejos lo vio! Quizá vio algo que se parece al lomo, un símil, una metáfora, una metonimia de lomo, algo “como si fuera lomo”, pero la verdad, a ese que hacía sacudir su plancha churrasquera, ni en postales. El lomo se fue, se fue a Europa, a China, a lugares donde le pagan mejor, aunque, y él esto lo sabe, en ningún lugar del mundo lo van a querer como acá, ni lo van a aplaudir, a vitorear, a idolatrar como en su patria.
¡La pizza, lector, la pizza! La pizza nació como comida de pobre, como tantos otros platos, y se ha transformado en un manjar excluyente, ya que la harina es una especie de “oro blanco”, el tomate casi nos lleva a una revolución el año pasado; y el queso... ¿quién se ha robado mi queso? Ahora las pizzas te las venden enteras, no ya en porciones, y las podés pagar en cuotas, y participar de un sorteo o de una licitación.
Quizá se trata de que estamos bien acostumbrados, lector, sabemos que en la Argentina puede faltar plata, energía, ganas de laburar, pero comida hay. Y que debería haber para todos. Más allá de que, “según las estadísticas, si un tipo comió dos pollos y otro no comió ninguno, se comieron uno cada uno”; más allá de aquel viejo refrán judío: “Cuando un pobre come pollo, uno de los dos está enfermo”. O aquel otro que dice: “Si soñás con knishes (especie de empanada de papas), no son knishes, son sueños”.
La comida está cara, lector, muy cara; aquí, allá y en todas partes. Hacer chistes todavía se puede, está a nuestro alcance; no es barato, pero al menos es accesible. Y son ricos en vitaminas, minerales y energía. No engordan, favorecen el descenso del colesterol, aumentan la producción de prostaglandinas, previenen un montón de enfermedades, no tienen efectos adversos conocidos, ni contraindicaciones que sepamos. Por eso, éste, nuestro suplemento, ése que lo acompaña todos los sábados a la hora del desayuno desde hace más de 20 años, está hoy presente para decir: “¡Las medialunas podrán escasear, pero SátiraI12, siempre junto a usted!”.
Hasta la semana que viene, lector.
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