Sábado, 29 de noviembre de 2008 | Hoy
Por Rudy
Lector, hace solamente un par de semanas, en primicia absoluta a nivel mundial y relativa a nivel nacional (se sabe que las mejores primicias del mundo son argentinas, como las mujeres), les anticipamos el revolucionario método del gobierno porteño para ponerle fin a la ola, que en algunos lugares parece tsunami, de inseguridad que abruma a los vecinos, como si fuera una boleta de ABL duplicada o la sensación de que alguien se ha quedado con nuestros aportes.
Dijimos en esa oportunidad que el gobierno está modificando la geografía, más que eso, la geología porteña, cavando todas las calles hasta el mesozoico, y que de esa manera los ladrones tenían serias dificultades para llegar al posible lugar del robo, o para escapar del mismo en caso de poder cometerlo. Aclaramos entonces –y si no lo hicimos lo hacemos ahora–, que el nivel de robos iba a descender muchísimo, sobre todo en las horas pico. No nos extrañaría ver, en pocos días más, a los ladrones reclamando carriles exclusivos que les permitan desarrollar su trabajo con idoneidad profesional, y sin tener que competir con taxistas y colectiveros que indudablemente circulan por los mismos carriles con fines inconfesables. Pero nuestro gobierno –nuestros gobiernos– siempre nos sorprenden, siempre nos dejan con la boca abierta (aunque no siempre es de asombro, seamos sinceros). Y ahora van por más, van por mucho más, van... ¡por todo!
Por ejemplo, ¡por qué dejar en las calles los adoquines históricos de la ciudad, a la vista de todos; los adoquines históricos serán levantados, y llevados a countries, al cuidado de personas que nos han demostrado que pueden cuidarlos, adoptarlos, tratarlos con amor y alejarlos del camino del robo, la droga y el rock and roll!
¿Y los colegios?, ¿por qué gastar dinero en la escuela pública, donde va cualquiera, en lugar de subvencionar la educación privada, que ha demostrado ser mejor que la pública, ya que ha logrado concertar a la gente de mayor poder adquisitivo, que es la que generalmente tiene la opción de elegir a qué escuela manda a sus hijos? Si los que pueden elegir eligen la escuela privada, ¿por qué ser menos que ellos? ¡Subvencionemos la escolaridad privada, y si los pobres quieren buena educación, que vayan a la privada ellos también!... ¿quién se los impide?
Y si la gente de la Villa quiere urbanización, ¡que urbanicen! Que hagan una licitación, que consigan inversores, que construyan los mejores hoteles... ¿Quién les niega este derecho?
Gente, nosotros no les creímos ni les creemos, pero ellos nos dijeron que va a estar buena Buenos Aires... y dicen que para que esté buena se tiene que hacer la estética, ¡y eso cuesta plata!
Ellos sabrán.
Hasta el sábado, lector.
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