Sábado, 7 de marzo de 2009 | Hoy
Por Rudy
¿Vio, lector, que la identidad no está de moda? Quiero decir –para que entienda– lo que está de moda, es, justamente, la moda. O sea, que todos nos vistamos como tal, nos cortemos el pelo como tal, hablemos como tal, o sigamos a tal, que no nos va a defraudar. Que estemos en Internet con un seudónimo (y en vez de apellido usemos arroba), que compremos los mismos fideos y los mismos preservativos que los famosos, que nos pongamos la misma camiseta que tal jugador, a ver si podemos jugar como él (en lugar de entrenarnos y jugar como mejor nos salga a nosotros), que decir el mismo chiste que otro.
La imitación, lector, la imitación, “cambia de colores, según la ocasión...”. “Uy, disculpe, fue un tributo a Chico Novarro...” Bueno, la imitación es lo que parece haber desplazado a la identidad en los corazones, o al menos en los cerebros, o al menos en alguna de las neuronas de muchos terrícolas. La autoestima anda mal, pero si de pronto uno “es otro”, la que se pone en juego es la autoestima del otro. “Si me pongo la camiseta de Riquelme y no meto ningún gol, es problema de Riquelme, la próxima vez me pongo la de Palermo, a ver si...”
En un tiempo, a eso se lo llamaba “Cover”, pero como estamos en una época de sinceridad, el fin de la hipocresía, ahora se usa “tributo”, o sea una especie de homenaje: “cada vez que le pifio, entonces, estoy homenajeando a Riquelme”.
Y esto , que está en todos lados, llega hasta el extremo en arte (aunque , no sé por qué, hay quien cree ver “plagios” en estos sentidísimos “homenajes, tributos”) y sobre todo en la música. Verán ustedes por todos lados un cartel gigante con el nombre del homenajeado, y mucho más chico, “tributo a”, lo que quiere decir que el que canta no es el que canta, sino uno que canta igual al que canta, según su propia convicción. O que no canta, pero se parece físicamente al que canta, o tienen una tía abuela en común y eso le da derecho a tributar a su querido primo tercero.
El problema es que a veces quieren crear, pero “no hacen otra cosa que pensar en ti, y no se les ocurre nada” (tributo a Serrat), entonces, como no pueden pensar en nada, le roban los temas a Charly (tributo a Gieco) y así hasta el anochecer de un día agitado (tributo a Los Beatles). Mientras miran las nuevas olas, ya son parte del mar (tributo a Charly), si al fin y al cabo, “no importa de dónde vienes, lo importante es adónde vas” (tributo a Manal) y “al final la vida sigue igual” (tributo a Sandro), “el mundo siempre fue de los que están arriba” (tributo a María E. Walsh) y “hoy la rutina ya le dio sabor a nada” (tributo a Palito). Copiemos tranquilos, imitemos, total, “todas las hojas son del viento” (tributo a Spinetta) y “el que no afana es un gil” (tributo a Discépolo). Se trata de “ser o no ser” (tributo a Shakespeare) original, “porque lo nuestro es pasar” (tributo a Machado).
Y ojo, que hay solistas y músicos buenísimos entre los “tributadores” (¿o debería llamarlos “contribuyentes”?), hay algunos que “les sale igualito”, uno podría confundirlos con los originales. Pero quizás el tema sea ése. No confundirse. Les digo que a veces oigo estas cosas y “¡me sube la bilirrubina!” (tributo a Juan L. Guerra). Igual, de nada escaparse de uno mismo, “para la soledad interna que siempre nos corre” (tributo a Moris), y “si usted no está, ni comprometida ni casada ni nada, ¿por qué no charlamo un ratito, ah?” (tributo a Leo Dan).
Nosotros, seguimos con nuestros chistes, originales. “O quizá, simplemente, le regale una rosa” (homenaje a Leonardo Favio).
Hasta el sábado, lector.
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