Jamón del miedo

Por Rudy

“De las vacas que engripan, me gusta el chancho” podría cantar un extraño payador satírico, burlándose de la atónita opinión pública, que en medio de candidaturas testimoniales, farandulescas, seguritarias, agropecuniarias y tradicionaloides, quizá tenga la sensación de que en algún lugar quieran hacerle tragarse un sapo, con lo cual debilita el plan de lucha contra el dengue, que consiste en que haya muchos sapos que se coman a todos los mosquitos, o bien, que haga frío, o bien, que los mosquitos decidan probar fortuna en otro país, encuentren el pasaporte de su abuelo egipcio (Aedes aegipty, era el nombre del insecto) y se marche con el dengue a otra parte.

Lector querido, hace tan poco tiempo que le hablamos del dengue, y ahora, ya estamos hablándole de otra enfermedad. ¿No es justo, verdad?

A nosotros nos encanta hacer chistes con otros temas, con los avances de la ciencia y la tecnología, con las nuevas costumbres sociales y sobre todo, sexuales. Con lo que se vuelve fashion de un sábado para otro, y se devuelve de otro sábado para uno. Con los nuevos vínculos que padres e hijos, madres e hijastras, padrastritos y tiardos, abueléticos y primores suelen conformar. Nos gusta hacer chistes con los que quieren casarse pero no saben con quién, y los que no quieren casarse, y saben con quién. Nos gusta deleitarnos con los esfuerzos que hacen/mos las personas para subir/bajar de peso, de sueldo, de nivel.

Pero todo eso, lector, querido lector, ha quedado desplazado en estos días por la gripe cérdica, la chanchinfluenza porcinópata, la lechonitis puerquiforme, o como vayan a llamarla para evitar que la gente se atemorice, deje de comprar jamón, o bien lo compre desmesuradamente como talismán, amuleto o chanchito de la suerte.

Como suele pasar cuando no se sabe nada, hay muchas teorías, mitos, y puede ser que un grupo social, étnico, o zoófilo sea culpado.

Todo puede suceder. Nosotros, mientras tanto, compartimos con usted lo que podemos hacer: chistes. Léalos tranqui, lector, solamente contagian carcajadas.

Hasta la semana que viene.