Sábado, 26 de diciembre de 2009 | Hoy
Por Rudy
¡Otra vez las fiestas, lector, y se nos va el 2009! Parece mentira, un año que empezó con crisis mundial, con Bush en retirada, con Obama que aún no había arrojado las suficientes bombas como para hacerse acreedor al Nobel de la Paz (Kissinger lo tiene, Begin lo tiene, Arafat lo tiene, ¿no sería hora de preguntarse con qué criterio se entregan esos premios?), asumiendo la primera magistratura. Después tuvimos sequía e inundaciones, dengue y gripe porcina, denuncias y renuncias. Por ejemplo: un político hizo su campaña (y ganó) basándose en que no es político (es como si para dirigir un hospital la mejor condición sea “no ser médico”), dijo que “tiene un plan por si lo eligen diputado” sin darse cuenta de que “ya era” diputado hace casi 4 años. Otro ejemplo: medios dueños de un montón de medios se quejan de la falta de pluralismo, siendo que es Su opinión la que más se escucha y a veces parece tapar las de los demás. Otro más: una candidata propone como eje de su campaña electoral la amenaza de uno o varios apocalipsis: ¿no era que los políticos prometían cosas buenas para que la gente los votase? ¿O están tan desprestigiados, que mejor prometen cosas horribles para que la gente los vote porque “si las cosas terribles son promesas de campaña, seguro que después no las cumplen”.
Pero, sea como fuere, este 2009 se termina, y no es una promesa preelectoral, es una realidad. ¡Vote usted a quien vote, el sábado que viene ya va a ser parte de 2010, lector, estamos más que convencidos de esto, y podemos sostenerlo hasta las últimas consecuencias! ¡Si alguien viene y nos dice que el sábado que viene va a ser parte de 2011, o de 2007, o peor aún, de 1993, lo negaremos enfáticamente y confiaremos en que la Justicia nos dé la razón! ¡Se viene el 2010, lector, nos guste, no nos guste, o “ni nos guste, ni no nos guste”.
Y mientras tanto, las fiestas: quizá sea el momento de un balance, quizá sea usted de esa gente que mide sus logros por lo ocurrido en cada vuelta de la Tierra alrededor del Sol. O pueda comprar su consumo contrastando con el de las fiestas pasadas, y decir que incurrió en un alza de 23,4 por ciento a nivel almendras y avellanas, pero hubo un retroceso de 12,3 por ciento a nivel lechón, una disminución del 17 por ciento en el consumo familiar de sidra, y que esa retracción en la demanda burbujeante es explicable por la ausencia de tío Angelito, habitual consumidor masivo, que este año pasa las fiestas con la familia de su ex. También puede usted evaluar las mejoras a nivel regalos, y explicar que es cierto que ha bajado el costo promedio de cada uno, pero también que la cantidad se incrementó en un 18 por ciento porque al primo Enrique se le ocurrió traer a su nueva novia y sus 7 hijos a compartir la mesa, y a todos había que alimentarlos y obsequiarlos.
Uno puede preguntarse si este año tuvo más (y/o mejor) sexo que el año pasado, si su equipo de fútbol dio superávit a nivel alegrías o va a tener que seguir sosteniéndolo sacando energía de otros rubros. Puede preguntarse por el amor, el dinero, el peso, el futuro de la clase obrera, el panorama financiero, la ecología o la vecinita de enfrente que lo vuelve loco; lo que a usted se le ocurra. O bien, dejar todo eso de lado, y simplemente brindar, por la vida, por el deseo, por lo que cada uno considere que vale la pena brindar.
Salud, lector, hasta el sábado/año que viene.
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