Sábado, 27 de octubre de 2012 | Hoy
Por Rudy
Lector, lector, ¿cómo hacemos con los hijos, eh? Digo, ¡qué difícil es ser padre (o madre, o tutor, o encargado, o “el que ejerce la función paterna”) en estos tiempos revueltos, en los que la forma de rechazo social no son más “no te doy mi teléfono” o “no te invito a mi cumple”, sino “a partir de ahora sos ‘correo no deseado’ para mí”,! o “¡Te borro del feisbuk!”.
¿Cómo hacemos para ponerles límites a nuestros hijos, lector, si el antiguamente eficaz “¡no salís de tu cuarto!” recibirá como respuesta: “Obvio, pa, no pensaba salir ni en joda, si acá tengo mi compu, mi celu, mi iPod, mi tele, mi dvd, mi novia, mis amigos virtuales, mi plantita y un montón de otras cosas que mejor ni te digo qué son, porque no lo vas a entender”?
¿Cómo hacemos para saber quiénes son los amigos de nuestros pequeños, si la mayoría de ellos son nicknames, perfiles, contactos, tuits; si los amigos “presenciales” son una ínfima minoría y a los virtuales, en general, ni él los conoce y en algunos casos puede no tratarse de personas, sino de máquinas entrenadas para responder amigablemente a sus requerimientos?
¿Cómo hacemos para saber qué piensan nuestros hijos, si a veces repiten cosas que escucharon por la tele o les llegaron por SMS?
Difíciles los tiempos, lector, difíciles, cuando todo ha cambiado tanto, en tan poco tiempo, cuando de “no tengo teléfono” se pasó a “¿querés el de línea, el celu, el tweet, el email?”. ¡Uno tiene tantas maneras de comunicarse, que no se comunica! ¡Está comunicado todo el tiempo, con todos! ¿Cómo se hace, entonces, para comunicarse con alguien, si uno “ya está comunicado” con todos? ¡Difícil, difícil!
Y los chicos, los adolescentes, los que ahora tienen 16 o 17, nacieron en 1995, o ‘96, vinieron con celular puesto, tal vez tuvieron un tamagotchi como mascota de su niñez, quizás el mejor amigo de la infancia era una
plaishteishon, y sin duda no saben qué era la tele en blanco y negro, con solamente 4 canales, ¡y que transmitía durante un rato!
¡Los chicos que hoy tienen 16 años nacieron con el dólar a un peso, con el voto cuota! ¡Nacieron cuando el “no los voy a defraudar”, ya era “los voy a defraudar, pero poquito”! ¡Los chicos de 17 nacieron cuando los Reyes traían regalos importados y los padres tenían que viajar a ese mismo lugar del que venían los Reyes, a ver si conseguían algún trabajo!
Los chicos no vivieron los tiempos en los que las mujeres no votaban y, por suerte, tampoco esos tiempos en los que ni varones ni mujeres podíamos votar, salvo que usaran birrete militar.
Y esos chicos, y chicas, ahora van a poder votar. Como todos. Como todas. Y todis. Y todes. Van a poder elegir. ¿Y por qué no?
Seguramente, lo van a hacer con más libertad, con menos prejuicios, con más alegría, quizá más tranquilos, sin mochilas (sólo las que usan para ir al colegio). Mientras tanto, nosotros seguimos haciendo chistes, como desde hace 25 años.
Nos vemos la semana que viene, lector.
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