Sábado, 28 de diciembre de 2013 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo le va, lector? Seguro que nos dice que “Bien, muy bien”, sea cierto o no, porque hoy es 28 de diciembre, el Día de los Santos Inocentes, y usted tiene dos opciones, o nos dice la verdad, o nos hace una broma. Entonces usted puede decirnos que:
Los jueces declararon inocentes a De la Rúa y compañía, dicen que jamás hubo sobornos y que fue todo invento del juez.
Reutemann, Barrionuevo y De la Sota son figuras renovadoras del peronismo.
Pino Solanas y Lilita Carrió expresan una corriente política de determinadas ideas coincidentes.
Los dirigentes de la izquierda clasista escriben sus columnas en los medios que ellos mismos denuncian como de la derecha burguesa.
En los últimos tiempos hubo manifestaciones en las que la muchedumbre enfurecida reclamaba por su derecho a comprar dólares.
El asesor de Macri dijo que “Hitler era un tipo espectacular”, y sigue en su puesto como si nada.
Las empresas aceptan un precio máximo para sus productos, y luego les cambian el envase para que parezcan otros.
Un Premio Nobel de la Paz ordenó bombardear algunos países de Oriente.
El Papa es argentino, peronista y de San Lorenzo.
La reina de Holanda también es argentina, aunque no sabemos de qué equipo es hincha, ni por qué partido vota.
Usted puede decirnos todo eso y mucho más, pero no le vamos a creer nada, porque sabemos que hoy es 28 de diciembre, lector. De todas maneras, festejaremos con nuestra mejor sidra (que compramos creyendo que era champagne) su buena intención de acompañarnos en nuestra consuetudinaria tarea de hacerlo y hacernos reír sábado a sábado.
Porque estamos, lector, estamos en “esa semana”. Si las mujeres tienen “esos días”, el año tiene “esa semana” que dura casi dos, y que va más o menos desde el 20 de diciembre (tal vez el 21) hasta el 2 o el 3 de enero.
En “esos días” no le pidamos nada, porque no va a saber qué hacer. Porque es como que un año ya terminó, pero el otro todavía no empezó. Es como una larga tarde de domingo, que dura 15 días, en los que planeamos qué vamos a hacer cuando empiece el lunes, digerimos lo que nos morfamos en el asadito del mediodía, nos movemos de acá para allá sin saber demasiado qué hacer, está difícil conseguir taxi, banco o negocios abiertos, y hay que poner cara de “qué bien la pasé este año, o “este fin de semana”, para que los compañeros de trabajo, los vecinos, la familia, y sobre todo el espejo, nos crean, y no nos rechacen amparándose en nuestro bajo nivel de éxito social (social exit).
Pero ¡seamos optimistas, lector! Dele, que queda lindo ir por la calle con cara de optimista, y capaz que alguno lo toma por dolobu, pero ¿no es eso preferible a ser tomado por agreta?
¿Sabe qué, lector? Este martes que viene festeje el fin de año con sus seres queridos, brinde por que el 2014 sea mejor, cosa que deseamos para usted, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todo hombre del mundo que quiera habitar el suelo argentino, boliviano, senegalés, danés, digamos que todos los terrestres y las terrestras, para no hacerla larga.
Y después, o antes, o durante, sorprenda a su familia con una frase de éstas:
n La casa está en orden, Felices Pascuas.
n Estamos condenados al éxito.
n A los tibios los vomita Dios.
n Hay que dejar de robar por dos años.
n Llorar es un sentimiento, mentir es un pecado.
n Estamos mal pero vamos bien.
n Mi voto es no positivo.
n Yo les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo.
n La duda es la jactancia de los intelectuales.
n Con Bush somos del mismo palo.
¡Se van a sorprender sus familiares, lector! Y seguro que si hasta ahora la reunión venía aburrida, se va a poner linda. Polémica. Caliente. Va a romper con la típica discusión sobre si el pan dulce lleva frutas secas o abrillantadas, o si deberíamos festejar la Navidad en junio para que no haga tanto calor, o si la vida empieza en el momento de la concepción, del nacimiento, o cuando uno se recibe de médico, según plantean las diferentes creencias.
O si no, les puede contar alguno de estos chistes populares
Un nuevo rico va a un museo en Europa, y compra tres Picasso, cuatro Matisse, dos Van Gogh y tres Miró. Se refriega las manos y se dice: “Bueno, ya tengo las tarjetas de Navidad, ahora sólo me faltan los regalos”.
Un porteño decide empezar el año en París. El primero de enero el varón junta coraje y dinero, y entra al restaurant más fino de la ciudad. Pide el menú y lo mira. Lee: “Gigot de mouton. Rôti de veau. Quiche lorraine. Entrecôt grillé. Omelette aux fines herbes. Terrine de carotte. Mousse au chocolat. Poulette a l’oignon”. Se acerca el mozo: “¿Qué se le ofrece, monsieur?” Y el porteño: “¡Un diccionario che!”
Los amigos se brindaron todo, están en re pedo, es Navidad, son las cuatro de la mañana. Uno: “Bueno, me voy escuchar un sermón”. El otro: “Pará, está bien que seas muy religioso, y hoy es Navidad, pero ¿dónde vas a escuchar un sermón a esta hora?”. Y el otro: “En mi casa, de mi mujer”.
Son las seis de la mañana del 1º de enero. Pepe de últimas, pero últimas, antes de caer en el pedo total, le pide a su cuñado: “Por favor, Cacho, una copa más”. Y el cuñado: “¿Sidra o champagne?”. “Da igual, es pa’ vomitarlo.”
¡Ojalá la haya pasado muy bien en Navidad, lector! y ¡lo mejor para el año que viene! Nos vemos en 7 días, o en una semana. Usted decide.
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