satira

Achicá el antipánico

Por Rudy

¿Cómo le va, lector? ¿Bien? ¿Está seguro de que le va bien? ¿Sí? Pero ¿está “seguro seguro seguro”, o solamente “seguro seguro”? Porque, hoy en día, con dos seguros no alcanza, con tanta inseguridad que se siente, cuando se siente. Y encima, a Seguro lo llevaron preso, pero lo dejaron salir por la otra puerta de la comisaría. O al menos, eso dicen.

Dicen. Dicen que dicen.

“Dicen que yo, de sólo estar, fui apagándome”, cantaba César Isella, difundiendo de esa manera un rumor sobre el fuego en Animaná. “Dicen y dicen pero nunca cumplen”, critica Zona Ganjah. “Dicen que la distancia es el olvido/ pero yo no concibo esa razón”, comienza “La Barca”, bolero en el que también podemos observar cierta reflexión crítica acerca de lo que se dice y lo que uno píensa.

Y quizás el colmo del rumor sea esta letra de Ivo Pelay, que conocemos vía Tita Merello en “Se dice de mí”: “Si charlo con Luis, con Pedro o con Juan, hablando de mí, los hombres están. Critican si ya, la línea perdí, se fijan si voy, si vengo o si fui.” O sea, la música nos lo está diciendo: todo es sospechoso, nada es seguro, todo es rumor.

Y un rumor puede provocar, puede provocar... ¡Ay, no, tengo miedo de decirle, lector, lo que podría provocar un rumor, porque capaz que después usted se lo cuenta a otra persona, y ésta a otra, y luego se difunde, se viraliza, se populariza, se milloniza, y se vuelve doctrina universal! Y mañana, o el lunes, está todo el mundo preocupadísimo por “lo que puede provocar un rumor”.

Y entonces yo me voy a sentir culpable por haberlo difundido. Y se lo voy a confesar a un amigo, Y éste a otro y quizás a otros dos, y quizás ellos a otros diez, y quizás éste a otros más, y llegue a los medios. Y se vuelva tema importante es Feisbuk y Tuiter. Y dentro de dos días, todos los medios titulen a cuerpo catástrofe “RUDY CULPABLE”.

¿Sabe cuántas sesiones necesitaría para poder elaborar que ya no mi mamá, ni alguna ex, ni una empresa que me manda una factura equivocada, sino “todas las voces todas, todos los medios todos”, me hagan sentir culpable?

¡No alcanzaría con todos los psicoanalistas de Buenos Aires! Sobre todo, porque dificílmente se pongan de acuerdo entre ellos sobre el origen de mi culpa. Y yo me sentiría “inseguro”. Aunque más no sea, para que no me llevan preso, como a Seguro.

Digamos entonces que “a Seguro lo llevaron preso y a Inseguro le dijeron que haga terapía”.

¡Ojo, lector, no estoy diciendo que no haya robos, asaltos, crímenes! Los hay y, obvio es decirlo pero lo decimos igual, ¡queremos que no haya más! Que haya menos. Y si no hay ninguno, por utópico que sea, mejor.

También hay robos gigantes, como el corralito, el megacanje, la estatización de la deuda privada (allá por los ‘80). Robos que llegan a ser terroristas (nuestra Presidenta así lo marca) como el accionar de los fondos buitre. Tantos robos, que un conocido sindicalista llegó a decir “acá hay que dejarse de robar por dos años”, hace 25.

Y frente a los fondos buitre, no hay reja, cámara de seguridad o botón antipánico que funcione. Es más, actúan a cara descubierta. Y a veces, hasta “son la ley”. O “tienen la ley”. O cambian la ley a su gusto, según la coyuntura.

Cierto es que cualquier cosa puede ser tomada como un “hecho de inseguridad”.

- Caperucita Roja: “La sexagenaria y su nieta fueron halladas ilesas en el vientre de la feroz bestia”.

- Blancanieves: “Nuevo caso de manzana envenenada en el conurbano, y el gobierno sigue mirando al espejo”.

- Cenicienta: “Sale de bailar a las doce de la noche y le roban todo en la misma puerta del Palacio de Gobierno. ‘Hasta el zapatito me quitaron’, exclama la pobre niña”.

Aclaro de nuevo, no estamos menospreciando lo que pasa, estamos hablando de otra cosa, que es cómo se lo difunde.

Y frente a esas medidas, la gente se defiende como puede. O como le dicen. Y después pasan cosas, como estos testimonios:

- Llamé a una empresa de seguridad, me ofrecieron un sistema antirrobo que costaba 50.000 pesos. Para ponerlo, tuve que vender el televisor, el DVD, el lavarropas y varios cuadros. El sistema es muy bueno. Si llegan a venir los ladrones, ya no van a encontrar nada que robar.

- Puse un sistema de seguridad en mi casa, pero falló, igual entró mi mujer y me pescó justo con otra.

- Puse un cartel en mi casa: “Cuidado con el perro”. Me lo robaron.

- Hice blindar mis puertas y me quedé tranquilo. Tampoco sirvió: mi suegra tocó el timbre y mi mujer le abrió.

- Lo de tener las puertas blindadas es buenísimo: ningún ladrón te puede hacer nada... siempre que estés del lado de adentro de la casa.

- Otra empresa de seguridad te instala un sistema lleno de alarmas. Pone alarmas en la puerta, en la cocina, en el baño, en el hall. Ni se te ocurra levantarte de noche a hacer pis, que te cae la policía, los bomberos y todos los vecinos se quejan por el ruido.

- Otra agencia cobraba mucho menos, pero no era efectivo, ¡cada vez que vea algo sospechoso encienda la batiseñal! Bueno, también los podía llamar por teléfono, la característica es de Ciudad Gótica.

- Igual Batman en Argentina la pasaría muy mal. Acá los ladrones son iguales al resto de las personas: no se disfrazan como el Guasón o el Pingüino, ni van dejando pistas por todos lados como el Acertijo.

Quizás el único que tiene un buen botón antipático es Obama... lo aprieta y.... ¡Booooom! Bueno, es antipánico para él y nos provoca pánico a los demás, así son las cosas, lector.

Y de esto se trata este suplemento. Y nosotros tenemos nuestro propio sistema antipánico: el humor. Que a veces funciona y a veces no. Pero... es lo que hay.

Hasta la semana que viene.

Satira12 actualiza todos los Sábados a las 18 hs.

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Sábado, 27 de septiembre de 2014
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