Sábado, 5 de diciembre de 2015 | Hoy
¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿No lo sabe? Bueno, en tal caso le recomendamos volver a leer nuestro suplemento del sábado pasado, ese que hicimos sobre la incertidumbre. Quizás el hacerlo no le aclare nada, pero al menos no va a sentir tan solo en este jardín de los senderos que bifurcan y uno no sabe cuál es peor, parafraseando, mal, a Borges.
¿Se siente usted desorientado “como turco en la neblina”? ¿O “como turco después de derribar un avión ruso”, con el consecuente enojo de Putin? Quizás dicen “yo no fui, no lo vi, se metió donde no debía, creíamos que era un capítulo de Las mil y una noches que no nos gustaba y además los aviones no existen. Sabemos que son buenos en negar cosas. Si no, pregúntenles a los armenios, que hace cien años que están esperando que reconozcan el genocidio de 1915.
Y ya que no hablábamos de Guerra Fría, ¿qué tal el clima, lector? ¿Calentito, lleno de mosquitos, y desmejorando hacia la semana que viene con altas probabilidades de neoliberalismo? Bueno, puede ir sacando el paraguas, pero si no tiene, no se preocupe, dicen que pronto vuelven los importados de Taiwán, a precios ridículos, digamos, a un dólar, o a dos sueldos básicos al cambio del día.
Dicen, lector, que el clima está cambiando. De hecho, hace un par de semanas, gran parte de nuestra población votó a favor de que ese cambio llegue y se aposente en la mismísima Casa Rosada.
Sí, lector. cuando salga el próximo SátiraI12, o sea dentro de una semana, va a haber un nuevo presidente en el sillón de Rivadavia.
Bueno, siempre que no lo privaticen y sea el sillón de Jonesmith SA, por el que pagamos una interesante tarifa para que se le permita el uso a nuestro presidente electo. Nadie piensa que algo asi vaya a pasar. Pero, lector, entre nosotros, ¿pensaba usted, o alguien, hace mas o menos tres meses, que ahora iban a pasar las cosas que están pasando? ¿Verdad que no, que non, que nein, que niet? El cambio clima... perdón, ¡el clima cambia!
Pero no se asuste, lector, que Roma no se hizo en un día (buena frase para tranquilizar a la gente, aunque no tenga nada que ver con la cuestión).
Los climas cambian, pero no de golpe. Todos los desastres que estamos sufriendo los terrícolas (permítame este “marcianismo” –sólo un marciano de mala serie dice “terrícolas”–), son el resultado de años, décadas, quizá más de un siglo de duro trabajo de hombres, mujeres y maquinaria.
Contaminar, destruir, deforestar, extinguir, arruinar recursos naturales, calentar la Tierra, emitir gases diversos, ¡eso no se hace en un periquete, ni en un santiamén, ni en un minuto de cordura! Para arruinar a conciencia el planeta en el que vivimos, y poner en riesgo la vida para nosotros, nuestra posteridad y todo hombre, mujer, niño, adolescente, animal, vegetal o mineral que quiera habitar el suelo terrestre, hace falta tiempo y esfuerzo.
O sea, lector, que si está usted preocupado por el clima de lo que viene en el país, puede distraerse un ratito informándose sobre lo que pasa en el continente. Pero si eso lo amarga, puede ir mas allá, y enterarse de cómo viene la cosa en el mundo. Pero si eso lo amarga mucho y le da miedo de volverse loco, siempre puede achicar el pánico y volver a reflexionar sobre lo que está pasando en el país.
Si ninguna de las tres opciones lo conforma, no lo hace feliz, no le da ganas de salir a la calle y comprar un globo, un globo amarillo para reglárselo a su novia y así sellar un compromiso de amor... insisto, si nada de eso lo pone bien... ¡usted tiene problemas! Es un poco neurótico, “agrietado”, o simplemente, está bien informado. Usted elige.
Hablemos del país.
Decíamos entonces (hace sólo unas líneas) que las cosas no se hacen “redepente” –diría la gran Niní Marshall–. O sea, no es que hasta el miércoles tenemos un clima, y de pronto el jueves ¡Paaaaaaaaa, el tsunami! No. No es así. Este clima, el que creemos que se viene (bueno, los meteorólogos tampoco la embocan siempre, y no por ello dejan de pronosticar), de alguna manera ya se esta instalando.
Es más, los que lo traen, los que lo compran carísimo (adivine quiénes lo vamos a pagar, en un tiempo) nos quieren hacer creer que ellos no tienen nada que ver, que ya estaba, que ellos simplemente lo sinceraron.
O sea, hay solcito, y puede nublarse de vez en cuando, pero ya están vendiendo los paraguas (de Taiwán), y no “por si llueve”, sino, nos dicen, “porque ya esta lloviendo a cántaros”.
Así es el neoliberalismo, lector. Si el mercado dice que llueve, llueve, y si usted va por la calle al solcito, sin que le caiga una gota, el que esta equivocado es usted.
Y seguramente algún día va a llover, porque eso pasa. Y cuando pasa, así sea dentro de un año, le van a decir “¿Viste, qué te dije yo? ¡Que llovía!” Y le van a regalar un globo amarillo. Paraguas no, eso hay que comprarlo.
Y si quiere mezclar el país y el mundo, sepa usted que tenemos un nuevo futuro secretario de Medio Ambiente que dijo “No tengo conocimiento técnico en el área de Medio Ambiente”,
Interesante.
Quizás alentador, este “sinceramiento”. El es, dice ser, farmacéutico, rabino, escritor y diputado. Pero de Medio Ambiente, según sus propias palabras, no sabe. Nos preguntamos si, frente a una inundación, por ejemplo, usará alguna de sus cuatro habilidades y tirará al agua algún antidiurético, escribirá una novela, mandará un proyecto al Congreso que frene el agua, o le rogará a Dios que arregle todo. O... no sabemos, nosotros no hacemos pronósticos.
¿Seré bueno ese “sinceramiento”? Jose Martí cultivaba una rosa blanca “para el amigo sincero que me da su mano franca”, pero de esto pasó mucho tiempo, y si el clima sigue así, va a estar complicado también para los que quieran cultivar rosas. Por otra parte, últimamente se usa “sincerar” como sinónimo de “aumentar”. Por ejemplo: “Se sinceró el tomate”, “¡Uy, la harina está ciento por ciento más sincera!”, “La carne lo admite todo: ‘Con el pan, hemos decidido sincerarnos’”
Duele.
Y por otro lado, por más sincero que sea nuestro nuevo “Especialista en no saber sobre Medio Ambiente”, ¿qué pasaría si otros funcionarios “se sinceraran” de la misma manera?
“Yo la verdad es que de economía no sé nada, pero no se preocupen, que los grande bancos me van a decir qué es lo que tengo que hacer.”
“Yo lo más cercano que hice sobre seguridad fue quitarles un 13 por ciento a los jubilados, así tienen menos probabilidades de que les roben, ya que no tendrán nada en el bolsillo.”
“Ehhh, Interior... Interior... ¿querés un globito amarillo?”
No decimos que esto es así, nosotros no pronosticamos, sólo hacemos chistes.
Hay una Cumbre en París y se discuten el clima y los recursos del mundo. La ecología nos preocupa a todos, incluido el Papa. En Argentina hay un cambio, aunque todavía no sabemos qué es lo que eso quiere decir, o, si nos sinceramos, “un poco no queremos saber”.
De todo esto trata este suplemento.
Hasta el sábado que viene, lector.
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