Sábado, 5 de marzo de 2016 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿Volviendo? ¿De dónde? ¿Y a dónde? Porque si algo signa estos nuevos tiempos virtuales es esa extraña sensación de que uno no sabe muy bien dónde está, “¿Qué importa saber quién soy, ni de dónde vengo, ni hacia dónde voy?” decía ese viejo tema “Vagabundo”; “No soy de aquí ni soy de allá” decía Facundo Cabral. “¿Dónde estoy, dónde me pongo?” se preguntaba cómicamente Pepe Biondi, allá en los territorios (para mí) de la infancia, territorios en los que, justamente, todo parecía más conocible.
Le decía, lector, que vivimos en los tiempos de la incertidumbre, una incertidumbre más certera que nunca. Por ejemplo, hace solamente cuatro días, el mismísimo presidente nos contaba que estábamos en un país en el que “era muy difícil encontrar una hoja”, ejemplo que procedió a demostrara leyendo dos veces una misma carilla. Será tarea de sus asesores, o de su psicoanalista, dilucidar si la dificultad en encontrar hojas es algo generalizado, o más personal.
Lo mismo volvió a ocurrir cuando se refería a “la pesada herencia”. Uno se preguntaba (y no fui solamente yo, el tema circuló por las redes sociales), si se refería a lo que ocurría en el país, o a, quizás, una conflictiva relación con alguno de sus propios ancestros. En el primer caso, si fuera el país, gente de su propio partido le decía que, después de los tres meses de gobierno, debía “hacerse cargo” de la situación. Si se tratase de la relación parental, cualquier psicoanalista le diría que, con más de 50 años, ya era hora de que dejase de lado esa excusa y se hiciera cargo de su propio deseo.
Quizá de este mismo tema... o de uno parecido, habló frente al Sumo Pontifice en la brevísima reunión (más cortita que sesión lacaniana, diría un amigo). Si así hubiera sido, la expresión de Francisco en la foto lo dice todo,
Nosotros solamente somos humoristas. No somos de su partido, no somos su analista, no somos el Papa (aunque hablemos en primera persona del plural). Así que no sabemos cuál es el origen del discurso. Pero la realidad, única verdad, diría el general, es que el presidente nos habló de la pesada herencia. Y nos habló de un país que no coincide con el país en el que creemos estar.
Nos habló de un país en el que estaba todo mal, y algunos creyeron que se refería al presente puntual, pero él se refería al pasado. Entonces pensamos que se refería al 2001, pero no, se refería al 2015.
Nos hablaba de una cantidad tremenda de pobres, y a muchos nos pareció un verdadero sincericidio. Creímos que nos estaba diciendo que en estos pocos meses de su gobierno la cantidad de pobres había crecido enormemente, y que ése era un tremendo problema. Pero no. El intentaba convencernos de que esos pobres estaban de antes, y de que con un plan de abrir la importación, liberar el mercado y pagarles miles de millones a los fondos buitre, la pobreza iba a disminuir.
Como algunos pensamos que la manera de disminuir la pobreza es intentando retener las divisas en el país, y estimulando la producción nacional, nos preguntábamos cómo haría con las medidas decididas para disminuir la pobreza en la Argentina.
Otra vez nos equivocamos. Nos estábamos ubicando en otro país diferente al de él. Es obvio que el presidente se refería a la pobreza de los países a los que pertenecen los fondos buitre. Muy solidario de su parte, disminuir la pobreza en otros países. Muchos de nosotros, que no lo sabemos entender, pusimos entonces la misma cara que Francisco en la foto.
Si uno intenta seguir su lógica (es el presidente, lo votó un montón de gente), cuesta un poco entender por qué se dedica tan solidariamente a terminar con la pobreza de esos países, si acababa de decir que hay muchísima pobreza en su propio, nuestro, país. ¿Será que en el fondo piensa que no estamos tan mal, y por eso podemos tranquilamente hacernos cargo de la pobreza de los fondos buitre? ¿O su nivel de generosidad es tal, que llega a incluso a sacarse el pan, la papa de la boca, para dársela a quienes menos la necesitan?
O sea, lector, que nos hablaba de un país en el que está todo mal, pero que puede destinar gran parte de sus divisas a apoyar a los pobres buitres. De un país que quiere terminar con la pobreza, pero que abre la importación “a la mano invisible del mercado”.
La imagen ya descripta de Pepe Biondi “¿dónde estoy, dónde me pongo?” vuelve inevitable.
Por eso esta nota empezaba preguntándole a usted, lector, si sabe dónde está, adónde viene, de dónde vuelve. Porque mucha gente “escucha y cree” y de alguna extraña manera dice: “ bueno, si el presidente dice que estamos acá, el diario dice que estamos acá, la radio dice que estamos acá, la tele dice que estamos acá y el juez Griesa dice que estamos acá, debe ser que estamos acá, aunque a mí me parecía que estábamos en otra parte”.
Y otros dirán: “¿Ese país pobre pero que les paga a los fondos buitre, es el país en el que estamos, o es el país en el que él quiere que estemos? ¿No estará hablándonos de sus propios deseos?” (¡Uy, eso que dijimos hace unos párrafos que le hubiera indicado cualquier psicoanalista!)
Si los adultos tenemos semejante confusión, si no entendemos dónde estamos, si creemos estar en un país, y a media cuadra hay gente que cree estar en otro, imagínense los chicos. Bueno, no sé, quizá los chicos la tengan más clara, a esta altura de la virtualidad.
Y en estos días, lector, comenzaron las clases. En el país que era pobre, en el que se volvió pobre en estos meses, en el que todos tiene derechos, y en el que todos tienen derechas
De eso trata este suplemento.
Hasta la semana que viene, lector
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