Sábado, 4 de junio de 2016 | Hoy
Por Rudy
¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿cómo la está pasando? ¿Se acuerda de los tres payasos que tenían un chow, y empezaban preguntándole al público (a los gritos) ¡¿Cómo están ustedes!? Y la gente, eufórica (mas allá de cómo la estuviera pasando en su vida cotidiana), respondía ¡¡¡Bieeeeen!!!!??? Eran Gaby, Fofo y Miliki, y no eran Ceos, ni ministros, ni gurúes. Y todos éramos más chicos. Y tal vez más ingenuos. O tal vez, menos.
Pero hablemos de ahora, de esta hora de alegría un tanto oscura (bueno, si quiere encienda la luz, pero la boleta la paga usted), y un tanto confusa, porque estamos todos con la esperanza puesta en un segundo semestre que en verdad no sabemos cuando llega, adonde llega y si llega.
Porque quizás es a los Fondos Buitre, o a las Bahamas, o a algún lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, donde va a llegar el segundo semestre cargado de regalos para todos. O puede ser el segundo semestre, pero de 2018. O de 1789, con la toma de La Bastilla el 14 de julio. O de 1776, el mismísimo 4 de julio la independencia de los Iunaited Steits. O el 9 de julio, de 1816, en Tucumán. Todo eso ocurrió al iniciarse el segundo semestre,… quién le dice.
Pero en cualquier caso, lector, cuando le pregunto cómo está, espero, sinceramente, que usted esté aliviado. Porque le sacaron a usted, y a todos nosotros, un gran peso (y, es cierto, unos cuantos pesos) de encima.
Me explico: Todos nosotros pasamos los últimos 12 años atormentados, sin entender nada, carcomidos por la duda ¿Qué hago, qué hago? ¡a dónde me voy de vacaciones? ¿Me puedo cambiar el auto, o hacer un viaje afuera? ¿Me compro un nuevo smart tevé, o cambio el celular?
La gente, sobre todo gran parte de los sectores medios, que tenían un sueldo “populista”, podía acceder a esas cosas, o al menos, a la posibilidad de. A la esperanza de, si ese era su deseo. Y el deseo, ya lo sabemos, suele ser tormentoso.
Familias de clase media discutiendo por el destino de su próximo viaje. Parejas que entraban en crisis por discutir si se le ponía récula o salmón a la ensalada. Miles de horas de psicoterapia gastadas por obsesivos que se preguntaban y se preguntaban y se preguntaban por los detalles de uno u otro celular. ¡¿Cuántos y cuántas se habrán quedado sin dormir calculando las cuotas para alcanzar su casa propia, a partir de un plan social?
¡ Nos atormentaba el fantasma del consumo, la fantasía del bienestar!
Pero esa pesadilla se terminó, lector! De pronto, nuestra vicepresidenta, y un economista que debe saber mucho de psicoanálisis, nos batieropn la justa (o mejor dicho, la injusta).
Y nos resolvieron el trauma de golpe. ¡ No era un problema nuestro de verdad, era una fantasía que nos hicieron creen los del gobierno anterior! ¡No tenemos que hacernos problemas por la ropa, el celu o el viaje! ¡Esos problemas sólo los tienen los ricos!
¡Nuestros problemas son mucho más simples: llegar a fin de mes, no perder el laburo, poder pagar el gas! ¡Gracias, Gobierno, gracias economistas, gracias neoliberalismo, gracias mano invisible del mercado!
Por suerte nuestra vice sabe muy bien cuáles son los problemas y los derechos de la gente “normal”, y cuáles los de los pobres. Y entiéndase por pobre a todo aquel que no puede offshorear. Esto es importante, porque la neurosis es muy traicionera, y más de uno (uno mismo) puede, sobre todo a la luz de la década pasada), sentir que tiene derechos a un montón de cosas.
Okey, sigamos soñando. Pero si hacemos terapia con un psicoanalista oficialista, nos pinchará el globo, y nos lo reemplazará por otro, de color amarillo.
Y este gobierno está comprometiéndose firmemente con todo por los pobres para que no se extingan, para que cada vez haya más, y que tengan conciencia y orgullo de ser pobres, y no quieran abandonar su cultura y sus tradiciones, así se las pueden mostrar a los turistas, y sobre todo a los posibles inversores que visiten nuestro país.
El gobierno anterior, en cambio, los estaba volviendo locos, alimentándoles esa fantasía de poder. ¡Que ni siquiera es para clase media! En este sentido, sí me animo a hacerles una crítica a nuestros actuales gurúes. Con los humildes han sido sinceros, pero a cierta clase media, y, por ejemplo, a los radicales, los han engañado mal, haciéndoles creer que son sus socios. “¿Quieren ser nuestros socios? ¡Junten guita y compren acciones!”, eso es lo que nos les dijeron, y ahora, los muchachos que se rompen pero no se doblan, quedaron “más desubicados que radical en gobierno de Cambiemos” (nuevo refrán popular).
Pero volviendo a los pobres, los funcionarios organizan “Talleres de Pobreza” que son el equivalentes de los de Entusiasmo, pero para la gente de menores recursos. Son talleres a distancia, masivos solamente ponen la tele, y ahí sale alguien diciendo
n No hay que comer carne, es para los enfermos.
n No hay que gastar gas, con ponerse un pulóver se ahorra el calor.
n Y un gurú que te dice: “El NO poder está en ti, tú no puedes. Y si no puedes, no tienes. Y si no tienes, es porque no mereces”.
¡Y ya está! A dormir tranquilos y en paz. No se les ocurra tener insomnio, que las pastillas para dormir están carísimas!
Pero el Gobierno va más allá. ¡Por qué quedarse en el país, si el mundo se nos ofrece? Argentina está instalando un nuevo modelo para todos: el de la verdad. Por eso, nuestro pizzero mayor, Alfonso, fue a España a pedir perdón por Repsol, por haber echado al virrey Cisneros y porque nos comimos a Solís.
Y a un mes de la Independencia, les propone volver al virreinato, versión siglo XXI, o sea, el virreinato económico. Quizas haya gente que no quiera que volvamos, depende de España; los norteamericanos, por ejemplo. Bueno, pero esto es una meritocracia, así que el que ponga más meritos, nos compra.
En la Argentina populista, cada demanda se veía como un derecho. En la neoliberal, en cada demanda se ve un negocio
De esto trata este suplemento.
Hasta el sábado, lector.
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