Viernes, 30 de mayo de 2008 | Hoy
SON
Ellen DeGeneres se decidió a dar el mal paso —casarse—y aprovechó para enrostrarle públicamente al candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos sus bien conservados prejuicios.
Por Mariana Enriquez
Es una pena, pero en Argentina Ellen DeGeneres es apenas una persona que es conocida porque es famosa en Estados Unidos, pero pocos saben bien por qué es célebre, o mejor, por qué es un icono. Su sitcom, Ellen, que fue al aire entre 1994 y 1998, se vio por cable aquí, pero no logró la popularidad de otras como Seinfeld o Will & Grace, una verdadera injusticia. Además de que se trataba de un programa brillante y graciosísimo, en Ellen ocurrió uno de los hechos masivos más importantes para la comunidad gay internacional: primero ella, la actriz, salió públicamente del closet en el talk show de la megadiva Oprah Winfrey, y luego su personaje lo hizo en el programa, que durante su último año se trató de las complicaciones y las alegrías de ser lesbiana y que todo el mundo lo sepa. Los ratings cayeron después del coming out y la sitcom sólo aguantó un año más al aire. Parecía que Ellen no iba a poder recuperar la popularidad; parecía que su sexualidad la había alejado del público masivo.
Pero ella logró reinventarse y se convirtió en presentadora de su propio programa de entrevistas, The Ellen DeGeneres Show, que no se ve aquí por pura maldad, ya que entrevista a superfamosos en encuentros inteligentes además de muy graciosos, y hay pasos de comedia increíbles. El programa ganó nada menos que tres Emmy y está en syndication, es decir que se ve en todo el país. No es que los norteamericanos necesiten que alguien les presente a Ellen: fue conductora de dos de los espectáculos más vistos, la entrega de los Emmy en 2001 (poco después del atentado a las Torres Gemelas) y la edición Nº 79 de los Oscars, lo que la convirtió en la primera persona abiertamente homosexual en estar en esa posición de toda la historia de la estatuilla.
La vida personal de Ellen, una mujer que combina con sabiduría la acidez más corrosiva y cierta actitud campechana que desarma al público, también fue siempre la comidilla. Durante tres años fue pareja de la actriz Anne Heche, que eventualmente la abandonó para casarse con un camarógrafo, negar su lesbianismo y contar a la prensa que tenía doble personalidad y había sido secuestrada por extraterrestres. Después de la linda y loca Anne, Ellen tuvo otras parejas, pero es ahora con la superglamorosa y bellísima Portia de Rossi que ha decidido casarse (Portia es actriz y participó de Ally McBeal y la maravillosa comedia Arrested Development). Por este temita del matrimonio, la semana pasada Ellen discutió públicamente con el candidato republicano John McCain y la discusión también pasará a la historia. El senador le dijo, cuando ella le contó lo contenta que estaba por sus próximas nupcias: “La gente debería tener la posibilidad de acceder a arreglos legales y eso es algo que debemos estimular, especialmente en áreas como las de seguros de salud. Pero sucede que yo creo en el status único del casamiento entre hombre y mujer. Y sé que tenemos un desacuerdo respetuoso acerca de este tema”. Ellen le contestó: “Los negros y las mujeres no tenían el derecho a votar hasta hace muy poco. Y creo que este viejo pensamiento de que no todos somos iguales sigue vigente. Pero lo somos. Nuestro amor es el mismo. Para mí, cuando alguien me dice que puedo tener un contrato, se siente como si me dijeran: ‘Te podés sentar acá, pero acá, no’. No se siente inclusivo. Me siento aislada, echada a un lado. Siento que no nos deben las mismas cosas, ni los mismos compromisos”. McCain sólo apuntó que seguía en desacuerdo, pero que le deseaba todo lo mejor. Y Ellen: “¿Entonces me llevaría hasta el altar?”. Y McCain: “Touché”. Sus palabras finales fueron: “Bueno, sólo espero que algún día no se llame contrato, sino casamiento”. Los que quieran ver el intercambio en su idioma original pueden hacerlo aquí.
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