Vie 27.11.2009
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ENTREVISTA

¡Vivan los novios!

Apenas hay espacio en su agenda para comer a las apuradas, mientras hablan sin parar y con un resto de sorpresa de cómo se convirtieron en protagonistas de un hecho histórico: el 1o de diciembre, Día Internacional de la Lucha contra el Sida, van a convertirse en el primer matrimonio gay de América latina y el Caribe. Pareja militante también por los derechos de las personas viviendo con vih, Alex Freyre y José María Di Bello abrieron una brecha jurídica que están dispuestos a seguir ensanchando.

› Por Marta Dillon

—¿Cuánto hace que piensan en casarse?

Alex: Para las parejas gays o lesbianas o trans la palabra matrimonio estaba vedada por completo, entonces jamás formó parte de un plan posible. Y de pronto ya tienen el turno y hasta los análisis prenupciales hechos.

(Se mueren de risa, podría decirse que están locos de contentos.)

A: ¿Te das cuenta? Nosotros somos miembros fundadores de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays y Trans y desde el principio trazamos cuatro puntos fundamentales: la derogación de los edictos policiales y códigos de faltas que tienen que ver con la persecución transfóbica, homofóbica y lesbofóbica; la ley de identidad de género, porque las y los trans es el grupo más vulnerado y se necesita urgente esa ley. La educación sexual con perspectiva de diversidad porque entendemos que con educación sexual mucha de nuestra agenda se aliviana. Y la ley de matrimonio. Y nos preguntamos qué parejas de novios estábamos dispuestos a ponerle el cuerpo a esa militancia. Fuimos la cuarta pareja en presentar un amparo, nunca creímos que seríamos los primeros en casarnos.

—¿Cambiar del fuero de familia al contencioso administrativo no les daba esperanza?

A: La verdad que no, porque conocíamos los fallos de la jueza Gabriela Seijas, sabíamos que trabaja en la Universidad Austral (ligada al Opus Dei) y nos parecía imposible.

J: Sin embargo después del fallo nos invitó a su despacho y nos dijo que los primeros que fallaron a nuestro favor fueron sus cuatro hijos.

A: Y su marido, que a una pregunta suya pudo decir en diez segundos más de diez insultos relacionados a la homosexualidad que quedaron plasmados en el fallo como prueba de lo enquistada que está la homofobia en el lenguaje cotidiano.

—O sea que todo fue inesperado, incluso supongo que el gobierno de la Ciudad no apelara.

J: Todo es increíble. En menos de 24 horas supimos del fallo, que Macri no apelaría y que íbamos a convertirnos en la primera pareja gay en casarse de toda América latina y el Caribe. Si adelgacé cinco kilos en los últimos días no es porque soy una novia nerviosa porque va a casarse, sino porque siento una responsabilidad impresionante.

Una responsabilidad militante.

A: Nosotros dos somos militantes por los derechos humanos de las personas viviendo con vih, porque tenemos vih y porque éramos militantes desde antes, desde el colegio secundario; a nosotros no nos inventó el sida. Y también militamos en la Falgt. Es una construcción de ciudadanía que vamos teniendo a medida que vamos creciendo como personas y nos desprendemos de la educación heterosexista y valorando la educación de la vida cotidiana...

—¿Les queda espacio para hablar de otras cosas?

J: No, hablamos de lo mismo todo el tiempo (risas).

A: Bueno, de todos modos esto expresa lo que hago, pero no soy solamente lo que hago, aunque el que se casa soy yo. Yo me caso con José. Pero no deja de ser cierto que ser una pareja militante como somos nosotros la siento más para toda la vida. El vínculo es muy fuerte.

—¿Es diferente una militancia que atraviesa tan radicalmente el cuerpo como la de ustedes?

A: No lo sé. A mí suelen decirme: “Decís que tenés vih, que sos gay, ¿no te guardás nada para vos?”. Como si la intimidad fuera eso...

J: Creo que lo que está escrito en el cuerpo hace una diferencia. No son ideales o sensibilidad social en abstracto, aunque me conmueva lo que le sucede a cualquier ser humano.

(Suena el celular, llegan noticias: las sesiones ordinarias se extendieron hasta el 10 de diciembre y ellos lo festejan, hay una chance más para que el debate sobre el matrimonio que ahora es una excepción pueda convertirse en ley nacional.)

—Dan la sensación de estar flotando a unos centímetros del piso.

A: Y qué querés, trabajamos todo el tiempo y encima servimos para algo. Las herramientas que José y yo tenemos nos obligan responsablemente a la visibilidad.

J: Y sí, además es increíble que sea Macri quien lo habilite. Una persona a quien le reclamamos una reunión de trabajo porque hay una agenda social que ni siquiera está planificada. Estamos exigiendo que a esta postura le dé contenido, que haya políticas públicas para la diversidad sexual con presupuesto. ¿Qué pasa con la educación sexual, con el sistema público de salud, con la atención y la prevención del vih/sida?

—Eso, ¿qué pasa con esa agenda? ¿Cómo ven ustedes la situación de las personas viviendo con vih/sida?

A: Está todo muy pauperizado. La gente se empobreció, no sólo los nuevos infectados o infectadas, sino todos. En parte porque el acceso al trabajo sigue siendo complicado pero también el sistema público de salud se empobreció, los servicios no funcionan, faltan nombramientos, en la Ciudad de Buenos Aires se nota mucho. Todo el sistema que debería contener a las personas con vih está pauperizado.

J: Además después de la asunción de Macri el programa de sida ya no tiene relevancia, cada vez está menos jerarquizado.

A: Hay una Coordinación Sida que trabaja bastante bien, pero no está acompañada por una política estratégica integral. Ahora, por ejemplo, no tienen ni folletos propios, si no fuera por los que les da Nación... Y los preservativos escasean o no están, se entregan con cuentagotas. Las chicas travestis vienen a nuestra oficina a buscar forros sabiendo que hay porque en el hospital no les dan o les dan cinco por mes. Y es ridículo, porque es evidente que ahí hay un problema urgente y algo hay que hacer. Cinco es casi una burla.

—¿Es muy difícil comprar o conseguir forros para una organización como Buenos Aires Sida?

A: No, porque nosotros somos una organización proactiva que gestiona. Pero el hospital público no puede gestionar donaciones o la compra de preservativos, eso le corresponde a la Ciudad... ni los CGP pueden hacerlo.

—Ustedes trabajaron además con el Hospital Ramos Mejía en la atención de personas trans...

A: Sí, Incluso hicimos testeo en nuestra oficina de Constitución con entrega de resultados y se procesaban en el servicio de inmunocomprometidos del hospital. Y fue un súper impacto en políticas públicas porque demostramos que hay un abordaje posible y muy piola.

—¿Quién lo lee eso, logra influir en las políticas públicas?

Sí, yo creo que sí. Creo que la diversidad sexual puede cambiar el modelo de intervención. Lo que pasa es que todavía estamos en tiempos simbólicos de dictadura. Tal vez esto del matrimonio sirva para empezar a salir de la dictadura y entrar en democracia. Pero faltan las trans, que siguen en la dictadura.

—¿Nunca les hizo ruido pelear por esa institución tan conservadora?

A: Sin duda el matrimonio es una institución que debe modificarse, eso es una lucha de todos, heterosexuales y homosexuales, pero primero tenemos que estar adentro.

J: Esto es un golazo contra la discriminación. Acabamos de abrir una brecha jurídica, ya está el símbolo, vivos o muertos veremos el cambio.

—Cuéntenme de los análisis prenupciales.

A: Es una ley horrible de 1937 que consta de un examen de VDRL (sífilis) y una revisión física al hombre para ver si tiene alguna señal visible en los genitales. Y se hace tal cual. Ahí vimos un aspecto del mundo heterosexual que no conocíamos. Y podemos decir que hay una barrera jurídica importante: primero porque debería ofrecerse el análisis de vih tal como lo indica la ley: voluntario, gratuito y confidencial, porque es una oportunidad de acceso importante. A las mujeres se lo ofrecen recién en el embarazo, como si fueran un envase de futuros hijos, pero su salud como persona no está contemplada. Y así nunca se va a disminuir la brecha de ese 50 por ciento de personas que vive con vih y no lo sabe. Esto se asemeja a la prohibición de donar sangre a los homosexuales.

—¿Por qué?

A: Porque como no nos permiten donar sangre, se pierde, además, un momento en la posibilidad de acceder al diagnóstico. Es una oportunidad y resulta que somos los grupos más vulnerados y no accedemos. El impacto del vih en nuestros colectivos es mucho más alto y padecemos barreras jurídicas que atentan contra el acceso a la salud y la prevención.

J: Hay que cuestionar si hay que hacer estos análisis y también por qué a las mujeres no se las considera. Y qué sentido tiene hacer sólo VDRL. Porque el vih es una infección que siempre es potencialmente trasmisible más allá de que exista el protocolo suizo que dice que si tenés la carga viral indetectable durante más de seis meses y ninguna ITS podrías tener relaciones sin preservativo porque no habría riesgo... (Suena el celular, más noticias: no hubo lugar a una medida cautelar que podría impedirles el matrimonio. Siguen los motivos de festejo y la pasión aumenta. O se renueva.)

—¿Nunca les pasó, como a tantas parejas de mujeres, que los confundieran con hermanos?

J: Nunca, los tipos de la mano son putos. Eso es la famosa invisibilidad lésbica.

A: Además nos damos besos, muchos besos, a veces naturalmente, a veces militantemente (Obviamente, se besan.) ¡Para la foto de este momento histórico!

—¿Les preocupa terminar siendo los únicos en la foto?

A: Lo que nos preocupa es que se construya un estereotipo de pareja como el válido, el validado, el normal, el “esos son familia”. Porque eso deja afuera, dentro de nuestra diversidad, a miles de personas.

Algo parecido a los primeros discursos en torno al sida, como que había víctimas a las que había que tenerles piedad —por el modo en que se habían infectado— y otros sospechosos por el modo en que se habían infectado. ¿Será que ahora hay parejas “tolerables” (en el peor sentido) y otras no tanto?

J: Si supieras las pavadas que tuvimos que escuchar en torno de esto...

A: Es cierto que somos muy prolijitos, pero somos así. Y estamos en relación con muchas otras personas y realidades. Además, no somos sólo prolijos, también tenemos vih, no tenemos un mango, somos gays. No somos principito y principito, somos dos militantes que cada vez que nos besamos en público y en la tele buscamos un cambio cultural. Sin olvidarnos de que hay familias que necesitan esta ley de matrimonio urgente.

J: Es como cuando nos dicen que vamos por una institución burguesa, sí. Seguro que es perfectible y es una cuestión de cada pareja cómo se lleva ese matrimonio. Se trata de la conquista de derechos —si querés burgueses, pero es la sociedad en que vivimos— que ahora nos son negados.

—¿Es esta una conquista sólo gay lésbica?

A: ¿Por qué?, ¿las travestis no tienen pareja?, ¿quién dijo que no quieren casarse? En nuestra oficina de Constitución está lleno de chicas trans que quieren casarse... Obviamente no es lo más urgente. Lo urgente es la violencia, el acceso a la salud, la identidad de género. Pero esto es para todos y todas.

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