A LA VISTA
› Por Diana Sacayán
El 28 de noviembre es el Día de la Remembranza Trans: no se puede decir que sea un día que se celebra, sino que es simplemente el día mundial de la memoria sobre lo que no tiene que seguir pasando pero pasa. La fecha fue elegida para recordar a Rita Hester, asesinada en 1998 en Boston, y a todas las personas trans que año a año corren la misma suerte. Cada año se consigna una lista de nombres y de edades de las víctimas, y la gran mayoría ronda los 20 y 30 años. Los nombres y los números parecen lejanos, ajenos, pero no lo son: yo conocí personalmente a Sabrina, que vivía en el barrio Dorrego, en el kilómetro 31, en González Catán, en una casucha que se caía a pedazos, hecha con restos de todo. Se enfermó de tuberculosis. Podría haberse enfermado de apendicitis, como Daniela, o de cualquier otra cosa. Necesitaba asistencia, que no es lo mismo que ayuda. La gente de la villa funciona como una verdadera comunidad. La vida allí no es tan hostil como en la ciudad. El que necesita una taza de azúcar va y la pide. Los vecinos fueron los que la ayudaron y los que pidieron asistencia al Hospital Evita. Sabrina se murió esperando. A los días, llegaron los funcionarios. Tarde, dijeron los vecinos. Desde que hicimos la última marcha y la exposición de fotos en la puerta de la Municipalidad de La matanza en junio de este año, ya fallecieron dos compañeras por este mismo descuido. Tamara y Gabi, del barrio Nicol, todavía están esperando. No hubo ningún tipo de respuestas luego de la movilización, y la verdad es que nos parece vergonzoso cómo está tomando el tema el gobierno municipal de La Matanza, que lo único que ha hecho es visitar el lugar y llevar cascotitos y arena. Me pregunto por qué las travestis no recibimos planes sociales ni podemos trabajar en las cooperativas. Nosotras nos constituimos como la cooperativa Silvia Rivera, en el rubro de servicios de catering, e hicimos todos los requerimientos legales, pero aún no puede funcionar porque no contamos con un espacio propio, que es lo que el Ministerio de Trabajo nos exige. ¿Cómo hacemos para progresar si para eso hay que tener primero un espacio propio? Hoy parece que la prioridad es el tema del casamiento. Apoyamos ese reclamo y rechazamos enérgicamente los dichos vertidos por el obispo de San Justo, Baldomero Carlos Martini, que dijo que "no hay que confundir el matrimonio con otra cosa: un perro es un perro y un gato es un gato". Respondemos que la Iglesia es la Iglesia y que como tal le toca pedir perdón por sus pecados y errores cometidos. De hecho, la Iglesia es una institución que fue cómplice del fascismo, de las dictaduras latinoamericanas, y que encubre en su institución a curas pedófilos. Pero también decimos que tenemos otras prioridades. No morir en una zanja. No vivir a la intemperie. No esperar la ayuda que llega tarde.
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