CINE
Ayer se estrenó Sherlock Holmes, con Robert Downey Jr. y Jude Law, una pareja de película que parece empeñada en sacar definitivamente del closet, tras un siglo de sospechas, al detective y a su fiel compañero Watson.
› Por Diego Trerotola
Parece que nadie va a ver la película Sherlock Holmes de Guy Richie para que el detective más célebre de la historia de la literatura y el cine resuelva con fascinante y milimétrica perfección un caso enrevesado de crimen sin castigo. Ahora, el misterio central de la nueva aventura de Holmes y su ladero, el Dr. Watson, es si son o no pareja. Ni la disciplinaria moral victoriana como telón de fondo ni la condena de Oscar Wilde como amenaza de castigo ejemplar pudieron borrar el rumor de que entre ambos personajes se escondía un romance elemental. Más de un siglo de sospechas, de pistas, parece que está a punto de resolverse. Y ahora no hay que tener la capacidad de observación y la perspicacia deductiva del detective de la calle Baker de Arthur Conan Doyle para percibir que en esta última adaptación cinematográfica —con Robert Downey Jr. y Jude Law, el detective y el doctor, respectivamente— se comportan como una pareja, o como especifica Rene Rodriguez en el Miami Herald: “Holmes y Watson se pelean y discuten como un matrimonio de ancianos”. Y la crítica coincidió: el conflicto central de la película parece ser el romance entre los dos personajes. En el Village Voice, J. Hoberman apuntala que la película tiene la lógica de una historia de amor hollywoodense, con un Dr. Watson guapo “cuyo inminente matrimonio pone a Sherlock loco de celos”. Es que, como Law y Downey Jr. hacen tan buena pareja, cuando Watson le reclama a Holmes por qué siempre está saboteando su relación con su futura esposa Mary, uno piensa que como toda respuesta el detective le estampará un beso de lengua. No llega a eso, pero casi, porque, como señala Roger Ebert, “ambos parecen ahora más que un poco gays... Incluso Jude Law parecía que estaba usando lápiz labial cuando fue a promocionar la película al programa de Letterman”. No es raro que los críticos, adiestrados para leer cada detalle de las películas, encuentren un subtexto gay, pero si los mismos actores apoyan esta lectura, la cosa cruza la línea de lo sutil. Y, a pesar de lo que diga Ebert, no sorprende a nadie que el actor inglés Law, que tiene todo el perfil de un consumado metrosexual, elija resaltar sus rasgos y modales refinados con los que seduce, para promocionar la película. Lo que sí podría sorprender es que Robert Downey Jr. salga a tirar plumas como una loca. Porque en el mismo show de David Letterman, Downey Jr. respondió a una insinuación sobre la homosexualidad del detective invitando a ver una secuencia de Sherlock Holmes con estas palabras: “¿Por qué no vemos el clip y dejamos que el público decida si el personaje resulta ser un homosexual muy masculino? Que son muchos. Y estoy orgulloso de conocer a algunos de ellos”.
La idea que sembró Downey Jr. en los espectadores al promocionar la película con una sugestiva ambigüedad, según algunos medios de espectáculos, no gustó nada a los ejecutivos de la Warner Bros., porque supuestamente “condiciona” a ver a los actores como amantes: “El estudio quiere posicionarla como una película de acción y aventura, no como Secreto en la montaña 2”, informó Rob Shuter, del sitio Pop Eater. Otras fuentes, como Entertaiment Weekley, sostuvieron que Warner Bros. no tiene problemas sobre el asunto, pero nunca hubo una declaración oficial. La que sí fue categórica al respecto fue Andrea Plunket, la supuesta propietaria de los derechos en Estados Unidos de la obra literaria de Conan Doyle: “No soy hostil a los homosexuales, pero lo soy frente a cualquier persona que no sea fiel al espíritu de los libros”. Acto seguido, Plunket aclaró que si Richie explorara la veta homoerótica en la próxima película, no le dará los derechos para una secuela: “Sería drástico, pero retiraré la autorización para hacer más películas si sienten que es un tema que deseen llevar a cabo en el futuro”. No sería drástico, sería homofóbico. Especialmente porque a Plunket, como bien marcaron algunos medios, no le importó que la película convierta a Holmes en una suerte de Superman, un héroe de acción superdotado, que no revela ninguna fidelidad con las narraciones de Conan Doyle. Ahora bien, si Sherlock se enamora de Watson, ahí pone el grito en el cielo. Qué elemental, Plunket.
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