ENTREVISTA
Enamorada de Buenos Aires o, mejor dicho, enamorada en Buenos Aires, Yusa –la cantante cubana que se presenta en Palermo por estos días– toma distancia de todos los “ismos” que denomina sectarios, así como también de todo lo que sea encubrir la propia identidad.
› Por Paula Jiménez
–Era muy chica, no tengo conciencia de no haber hecho música antes. Desde que tengo uso de razón toco la guitarra. Estudié de los 9 a los 23 años. En Cuba, en los ‘70, hubo asentamiento soviético y ellos formaron parte de nuestra educación. Así que me eduqué con rusos, como todos los estudiantes cubanos. Fue mi madre la que vio que esto no era algo opcional en mí: mi gusto por la música era muy evidente. Ella me crió con total libertad y esto influyó en cómo llevé mi vida en general, no sólo mi música sino también el resto de las cosas, como mi sexualidad, por ejemplo.
–Yo no soy militante, no tengo militancia de ningún tipo y nunca he tenido conflictos con mi sexualidad. También he tenido parejas heterosexuales. Siempre funcioné a partir de la libertad y de ir junto con lo que sentía en cada momento. De hecho, no creo en la militancia feminista como concepto, no creo en ese tipo de militancias sectarias que minimizan y merman lo que tiene que ver con el sentimiento y la espiritualidad. Hoy soy una persona felizmente enamorada, pero eso debe tener que ver con mi historia, con mi propia educación. A mí me motiva la sensibilidad de las mujeres, pero nunca he sido excluyente del sexo masculino. Hay personas que tienen una vida que no es ni siquiera interesante en ese sentido y que se conflictuaron con eso, yo no. Además siempre tuve apoyo de mi familia y mi madre reconoció en mí mi sensibilidad. Ella siempre me decía: “Tú lo que tienes es que ser feliz”. Seguramente a la hora de formar una pareja con una mujer la habré herido, porque para sus preceptos y su historia debe haber sido difícil, porque no son cosas a las que uno esté acostumbrado. Para mi generación es más fácil que para personas que superan los 40 o los 50 y que vivieron otro tipo de vida que la que yo viví.
–Mira, yo no viví la represión que sufrieron personas en los años ‘70. En mi caso lo viví de otra manera. Además el medio también ayuda: yo vengo del mundo del arte, allí funcionamos por amor, por pura vocación. Y de ahí a sentir que te motiva la sensibilidad de lo femenino le pone un extra. Además, me siento orgullosa de ser una mujer y hacer canciones, y también por poder hacerme notar en sociedades como las nuestras, que siguen siendo totalmente machistas. Yo no puedo ser otra cosa que lo que soy: mujer, negra, y lo llevo con orgullo. Y todo eso se lo debo a mi madre, que me ha marcado la libertad.
–Hoy se está hablando más, antes era tabú. Se está hablando sobre los derechos de los homosexuales directamente desde el gobierno. Se van creando también movimientos para proteger los derechos de las personas que eligen parejas de su mismo sexo. Los tiempos cambian, por suerte. Recuerdo que en mi edificio vivían personas que en un inicio me miraban mal porque creerían que estaba enferma, porque había prejuicios todavía. Yo convivía con una mujer que concibió un hijo de una relación de amor y he vivido llevando al niño a la escuela, criándolo desde que tenía 9 meses hasta sus 10 años. Hoy es violinista, es un niño totalmente normal y fue criado por dos mujeres. El niño sufrió no tener un padre y una madre para desarrollarse, pero al mismo tiempo lo vio de otra manera porque tuvo dos madres.
–Sufrió la separación de sus padres. Y sufrió en el momento de estar en la escuela... aunque tal vez lo sufrimos más nosotras que él, porque los niños son más evolucionados, uno se preocupa mucho más porque hay prejuicios sociales. Pero tal vez yo me preocupaba por cosas que el niño no. Siempre he sido Yusa para él, no he sido ni una tía, ni una prima, sino Yusa. Mis amigos son mayormente heterosexuales y tienen hijos, aunque también tengo amigos gays, pero no es el medio en que más me muevo, porque como ya te dije, no soy sectaria y no creo en lo que nos separa, sino en lo que nos une. Esto ha hecho que en mi propia vida las personas aprendan a respetar el hecho de tener yo una mujer como pareja. Porque siempre lo he llevado con mucha dignidad y todo el mundo, los vecinos, mi familia, la gente que conozco, sabe que yo soy una persona correcta, que no agrede, que no es enferma y soy respetada como ser humano. Claro que eso es fruto del día a día, que es lo más difícil, lo más fácil es aislarse. Lo más fácil y lo más difícil, claro. Podría poner ejemplos de personas de los años ‘30 o ‘40 que fueron por encima de lo que un patrón social imponía. Yo también, soy una persona que nunca se ha escondido. Mi integridad está en lo que soy y en lo que me rodea. Nunca he tenido problemas con mis elecciones. Al no ser problemas para mí lo vivo naturalmente en la sociedad.
–Mira, yo he logrado que las personas que me rodean, y que no han elegido mi tipo de vida, me pregunten, se interesen, quieran saber. Lo peor sería que lo nieguen o que hablen por detrás. Cuando creás relaciones inteligentes es muy fácil, y eso hace que tu espectro vaya creciendo también a nivel social. Hay personas que están reticentes en cuanto al tema, pero te van viendo todos los días y llega un momento en que se hace notorio. A esto me refiero con ser parte activa de esos cambios.
–Quedé impactada, me pasó totalmente a un nivel intelectual y nunca me pregunté si era una mujer o un hombre, simplemente fui sensible a esa persona, a ese cerebro, a ese arte. Y ante eso me entregué con libertad. Pero, bueno, ya tenía un background adelantado: mi madre y mi educación. Eso es lo que lo hace más notable: estar bien ubicado en lo que uno es. Lo que uno es debe ser llevado con dignidad porque no puedes cambiarlo.
–No, no es que se acomoda sino que simplemente no le queda otra. Tú no puedes dejar de ser lo que eres, pero sí creo que en algunas sociedades esto ha costado más porque no es lo habitual. ¿Por qué debe estar mal que dos mujeres decidan tener una relación si lo hacen por amor? Por los patrones sociales. ¿Cuántas personas hubieran sido más felices si hubieran elegido a alguien de su mismo sexo? Yo opto por la felicidad, así como voy por mi arte: sin concesiones de ningún tipo. Porque si voy a hacer concesiones, ¿cómo voy a evolucionar en la sociedad si no evoluciono en mi persona? Lo pienso para mí y asimismo lo pienso para mi sociedad, es decir para Cuba, y si voy a andar escondiendo lo que siento, ¿a dónde vamos a parar si no hay reflejos de nosotros mismos? Yo quiero ser lo mejor para un hijo mío, ir más allá de un modelo hipócrita. Y como te decía, yo no me escondo. Tengo amigos gays que sienten que la misma sociedad los ha llevado a ser sectarios. Organizan una fiesta donde solo pueden entrar personas de su sexo, por ejemplo. ¡Pero si somos una sociedad de hombres y mujeres! Eso no es militancia, es sectarismo y cosas así han hecho que la propia sociedad los margine. El sectarismo nunca ha sumado. Uno debe hacerse respetar en donde está y eso es lo que va a provocar que en el futuro la sociedad te pueda respetar. ¿Que va a llevar tiempo? No importa. Los legados quedan.
–Estuve en varios países de Europa y los hay muy conservadores. Por ejemplo, Inglaterra es muy conservadora como concepto, sin embargo los sectores de diversidad sexual supieron valerse por sobre la sociedad. Hay una gran apertura allí. Y en Cuba hoy también se está hablando. Nosotros somos una nación muy joven, las naciones europeas llevan un poco más de historia y éstos son temas que han llegado como prioridad un poco más tarde. En este momento, en Cuba, ya se habla, incluso, de temas más complejos: no sólo de la unión entre dos personas del mismo sexo sino también de la entrada de un tercero, es decir, de un niño.
–Sí, y estoy aquí desde hace seis meses.
–Porque me tocaba. Soy otra después de Argentina, porque aquí la vida me cambió. Yo nunca había hecho gira por América del Sur, y un gran amigo mío me había vaticinado que este país me iba a cambiar. Yo crecí con Charly García como crecieron los argentinos, para mí Charly es de siempre, no de ahora, y esto habla de una cultura común que nos une. Pero cuando llegué aquí, además, me marcó mucho la comunicación con el público y el tipo de gente, es lo que me hizo editar un disco en este lugar. Este país me acogió como ninguno. Y llegó a mi vida de la manera más insólita, a través de Santiago Feliú, que vivió aquí muchos años. La primera vez que caminé por Corrientes fue al lado suyo. Nunca estuve tanto tiempo fuera de Cuba y, por suerte, también me marcó lo más importante, que es el amor. Es por eso que sigo aquí, porque a mí el país que más me gusta para vivir es el mío. Yo no podría estar en ningún otro si no fuera por una razón tan fuerte como ésta. No es casual, pienso: este lugar me estaba esperando. Estos son los caminos de la vida.
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