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› Por Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans.
Convocamos a los católicos de buena fe a repudiar los insultos homofóbicos de la jerarquía vaticana y reclamar que no se encubra más a los curas pedófilos.
La Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans repudia las deshonestas y ofensivas declaraciones del secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, quien, consultado sobre la gravísima situación por la que atraviesa su iglesia por los centenares de denuncias de abuso sexual infantil que se han hecho públicas en todo el mundo —a las que se suman las distintas investigaciones periodísticas que demuestran el encubrimiento institucional que el Vaticano ha venido brindando a los curas y obispos pedófilos—, tuvo el desatino de decir que la pedofilia “está relacionada con la homosexualidad”, como si ahora gays y lesbianas fuésemos los culpables de las perversiones y la criminalidad de algunos empleados del Estado vaticano.
No, cardenal Bertone. No hay ninguna relación entre la homosexualidad y el abuso sexual infantil cometido por curas y obispos contra niños varones. Tampoco hay ninguna relación entre la heterosexualidad y el abuso sexual infantil cometido por curas y obispos contra niñas mujeres. Tampoco hay ninguna relación entre el catolicismo y el abuso sexual infantil. Ni entre la religiosidad, sea del credo que sea, y el abuso sexual infantil. El abuso sexual de niños y niñas es un crimen que no distingue orientaciones sexuales, ni creencias religiosas. Lo que sí existe, y cada vez es más evidente, es encubrimiento, ocultamiento y amparo de curas y obispos pedófilos por parte de la jerarquía de la Iglesia Católica Apostólica Romana, de la que usted es uno de sus principales funcionarios.
Es ofensivo e indignante que los encubridores de pedófilos quieran culpar a los gays y las lesbianas de todo el mundo por sus crímenes. “El cardenal Bertone, en vez de continuar injuriando a nuestra comunidad, debería explicar por qué hay cientos de denuncias en todo el mundo contra empleados de su iglesia que se aprovechan de la inocencia de los niños y niñas que estudian en las escuelas católicas, son albergados en hogares de huérfanos dependientes de la Iglesia o son monaguillos en las parroquias. Debería explicar por qué cada vez que una de estas denuncias está por salir a la luz, la institución de la que es funcionario, en vez de llevar cada caso a la Justicia, traslada al empleado acusado a otra diócesis para protegerlo y busca callar las voces de las familias. Debería explicar por qué el propio papa Joseph Ratzinger firmó recomendaciones para no denunciar a sacerdotes acusados de abuso sexual infantil ‘por el bien de la Iglesia’, tal como reveló el diario español El País. Debería explicar qué pasó en el coro de niños que dirigió el hermano del Papa. Debería explicar por qué la Iglesia argentina protegió a monseñor Storni y al padre Julio César Grassi, entre otros”, afirmó la presidenta de la Falgbt, María Rachid.
Pero en vez de explicar esas cosas, la jerarquía del Vaticano, nuevamente, se la agarra con los gays y las lesbianas. Ofendernos, insultarnos y militar activamente contra nuestros derechos civiles parece ser una de las principales preocupaciones del Vaticano. Por eso presionan a los gobiernos del mundo para impedir la sanción de leyes que reconozcan el matrimonio entre personas del mismo sexo o castiguen los crímenes de odio y la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Los alarma que las personas homosexuales formemos una familia y formalicemos nuestras uniones ante la ley mediante el matrimonio, y se erigen en fiscales de la sexualidad y la vida privada de católicos y no católicos en todo el mundo mientras el desarrollo de su propia sexualidad demuestra que muchos de ellos son incapaces de diferenciar una relación sexual consentida entre adultos de la violación de un niño o una niña de 12 años, que un obispo español llegó a justificar en un reportaje diciendo que “los niños a veces provocan”.
La Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans convoca a los curas y obispos honestos y de buena fe, que día a día trabajan en sus comunidades de base luchando contra la injusticia y la violencia, a los que siguen el ejemplo de monseñor Angelelli, del padre Mugica, de Jaime de Nevares, a los que trabajan en las villas con los pobres, a los que creen que el mensaje cristiano debe basarse en el amor y no en el odio, y a todos los católicos de buena fe que no se sienten representados por los insultos homofóbicos del Vaticano, a expresarse públicamente. Que no sea en nombre de todos los católicos que esta casta reaccionaria y medieval enquistada en los palacios de Roma continúe injuriando a las personas homosexuales y conspirando contra nuestros derechos civiles, llegando al colmo de culparnos de sus crímenes horrendos.l
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