Viernes, 20 de agosto de 2010 | Hoy
A LA VISTA
El juez Baltasar Garzón estuvo de visita en la Argentina con el motivo, entre otros, de conseguir apoyo político ante su reciente destitución en España a raíz de su iniciativa de investigar y reflotar juicios contra crímenes de lesa humanidad en el período franquista.
Con una agenda muy ajustada, entre sus actividades también estaba el cierre de la presentación del Informe Anual 2009 “El Sistema de la Crueldad” junto a Adolfo Pérez Esquivel en La Plata. Yo iba a concurrir y era una picardía no hacer el intento de hacerle algunas preguntas.
Sucede que vengo luchando y esperando la oportunidad para que el Estado argentino desagravie y compense a mujeres y trans en situación de prostitución por la persecución sistemática a través de códigos infra-penales e inconstitucionales mientras debería accionar en la protección de estas sujetas –entre las que me hallo– desde que se declaró abolicionista, allá por 1950. Nuestro Estado no sólo nunca lo hizo sino que accionó en dictadura y democracia persiguiendo a las víctimas. Además de habernos dejado expuestas –por omisión y connivencia– al usufructo ilimitado de las fuerzas policiales que nos explotaron sexualmente con beneficios económicos y personales al tenernos como objetos de sus descargas sexuales, llegando a los extremos terroríficos de ser sus blancos en ejercicios de tiro y tortura.
Con nervios, colándome entre medios locales y nacionales, en cuanto se abrió un poco el campo de juego pude acercarme a Baltasar Garzón para decirle:
–Señor juez, es sobre la ley de identidad de género –el resto de los medios sólo atinó a acercar sus micrófonos–. Nosotras queríamos consultarlo porque es bastante diferente lo que piensa la comunidad travesti en Argentina y en Latinoamérica de la propuesta que se ha llevado adelante por ejemplo en España.
–Creo que la ley se ha aprobado aquí en Argentina muy recientemente. ¿O es una ley más amplia sobre la que consulta?
–Esa fue la de matrimonio. Mi pregunta es sobre la ley de identidad de género. En España, esa ley propone invisibilizarnos como hombres y mujeres mientras que nosotras decimos que precisamente, por ser una ley inherente a nuestra identidad, tiene que reconocer que no somos ni hombres ni mujeres, somos otras construcciones subjetivas y que hay que darle institucionalidad a eso precisamente.
–Desde luego, es ésa una cuestión que exige el tratamiento diferenciado que yo creo que merece y que es reconocer esos derechos que tiene esa comunidad, que efectivamente no tiene por qué ser ni de un género ni de otro sino ser el propio. Por tanto, en esa línea es en la que hay que trabajar tanto aquí como en España y cualquier otro lugar.
–¿Y respecto de las travestis como de las mujeres en situación de prostitución en Latinoamérica? Hemos sido maltratadas, abusadas y coimeadas para transitar y existir, por acción u omisión de los Estados, y perseguidas y criminalizadas por el Estado en Argentina aun siendo éste un país abolicionista, tanto en la dictadura militar como en democracia. Estamos buscando el resarcimiento económico por parte del Estado.
–Yo creo que debe haber un compromiso de lucha contra cualquier forma de violencia sexual o de género y si se ha producido, si es verdad que se ha producido ese desconocimiento de la agresión, debe ser resarcido.
Sin tiempo para rodeos, encontré las perlas que buscaba, sobre todo pensando en la negativa de expertos responsables en cualquier área a contestar sin la debida meditación en el asunto. Lo logré con ese “si es verdad que se ha producido ese desconocimiento...”. Porque el potencial nosotras lo podemos borrar sin dudas. Sabemos que la verdad sólo se puede afirmar y que tenemos medios para demostrarlo fehacientemente.
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