ES MI MUNDO
Como en un juego de espejos, detrás de The L Word, la serie de culto de y sobre lesbianas, hay un grupo de mujeres dispuestas a crear poder lésbico en la industria de la televisión norteamericana. Amigas, novias, amantes que pueden cambiar de categoría sin perder relación tejen una trama que se traslada a la pantalla con resultados que se acercan al fenómeno. Lástima, ésta es la penúltima temporada y la que sigue apenas tiene ocho capítulos.
› Por Mariana Enriquez
Cualquier fan de The L Word está familiarizada con “el Cuadro” o “The Chart”, un esquema que, con flechas, une a quienes tuvieron sexo entre sí, hasta formar un mundo propio. El Cuadro es fundamental en la trama, pero pocos saben que el Cuadro nació en la vida real, entre las productoras, directoras y guionistas de The L Word: ellas fueron y son amantes y amigas.
El primer personaje importante de The L Word en la vida real es la superproductora Ilene Chaiken, ex ejecutiva de las compañías de Aaron Spelling y Quincy Jones, una mujer que conoce el negocio como pocas, y supo olfatear el momento adecuado para venderle al canal de cable Showtime la serie que quería hacer. “Siempre supe que, lamentablemente, había que esperar a que existieran programas con hombres gays”, dice Chaiken. “Puedo hacer sociología sobre el asunto, y seguramente volvería a darme la cabeza contra la pared, pero como soy productora de TV, tuve que pensar fríamente y sabía que una serie sobre mujeres lesbianas no funcionaría nunca si no existía algo antes. De hecho, se lo propuse a Showtime, el mismo canal, en 1994, diez años antes de que se estrenara al fin The L Word, y en la primera reunión me dijeron que jamás pasaría la aprobación de los señores ‘de arriba’. Y jamás se me ocurrió ofrecerlo a un canal de aire, ¡ahí ni los heterosexuales tienen sexo! Conseguí el OK en 2004, y lo primero que hice fue llamar, para trabajar a partir de mi idea original, a Rose Troche. En The L Word trabajan muchas personas que no son gays ni lesbianas, pero no toman las decisiones de trama. No creo que puedan hacerlo. Hace falta que lesbianas escriban sobre lesbianas para mantener el criterio.”
Chaiken demostró gran inteligencia y astucia al llamar como colaboradora a Troche. Porque Chaiken es una lesbiana muy adinerada, mujer fuerte de la feroz industria del entretenimiento, en pareja desde hace más de 20 años con una arquitecta y madre de mellizas; una lesbiana de Hollywood, que trabaja en Los Angeles desde los 21 y participó tanto en comedias blandas como en Twin Peaks de David Lynch. Rose Troche, su amiga, es de una especie completamente distinta. Y aunque The L Word transcurre en L.A. y es un drama glamoroso (“es una mezcla de Melrose Place y MASH”, dice Chaiken), hacía falta la diversidad que podía aportar una alumna aventajada del cine indie como Troche. De familia puertorriqueña, creció en Chicago, y en 1994 estrenó un clásico del cine indie en general y lésbico en particular: Go Fish. Cuenta la ya mítica productora Christine Vachon en su libro Shooting to Hill: “Go Fish llegó a mis oficinas de Killer Films a medio hacer, porque la directora, Rose Troche, se había quedado sin dinero. Fue una de esas ocasiones en las que vi lo que había filmado y sencillamente supe que había un público hambriento de ver esto. Aquí había una película lésbica que no era sobre el coming out —eso ya había quedado atrás, era obvio— sino sobre enamorarse y estar juntas, y salir, y charlar, y tener sexo”. Era la primera película de Troche, en blanco y negro y un poco amateur; pero funcionó, y cómo. Se presentó en el Festival de Sundance en 1994, y ganó el premio del jurado. También convirtió en una estrella de culto a la hermosa Guinevere Turner, coguionista y protagonista de la película.
A sacar las lapiceras para seguir “el Cuadro”: Guinevere Turner también es guionista de The L Word, y actúa en la serie con un papel algo periférico pero inolvidable, el de Gabby, la ex novia de Alice (recordemos: Alice es la chica que crea el Cuadro). Ah: Guinevere Turner era, cuando se filmó Go Fish, la pareja de Rose Troche. No bien se separaron, escribió el guión de American Psycho, la película de la directora Mary Harron, que se hizo famosa —bajo la producción de Christine Vachon y Killer Films— con I Shot Andy Warhol y que también dirige algunos episodios de The L Word. ¿Ya hay mareo? Y esto recién empieza.
Dice Guinevere Turner: “Escribir The L Word es muy complejo. En un sentido es fácil, porque como es la primera vez que se hace una serie lésbica, nadie nos puede acusar de robar; de hecho no podemos robar, porque no hay de dónde. Las historias son las propias, o de nuestras amigas y amantes, retocadas porque esto es televisión. Claro que se nos acusa de falta de realismo, de que las chicas son demasiado hermosas, de que la única más o menos butch es una preciosura andrógina... Pero, insisto, es televisión. Tenemos feedback permanente de la comunidad, que puede ser bastante cruel en su exigencia. ¡Chicas, piedad, que no es fácil!”.
La bella Guinevere está contenta, además, de poder trabajar con su amiga Rose Troche: la separación fue amistosa. Además, en la tercera temporada, entró a trabajar como guionista Cherien Dabis, la nueva novia de Rose (que venía de la producción de The West Wing). Un dato para quienes no conozcan cómo se maneja el trabajo en televisión —en todas partes, pero especialmente en Estados Unidos—: los que arman una serie son un verdadero equipo, no existe un único guionista o productor, porque los exigentes tiempos no lo permitirían. La inteligencia y coherencia de los productores ejecutivos (en este caso liderados por Ilene Chaiken) es encontrar ese equipo que cierre y trabaje como si se tratara de una única mano. Por eso hay tantas guionistas y directoras en The L Word. Todas famosas, todas talentosas.
Un dato antes de pasar al siguiente apartado: la actriz que interpreta a Alice, la chica que inventó el Cuadro, se llama Leisha Hailey, lideraba el grupo The Murmurs y fue durante muchos años la novia de la cantautora canadiense k.d. lang. No es la única integrante del cast con novia rockera: en el piloto de The L Word, la más que hermosa Shane (Kate Moennig) es acosada por una de sus ex amantes, que no soporta haber sido rechazada. La acosadora es interpretada por Tammy Lynn Michaels, más conocida como la esposa de la súper estrella del country rock Melissa Etheridge.
A pesar de que muchas y muchos creen que en los últimos episodios The L Word se pasó de rosca con el drama y el glamour de sus actrices, al punto de estar al borde de la crispación, no se puede negar que la serie sirve como referencia para mapear el mundo de las artistas audiovisuales lesbianas: casi todas las que tienen visibilidad están allí. Completemos, entonces, el Cuadro.
El tercer episodio de la serie fue escrito por Angela Robinson, una directora joven que en 2003 y 2004 lanzó las películas D.E.B.S., una propuesta completamente novedosa, porque se trata de aventuras de espías, con tiros y demás, sólo que las chicas protagonistas son lesbianas (y a una de ellas la interpreta Jordana Brewster, una de las actrices más hermosas del mundo). En las dos últimas temporadas, Robinson ya dirige y escribe con regularidad. En la segunda temporada, entró como guionista la escritora A.M. Homes, autora de The End of Alice y de la colección de cuentos La seguridad de los objetos, libro que fue llevado al cine por ¡Rose Troche! Homes se define como bisexual, y se la considera una de las escritoras más valientes de Estados Unidos: The End of Alice, la historia de un abusador de menores encarcelado, causó una pequeña furia cuando se editó en 1996. Y, a manera de gesto, Mary Harron (la directora de American Psycho y I Shot Andy Warhol) dirigió algunos episodios. Harron es heterosexual, así que no está abierta la puerta para que escriba. En eso, la productora ejecutiva es dura. Chaiken está dispuesta a establecer una suerte de poder lésbico en la producción de TV, dando trabajo, visibilidad y prestigio a las mujeres talentosas que, en general, se quedan afuera de la competencia. O como dice Rose Troche: “Ni yo ni Guinevere nos convertimos en famosas, ni ganamos dinero después de Go Fish, a diferencia de hombres gays que empezaron a filmar en la misma época o poco antes, como Van Sant o Haynes. Nosotras seguíamos siendo la curiosidad. ¡No sé cómo pude mantener mis finanzas entre películas! Cuando Ilene me llamó para The L Word, yo estaba por hacer un documental sobre prostitutas en Nevada. Dudé, de verdad dudé. Ideológicamente no estaba preparada para el salto. Pero me decidí, y me dije: ‘¿Por qué no dejar de sufrir?’. Y ahora, a pesar de que siempre se hace complicado por las críticas, estoy orgullosa de nuestro trabajo”.
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