ES MI MUNDO
Siendo Wayne, fue un joven rebelde y activista que participó en los disturbios de Stonewall. Como mujer fue actriz y cuando debutó como cantante, los críticos compararon su show con la noche de estreno de El exorcista. David Bowie le robó su música y John Cameron Mitchell, su vida. Con 63 años, Jayne County lleva consigo el orgullo de ser la primera transexual en liderar una banda de rock y la madre de uno de los movimientos más importantes de la música: el punk.
“Yo soy la verdadera transpionera del glam-punk”, sentencia a los 60 Jayne County. Y eso es verdad. Cuando inició su carrera musical a principios de los ’70, ese chico vestido como mujer, con trajecitos hechos de preservativos, cantando a los gritos con su voz chillona, enloqueció a todo el mundo. Mientras Lou Reed, David Bowie y Alice Cooper jugaban con la ambigüedad desde la imagen, Wayne/Jayne County ofendía los escenarios con su tema “Stick it in me” (“Enterrámelo”): “Reina de los camiones, si estás de suerte, y si querés coger, podés enterrármelo”. Nunca antes palabras tan indignantes y sórdidas para el mundo machista del rock habían sido dichas. Con su lenguaje de la calle, insolente y obsceno, fue punk antes del punk y abrió la puerta a la siguiente generación de músicos.
A principios de los ’60, el joven Wayne, a pesar de ser un adolescente, ya era toda una personalidad en la subcultura gay de Atlanta, EE.UU. Ya había cambiado su apellido a County: ése fue el primer paso que dio en su firme deseo de convertirse en artista. Hacía pocos años había abandonado el pequeño pueblo de Dallas (Georgia) que lo vio nacer como Wayne Roger en 1947. Atrás quedaba ese hogar dominado por un riguroso abuelo alcohólico, que temblaba de rabia ante la insolencia de su nieto descarriado. Y es que la actitud de provocar y no detenerse ante los ataques de los demás estuvo siempre presente en County.
Wayne y sus amigos de Atlanta se travestían. Eran las screaming queens (“reinas de los gritos”) y caminaban por la calle gritándole a la gente. Era un juego de reivindicación y enfrentamiento que ellos llamaban wrecking (“demoliendo”), la idea era derribar los nervios de los conservadores: “Caminábamos por la calle esperando que la gente que, horrorizada, tenía que pasar cerca, llegara hasta mí. De repente, estirando mi brazos gritaba: ‘¡Ay cariño! su pito era taaan grande que todo lo que pude hacer con él fue alzármelo al hombro y eructarlo’”, recordaba Jayne County en una entrevista en 2005, y agregaba: “Otra era entrar en los baños de los hombres y pararme por detrás y con todos mis pulmones gritarle a mis amigos mientras los tipos estaban meando: ‘No la desaprovechemos chicos, no la desaprovechemos’. Una vez un tipo se asustó tanto que se agarró el pito con el cierre”.
Sin duda alguna, County había decidido destrozar estereotipos. Tenía que llegar al lugar donde podría explotar todo su potencial y locura. A fines de los ’60, con sus tacos pisaba Nueva York.
Hay momentos en el espacio-tiempo donde todos los que tienen que estar ahí, están ahí. Nueva York a fines de los ’60 era el centro de la vanguardia artística, con Andy Warhol y su clan de freaks a la cabeza, y un nuevo tipo de rock, urbano y clandestino, comenzaba a aparecer. En medio de un clima revolucionario, County participó de las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam, por la Liberación de la Mujer y como habitué del Stonewall Inn formó parte de los históricos disturbios de 1969. Nueva York era el lugar donde se podía ser un poco más libre: “Me fui de Atlanta porque estaba cansada de que se metieran conmigo. Los W.A.S.P. (norteamericanos, blancos y protestantes) podían saltar de sus coches en cualquier momento. Llevábamos siempre dos pares de zapatos: uno para andar y el otro para correr”, recuerda County.
En Nueva York, el joven Wayne se travestía todo el tiempo, pero todavía faltaba casi una década para que Jayne, la mujer en la que se convertiría, apareciera en la escena del rock. Comenzó su carrera como actriz en la Playhouse of the Ridiculous - New York’s Queer, de John Vaccaro, un grupo de teatro político de glam-punk-glitter, junto a Patti Smith y las drag-queens de Warhol: Penny Arcade, Candy Darling y Holly Woodlawn, todas ellas protagonistas del tema “Walk on the Wild Side” de Lou Reed.
Luego de aparecer en la obra Femme Fatale junto a Patti Smith, County fue convocado por Warhol para su propia producción teatral Pork, con la que se fue de gira a Londres. De regreso a Nueva York, Wayne cambiaba el rumbo de su carrera y formaba su primera banda. El punk estaba por nacer.
En la Nueva York de los ’70 sólo había dos lugares donde los grupos locales podían tocar: los ya legendarios CBGB y el Max’s Kansas City. Todas las bandas proto-punks, desde los Ramones hasta los New York Dolls, comenzaron sus carreras allí. En 1972, Wayne County estaba a la cabeza de Queen Elizabeth, su primer grupo, llamado así en homenaje a una drag de Atlanta que era modelo de ropa femenina y fueron la primera banda de punk-rock en tocar en el CBGB. Pero el crédito fue para Television, aunque tocaron cuatro meses después: “La misma mierda de siempre. Dale el crédito a los chicos blancos, estudiantes de arte y normales porque no podemos dejar que un transexual consiga todo el crédito por inaugurar nada. La palabra es transfobia”, declaraba Jayne a mediados de los ’90. Y a los prejuicios se enfrentaba siempre fiel al estilo County. En el libro Please Kill me (Por favor matame), de Legs McNeil y Gillian McCain, quedó inmortalizado el show en el cual el cantante de los Dictators, en primera fila, no paraba de gritar insistentemente: “Puto, puto”. Wayne, cual lazo de cowboy, le arrojó el micrófono y lo mandó al hospital.
David Bowie estaba maravillado con sus performances y en 1974 le propone a County trabajar con él. Con su nueva banda los Backstreet Boys, Wayne firmó un contrato con Mainman, la productora de Bowie, y ésta fue una negra jugada del Duque Blanco. Cerca de 200 mil dólares invirtió el sello para la realización del show Wayne at the Trucks (Wayne en los camiones) y todo el espectáculo fue filmado para una película que, gracias a David, nunca vio la luz. El concierto de los Backstreet Boys fue revolucionario: la banda a un costado mientras Wayne actuaba haciendo numerosos cambios de vestuario: de Mujer Maravilla, de enfermera o con zapatos con la punta en forma de penes. Y sobre todo sus canciones, que enloquecían a las tribus que asistían a sus conciertos: “Queenage Baby” (el verdadero himno fundacional del glitter) y el clásico del punk “If you don’t wanna Fuck me, Baby. Baby fuck-off” (“Si no querés cogerme, nene. Nene, andate a la mierda”). Temeroso de que la figura de Wayne lo hiciera parecer un bebé de pecho, Bowie hizo que la productora le impidiera grabar para cualquier otra compañía: “Tomó mi canción ‘Queenage Baby” y la convirtió en su canción ‘Rebel Rebel’ y a mi show lo transformó en su show Diamond Dogs. No pude grabar durante años porque me tenía atada con un contrato horrible. David estaba celoso de mí. Quería ser el Rey de los Freaks, siempre fue una rata”, declara Jayne County cada vez que tiene oportunidad y, lapidaria, agrega: “Además era realmente malo en la cama”.
Sin poder trabajar en EE.UU., Wayne County viaja a Londres en 1977 en pleno estallido del punk inglés y con su nueva banda, The Electric Chairs, fue un éxito contundente en la escena inglesa, mucho más teatral que la pretenciosa Nueva York: “En Londres, el acento estaba más en la diversión. Se trataba de joder al sistema pasándola bien. En Nueva York estaban demasiado preocupados con el arte y con hacer ver a la gente cuán inteligentes y artistas eran”, recuerda County. Es en esta época que conoce al genial Derek Jarman, que le ofrece el papel de Lounge Lizard en la película Jubilee. Rare Punk Movie (1978). Al año siguiente, de regreso en EE.UU., presentó su disco Things your Mother Never Told you (Cosas que tu mamá nunca te contó), cambió oficialmente su nombre a Jayne County y se presentó con su nueva identidad en un concierto en la noche de aquel Año Nuevo. En los ’80 continuó grabando y fue convocada por Rosa von Praunheim para protagonizar la película Ciudad de las almas perdidas. A mediados de los ’90, tras un par de discos como solista, escribió su autobiografía Man Enough to Be a Woman (Suficientemente hombre para ser mujer, 1995) y era la estrella favorita del Squeezebox, el legendario club trans de EE.UU. A este club también acudía John Cameron Mitchell, quien es acusado por County de robar su libro para escribir la comedia musical Hedwig & The Angry Inch, que más tarde se transformaría en la película producida por su archienemigo David Bowie: “Mitchell tomó fragmentos de mi libro y escribió el musical, que no es otra cosa que una versión distorsionada y vergonzosa de mi vida, y no me dio crédito, ni dinero. Bowie y Mitchell son dos ladrones patéticos que se merecen mutuamente”, afirma County con toda su artillería.
A los 63, Jayne County sigue pisando firme los escenarios. Numerosas recopilaciones de sus discos han aparecido en los últimos años y es figura obligada de los mejores documentales de la escena punk neoyorquina. Con su entusiasmo y sus tácticas “demoledoras”, ataca poniendo en primera línea su deseo de defender su integridad personal, sobre todo de los gays conservadores: “Hay una gran cantidad de gays conservadores que odian a las travestis y a la población trans en general”, dice. “Estos llamados ‘gays masculinos’ están tan inseguros de su propia masculinidad que tienen que atacar a la gente trans. Esto es una vergüenza para toda la comunidad gay.” Como la primera artista transgénero en el punk-rock, County siempre se plantó frente a los prejuicios sin pensar en las consecuencias. Desde su autobiografía deja un consejo más que útil para todxs: “Siempre luchen por sus sueños, no importa cuán loco la gente crea que están. Cada pulgada de los progresos en este mundo ha sido posible gracias a una persona ‘loca’, así que dejen a su mosca freaky volar”.
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