En algo estamos de acuerdo con la nota “Control de tránsito” aparecida en este suplemento el 22 de octubre: el Imperio Romano arrasó con cientos de culturas invadiendo, masacrando, violando, esclavizando (hoy en día lo llamaríamos delitos de lesa humanidad). También estamos de acuerdo en que el Estado italiano desde hace algunos años es un Estado filofascista (con aspiraciones de ser fascista 100 por ciento) y que su deseo es repetir la “hazaña” de su pasado invadiendo, masacrando y violando personas en nombre de la “lucha contra el terrorismo”. Pero es necesario aclarar unas cosas sobre la nota por falta de información del autor: en Italia, en estos paquetes de (in)seguridad diseñados por Estados Unidos existen dos leyes de la Privacy (sí, una ley italiana cuyo nombre es en inglés) por la que el Estado tiene derecho a controlar absolutamente todos tus movimientos... algo así como “Gran Hermanx” o, peor aún, 1984. Es decir que si uno compra un celular (no sólo en Roma) te registran todos los datos que cita el autor, si querés usar un locutorio te registran los datos, si querés usar Wifi gratis te registran los datos, hagas lo que hagas te registran; no es algo del círculoARCIgay. A su vez, siempre a causa de las leyes de la Privacy, si uno quiere entrar a una disco heterosexual también tiene que afiliarse, sea el círculo ARCI (la asociación cultural más grande de Italia y opositora al régimen filofascista de Berlusconi) o sea a alguno de los tantos círculos que existen (pagando en todos obviamente). No tengo interés en defender a ARCIgay porque no la conozco en profundidad, aunque sé que ha actuado rápidamente y ejercido una fuerte presión a las autoridades frente a casos de violencia homofóbica (no sabría decir si actúan igual de rápido ante la lesbo y transfobia...) pero, desde la tierra de Garibaldi y los partisanos, quería aclarar un poco el panorama que es más complejo (y más terrorífico) que el que se expresaba en la nota.

Manuel Emilio Lopez