LUX VA A DESTRAVARTE 2010
Más institucional, más organizado, pero por suerte tan destravado como en un principio, el festival que organiza Mosquito Sancineto brilló en los salones del gremio de porteros.
Germán, el remisero bombonazo pedido especialmente a la agencia, siempre tiene una canción para sorprenderme y esperó a que estuviéramos arriba del auto con la tía Pochola para poner play. Tomamos avenida Corrientes a las 7 de la tarde hasta Medrano, con “Zero” de los Yeah Yeah Yeahs a todo volumen. La calle se proyectaba en los anteojos de la tía, yo ya iba fumadx y ella, seguramente, había empinado la botella de whisky a escondidas en el living porque no es una alcohólica anónima, es una alcohólica en el closet. Cuando llegamos al Caras y Caretas, las plumas salían por las ventanas. Peligroso lugar eligieron para hacer el Destravarte 2010, pensé, mientras veía a los muchachos adolescentes que entraban y salían de los vestuarios para ir a la pileta climatizada del gremio Suterh. “Ese no es el baño”, me dijo una señorita que adivinó mis intenciones.
Mosquito Sancineto se paseaba revisando que todo estuviera en su lugar y lucía un raro peinado nuevo, muy al estilo magic-troll. Susy Shock entrevistaba a Malva en un escenario, recordando las peripecias juveniles de la octogenaria que rompe con el promedio de vida de las travas de estas latitudes. “Mirá tía, ella está por publicar un libro, y vos todavía no terminaste de leer el Pájaro Espino”, le recriminé. Antes de que me contestara una barbaridad, escuchamos las risotadas estruendosas de Vanessa Show, acompañada por una troupe de putos y travas legendarixs como la Oggi Junco, Gustavo Ros, Ana Lupes, La Solá y algunos fanáticos que se fotografiaban entre lentejuelas y canecalón. Las paredes estaban tapizadas de arte: pinturas de Elena Tabbita y de Peti Sui, fotografías de Sebastián Freire y Marina Acosta. “¿Esx es mujer o varón?”, preguntaba la Pochola, portadora de unos bigotes envidiables.
Territorial, la Show se encaramó en un sector de la platea, por lo que las otras travas tenían que hacer un rodeo si querían pasar cerca sin ser escrachadas: “¿Te olvidaste la letra?”, le preguntó a la Demetrio Arias. “Vos callate —a Martin Kent— que te hundo el Titanic.” “De acá me voy con un escribano —a Mosquito—, llevándome ese video divino que hicieron sobre mi carrera”; la diva no paraba de tirar titulares y amenazas; ni la Shock se salvó de recibir un abanicazo. Golpeada, Susy buscó consuelo en Julia Amore y se quedaron hasta la entrega de reconocimientos. El organizador, Mosquito Sancineto, revisaba que las fotos expuestas estuvieran en su lugar: la de Fernando Noy, un prócer del putismo estaba recién lustrada, muy cerca del busto de Evita, que rige el salón de recepción. No podía ser de otra manera.
Lohana Berkins y Norma Gilardi, en primera fila, festejaban los chistes de uno de los transformistas más célebres de la noche porteña como Guillermo Gil, se admiraron del magnífico cuerpo de Alejandra Deroux y aplaudieron a rabiar los discursos, sobre todo cuando Vanessa Show recordó los vejámenes policiales que sufrió y que ahora ve, desde su olimpo travesti, cómo “los canas se casan entre ellos”.
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