Vie 17.12.2010
soy

Otra vuelta de Umpi

Prosa poética o unos cuentitos “poetizados”, en La vueltita ridícula de Dani Umpi un acontecimiento trivial dispara una seguidilla de sensaciones e interpretaciones en clave pop.

› Por Federico Sierra

El disparador puede ser un buzo de Zara, el libro de Tom of Finland, esa canción de Celeste Carballo o un artículo que leyó tu amiga en la revista Paula. La vueltita ridícula compila 32 poemas de Umpi entre inéditos y otros ya publicados hace algunos años en ese fanzine de poesía titulado Cuestión de Tamaño. El poema homónimo rezaba: “Está completamente repleto de músculos / muchos me tendrían envidia / todo en él es grande y canchero / la gente voluminosa por lo general es buena / y siempre tiene razón porque nunca dice nada complicado”.

La vueltita ridícula muestra al autor a un nivel de mayor intimidad: si existe un sujeto detrás del personaje, está en esas líneas. La que allí habla es la voz de Umpiérrez sin más intermediarios que sus propios artilugios mentales: un compilado de notas sobre amigos, amantes, parejas o levantes. Poesía fechada al pie como borradores sueltos en archivos de Word. “Yo no sé qué valor literario pueden tener, pero para mí el libro tiene un valor de registro: cada poema tiene fecha y los voy juntando.”

¿Por qué ese título?

—Es una frase de Gustavo Verdesio, que es un amigo profesor en la Universidad de Michigan que siempre habla del Uruguay y de mí. Es una persona muy graciosa y en una época me decía siempre: “Ah, estás en la vueltita ridícula”. Desde allá, él tiene una visión: que donde yo me muevo no es centro de nada. Siempre me lo dice en tono cariñoso, claro.

¿Los personajes realmente existieron? El musculoso, el que se robó el suéter...

—Es que es una mezcla, algunas cosas sucedieron y otras no, pero este libro es lo más cercano a mi vida, digamos, porque yo siempre escribo ficción y en este libro está muy mezclado todo.

¿Sos muy enamoradizo? Los poemas parecen más bien metejones, proyecciones que hacés con los chicos que conocés.

—No, no soy tan enamoradizo; hace algunos años que estoy en pareja conviviendo, pero antes de conocerlo siempre fui muy cualquiera. Incluso me boicoteé bastante como para no tener novio. En verdad, el libro está lleno de fantasías mías. En realidad no son enamoramientos, más bien son maneras que encuentro para no enamorarme, algo infantil en mí.

Entre la primera publicación independiente de Cuestión de Tamaño y esta edición a través de Vestales, parece que has logrado entrar a un circuito editorial más masivo, como si te leyera un público más amplio.

—Yo vivo una experiencia doble: en la Argentina tengo mi propio sello, Ediciones Dani, donde reedité Miss Tacuarembó y con el que voy a sacar mi próxima novela. Y en Uruguay publico por Planeta Uruguay. Entonces tengo las dos cosas: una editorial independiente y una editorial grande con mucha llegada. Pero yo nunca pude ser independiente antes, porque en verdad nunca tuve plata para publicarme.

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