SOY POSITIVO
› Por Pablo Pérez
L iba por el segundo whisky y fumaba un caño mientras miraba a sus amigos enfiestados. Ahora V le chupaba la pija a La Masa mientras La Loba se la cogía. L, perplejo, sentado en una silla, no entendía cómo La Loba, siendo seropositiva, podía cogerse a V sin forro y sin que nadie se opusiera. “Vení, acercate, no seas tímido”, dijo V y volvió a su tarea: por más que chupaba y chupaba, no lograba que la pija de su marido se pusiera dura, mientras que en la garganta se le agolpaba un gemido por cada embestida de La Loba. “Disculpen —dijo L—, estoy cansado. Preferiría mirar. ¿Les molesta?” “¡Déjate de joder! —dijo LM.” “¡Dejalo tranquilo, si tiene ganas ya va a venir! —intermedió La Loba sin dejar de entrar y salir de V. L no estaba excitado; al contrario, el porro lo había puesto paranoico. ¿Había caído en una trampa? ¿Lo único que les importaba era su pija? Seguramente La Masa, desde que se acercó a él en el baño del laburo, lo único que quería era eso, una pija más para su mujer insaciable. ¡Y él que pensaba haber encontrado verdaderos amigos!... Tal vez ellos entendieran la amistad así, no tenían mala onda; tal vez fuera él el boludo prejuicioso. L seguía dándose manija mientras el pistón de La Loba entraba, la pija de La Masa nunca terminó de pararse.
La Loba se acercó a L con la pija todavía húmeda y latiendo, se ubicó detrás de su silla y empezó a masajearlo. “Estas muy tenso, L. ¿No te gustó nuestro trencito?”, le dijo. V se puso ante L de rodillas y quiso abrirle la bragueta, quería seguir... “¡Pará, pará!”, gritó L y salió enfurecido. La Masa lo siguió, “¿Qué te pasa, macho?”, preguntó. “Es que no los entiendo —contestó L con la voz entrecortada—. Primero, la situación: vos y tu hermana enfiestados con tu mujer, ¡y encima La Loba sin forro!” “¿Qué problema hay?, es un tema nuestro.” “Sí, un tema nuestro, porque me querías meter en el medio a mí. ¡Tu hermana me contó que era seropositiva!” “Ahh, era eso... mi hermana siempre dice que es seropositiva, ¡pero es mentira!, ¡jajá!” “¡No me parece gracioso! —gritó ofuscado L—. Si sabés que también soy positivo y que acabo de enterarme...” “¡Bueno, macho, no te pongas así! Pensábamos que un buen polvo te iba a venir bien...” “¡Y a mí qué mierda me importa lo que pensaron ustedes! ¡Nadie me preguntó lo que pensaba yo! Lo que pasa acá —siguió L— es que vos sos un impotente, o capaz no se te para porque necesitás una pija en el orto.” Los músculos de La Masa, rabioso, a punto de explotar; agarró del cuello a L, que tiraba manotazos para zafarse. V y La Loba fueron a separarlos, pero parecía imposible, hasta que L le metió un rodillazo en los huevos y La Masa cayó al pasto del dolor. L se le abalanzó y le metió varias piñas en el estómago. Otra vez los dos cuerpo a cuerpo; L arriba, dominando, sintiendo cómo la pija de La Masa se ponía cada vez más dura.
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