FOTOGRAFIA
Entre 1999 y 2001, Oriana Eliçabe fotografió a diez familias de madres lesbianas de tres países distintos. Diez años después, el proyecto volvió a tomar fuerza para registrar tanto los cambios que impone la vida cotidiana como los que propone la protección legal que estas familias tienen ahora en algunos países.
”La familia es un grupo pequeño de personas que están muy bien entre ellas y que su relación no por fuerza ha de ser de sangre. Digamos que no por fuerza ha de ser una madre, un padre y un hijo. La familia es un grupo de personas que conviven juntos, que son felices y se quieren los unos a los otros”, comenta Inés. Inés tiene 18 años, es holandesa, hija de Dalien y Joke, y hermana de Félix. Sus madres están casadas y llevan más de 20 años juntas. A Inés la concibieron por inseminación artificial. El donante de esperma fue Martin, un amigo heterosexual, casado y con dos hijos. En cambio Félix, su hermano, fue concebido a través de un banco de esperma por un donante no conocido. Dalien quería ser madre biológica pero una operación se lo impidió. Entre las dos decidieron que querían ser madres y es por eso que Joke accedió a inseminarse artificialmente. Dalien ha adoptado a los niños para también poder tener derechos sobre ellos. Joke es enfermera, aficionada a la pintura y a la música. Dalien es homeópata.
Actualmente viven en Banyoles, Cataluña, y son una de las diez familias que forman parte del proyecto fotográfico denominado Madres Lesbianas realizado por Oriana Eliçabe entre 1999-2001.
Oriana es argentina y vive actualmente en Barcelona. “Empecé con una familia aquí en Barcelona, desarrollé el proyecto teórico y se lo mandé a diferentes organizaciones GLTB para que se lo enviaran a sus suscriptoras, porque hace diez años el uso de Internet no era el mismo que ahora”. De esas respuestas hizo una selección de diez familias distribuidas en Holanda, España y Estados Unidos que le revelaron “la valentía que tienen esas mujeres; las ganas y el hecho de ser madres es muy consciente, como lo es también el hecho de crear esas otras familias”.
Muchas cosas cambiaron en diez años. La protección legal de estas familias en España, por ejemplo, ahora es un hecho. ¿Qué hacer entonces? Seguir adelante, asumiendo las diferencias, dialogando esta vez con los desencuentros y con las historias, felices o no, como sucede en la vida cotidiana. Esta vez el registro estaría dado a través del video también. Así comenzó la segunda parte del proyecto, denominado Familiarizarse (un nombre que juega con el término familia y con el hecho de adentrarse al terreno de lo común y de lo habitual).
Jess y Deb, por ejemplo, se registraron como pareja de hecho en el año 1997. Siete días antes de ser madres a Jess le realizaron un transplante de hígado por el que esperó cinco años, de modo que la llegada de Mateo fue como un segundo nacimiento para esta familia. Oriana registró el parto. “Recuerdo el momento del nacimiento, tres generaciones de mujeres esperando al bebé en la sala de parto. Las dos madres, la madre y la abuela de Deb, y la hermana de Jess. Las dos abuelas y yo con cámara en mano. Fue muy intensa la experiencia, algo que no podré nunca olvidar.” En el año 2008 Jess murió de cáncer. “En mi cabeza, Mateo había quedado como un bebé recién nacido y ahora es un niño de 10 años. Su madre se ha vuelto a casar pero con un hombre. El recuerdo que él tiene de su madre es permanente y siempre está hablando de ella. Yo le mostré las fotos de su nacimiento y cuando le pregunté qué deseo quisiera que se cumpla él me respondió: que Jess estuviera viva, y esta me parece la respuesta más sincera para la gente que tiene dudas sobre qué pasa con la madre no biológica o qué lugar cumple para un hijo. Con esta simple respuesta aquí se ve que no es una cuestión de estructura, es una cuestión de respeto y amor mutuo que son las bases que ellas plantean para una familia.”
Jane y Joan se conocieron cuando Jane estaba embarazada de su primer niño y ya llevan más de 18 años juntas. El donante de esperma fue Irwin, un viejo amigo homosexual. Jane lo escogió porque sabía que sería un buen padre. Los niños, Ezra y Rosie, llaman mom (mamá en inglés) a su madre biológica, ima (madre en hebreo) a Joan, dad (papá) a su padre biológico y uncle (tío) John a la pareja de Irwin. Todos ellos son de religión judía. Los ocho abuelos de los niños son amigos entre sí y suelen salir de vacaciones juntos. Cuando Oriana los conoció, Ezra era apenas un niño de ocho años. Ahora está estudiando ingeniería en la universidad en Boston donde vive desde que comenzó el ciclo lectivo. Oriana viajó hasta allí para entrevistarlo. “En lo personal, con este proyecto y a través del encuentro con los niños-adolescentes, me sucedió que en cierta forma fue ver la posibilidad tangible de que otro tipo de familia que no sea la familia convencional es posible y que hay una situación que hace a los niños más abiertos y más flexibles que aunque pasan por instancias difíciles, les da herramientas para una mayor apertura en todo sentido”, argumenta Oriana. l
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