Viernes, 28 de enero de 2011 | Hoy
TV
Same Sex America, el documental que registra los primeros pasos de un camino todavía sin final feliz en Estados Unidos con relación al matrimonio de parejas del mismo sexo, tiene pantalla en I.Sat.
Por Diego Trerotola
Casi obligada por su pareja, una lesbiana acepta ir a una manicura para hacerse las manos antes de su boda. “Siento que estoy en una obra de teatro de Broadway”, dice, incrédula ante ese ritual de belleza como ante su presente en la víspera de un matrimonio que realmente parece de ficción, de comedia musical, con un final feliz casi inverosímil. Ella es una de las protagonistas del documental Same Sex America, que a modo de reality sigue la tensión que comenzó a fines de 2003, cuando la Corte Suprema del estado de Massachusetts decidió considerar que era ilegal negarles el derecho al matrimonio a las parejas homosexuales porque contribuía a la discriminación sexual. Lo que implicaría que, si la ley prosperaba, Massachusetts sería el pionero de EE.UU. en reconocer el matrimonio igualitario. Un logro considerable siendo que Bush, por esos días, ladraba sin bozal en casi todos los canales de la TV estadounidense. En ese mismo momento, por y para otro canal, Henry Corra comenzó a registrar la vida de siete parejas de lesbianas y gays que estaban decididas a casarse a partir de la nueva posibilidad de adquirir derechos civiles en el cambio de paradigma del matrimonio, donde la letra de la ley ya no se limitaría a concebir la pareja solamente como hombre y mujer sino como “cónyuge 1 y cónyuge 2”. Los mismos derechos para cualquier nombre, para cualquier género. Y si dos ya son multitud, las catorce personas rumbo al altar que son documentadas por Corra en Same Sex America son un gentío más que diverso. “Primero que nada, nunca pensé que sería lesbiana. Estuve casada por 23 años y tuve tres hijos maravillosos y tres nietas. Así que no salí del closet hasta los 45”, le dice a la cámara una de las lesbianas protagonistas mientras pasea el perro con su pareja, contando en dos oraciones toda su biografía, un camino que la llevó hasta ese momento donde al volver la vista atrás nos damos cuenta de un largo circuito de cambios, que somos lo que somos porque sólo se trata de vivir. Y de dejar vivir, aunque la política de EE.UU. y el movimiento religioso conservador se empeñen en imponer un modelo de vida, por mera costumbre o por la noción bíblica de Adán y Eva como forma única y “correcta” de relación amorosa y sexual. A ese Antiguo Testamento el documental muestra las nuevas familias de los tiempos modernos: gays y lesbianas con hijos naturales y/o adoptivos, parejas interraciales, de distintas edades, recientes y longevas. Y también hay una activista lesbiana soltera, Lea Ray, que sueña con casarse y por eso asiste a la multitudinaria marcha en el Palacio Legislativo de Massachusetts, donde encuentra a su madre y a su padre entre fanáticos religiosos gritando en contra de lo que ella desea, pero que igual los saluda, para luego ir con los del bando de la diversidad donde pertenece, su verdadera familia, aunque eso le cueste una lágrima, de las amargas, esas que hay que tragar para seguir adelante. Y Same Sex America retrata el instante preciso, ese 17 de mayo de 2004, cuando las primeras parejas, vitoreadas y repudiadas en partes iguales por una multitud, suben las escalinatas del Palacio Legislativo para sellar el matrimonio igualitario en EE.UU. Una pareja gay exhibía un cartel que aclaraba que llevaban 49 años juntos, revelando casi medio siglo, casi una vida, de espera de justicia. Robin, una de las madres lesbianas protagonistas, al ver a esa pareja que conmovió a toda una Nación que la mira por TV, le comenta a su pareja: “No me conmueve, me enfurece que hayan estado juntos 49 años y hayan tenido que aguantar esta mierda”. Es que, a pesar del festejo, los carteles de organizaciones antidiversidad tiraban mierda, aunque a ellos se oponía uno que simplemente proponía “Mass Love”, juego de palabras del amor abreviado por Massachusetts, y una propuesta de amor masivo, reescritura reformista del Free Love anarco del siglo XIX. Sin embargo, más allá de cualquier mierda, la felicidad del triunfo de lo diverso, de ese momento donde se concreta el primer casamiento masivo en EE.UU., es algo que subsiste, que se impone en Same Sex America, y que hace recordar, como un flashback local, nuestra ley nacional, nuestro momento de éxtasis de 2010, cuando la Argentina se puso la camiseta del 10º país en reconocer el derecho igualitario a todas las parejas.
Entre tantas palabras multiplicadas en consignas, el documental les guarda un lugar destacado a la voz de hijos e hijas de parejas de gays y lesbianas, niñxs educadxs en la diversidad, que desarrollan sus propias ideas y deseos sobre las familias. En esos futuros ciertos, en esas vidas que apenas rozan la década de existencia y que son los testimonios más directos hacia otras realidades, se juega la verdad. Porque en ese plural, en ese coro infantil, se compone la melodía que mejor desarma el discurso disciplinario, la triste cantinela que postula un solo tono. Porque como la andrógina Judy Garland de El mago de Oz, frente al movimiento sísmico de la realidad, esxs hijxs creen que la mejor manera de trascender es cantar y volar sobre el arco iris.
Same Sex America se exhibirá por I.Sat
el domingo 6 de febrero a las 14.
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