› Por R. T.
“A todos los fieles amigos de Charles Nolan y todos sus seguidores, es con gran tristeza que compartimos esta mala noticia con ustedes. Charles falleció el domingo en la mañana, con la misma paz, dignidad y estilo con los que vivió cada día de su vida. Por favor, únete a nosotros en afecto a la celebración de la extraordinaria vida que Charles llevó. En lugar de flores, la familia prefiere donaciones para organizaciones sin ánimo de lucro, en especial aquellas que asisten a mujeres en alto riesgo de cáncer de mama.” Firma: Andrew Tobias, en el blog que a modo de bitácora acompaña al sitio on line desde la tienda insignia en Nueva York, en el 30 de la calle Gansevoot.
Tras dos años de enfermedad, fallecía el pasado 31 de enero este neoyorquino puro, nacido en 1957, que desde chico mostró habilidades para la moda; uno de los menos mediáticos, pero más influyentes de la Gran Manzana. Graduado en Fashion Institute of Technology, fue aprendiz en los talleres de Bill Blass y Christian Dior. Se unió a la productora de línea casual femenina Ellen Tracy en 1990, convirtiéndose en su jefe de diseño, donde revelaría su mirada económica y comercial que haría de la marca un líder de ventas en su segmento entre ’95 y ’01, año este último en el que se retira para aceptar dirigir Anne Klein –la marca casi moría en la quiebra luego de la muerte de su creadora y el paso de Donna Karan–, con el compromiso de rejuvenecerla, gesto que él sabría recompensar batiendo el record de ventas de más de U$S 160 millones anuales en cuestión de tres años.
Nolan fue conocido por su estilo “apropiado” para ejecutivas y mujeres ricas con cargos corporativos, políticas o de mujeres de políticos. Tipper Gore era un fan. Demócrata, su compromiso con lo políticamente correcto fue más allá de la sastrería: en 2003 renunció a su trabajo como diseñador jefe de A.K. para concentrarse en el voluntariado activista en la campaña presidencial de Howard Dean. Andrew Tobias, su compañero desde hace 16 años –una máquina de escribir best-sellers–, estudió el éxito en la biografía del fundador de Revlon, sobre los banqueros en el sector de los seguros y una guía de inversión que resultó una biblia ante la crisis, que ya fue traducida al chino. Pero es The Best Little Boy in the Word, sobre el crecer de un chico gay, el que no deja de imprimirse desde el ’73.
Ambos escribían con frecuencia y sin discriminar tanto para revistas de política como fashion. “Tenemos amigos republicanos, pero desde el ’99 he sido tesorero del Comité Nacional Demócrata”, afirma Tobias en su biográfico blog.
La pareja era reconocida como miembros gays integrados de la reducida elite de la sociedad demócrata de NY que ahora veranea en Fire Island, un paraíso retirado de Long Island antes reservado a la comunidad gay. Como en la playa, en la tienda convivían, junto con su activismo, la colección de trajes de fiesta y tailleurs, joyas, carteras, zapatos, objetos vintage, artículos para el hogar y desde hace algunos años una pequeña sala reservada a presentar a sus artistas favoritos. Su última invitada fue Gold, “un talento que desde temas tradicionales tribales de bosques y animales logra reinterpretar Nueva York a partir del uso de texturas llamativas y de patrones simples de puntos, líneas y curvas”, afirmó Nolan, quien pronto lo asoció con su propio estilo que él definía como “muy práctico, sin ínfulas de creador”.
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