TEATRO
Se reestrenó Marejada, una obra adolescente donde los murmullos se vuelven gritos.
› Por Leandro Ibáñez
Vivimos muchos amores, pero ninguno como el primero. Ese primer amor que nos revela quiénes somos, que recordamos durante toda la vida, único e irrepetible. Un punto de clivaje entre la niñez y la adultez, ese amor que cuando termina lo vivimos como tragedia griega, pero que luego, a la distancia, lo perpetuamos con ternura y olores a primaveras.
Javier, protagonista de Marejada, comienza a romper el lazo hijo-madre para empezar a transitar el camino de la adultez y la sexualidad. Abandona los brazos de mamá, rompe el cordón y va en busca de otros brazos que lo protejan y lo cuiden. El protagonista relata su historia, y con pausas de video intercepta al espectador y lo hace el interlocutor de su narración.
Escrita y dirigida por Diego Beares, Marejada es una historia pequeña, con la que el público que oscila entre los veintilargos y los treintipocos puede sentirse reflejado. En un tiempo previo a las redes sociales tal como las conocemos hoy, donde el fotolog era una manera de contacto moderna y dinámica. Un etapa de la adolescencia donde tomar alcohol nos hace sentir grandes y valientes, y así enfrentar aquello que tanto cuesta.
Un decorado sencillo en el reducido espacio escénico traslada al espectador a la casa de playa donde todo sucede. La ausencia completa de musicalización durante el transcurso de la obra y la iluminación que acompaña el desarrollo de la historia y marca los dos ambientes por los que los personajes se mueven, resuelven un clima de intimidad y secreto.
Revelación la de Patricio Ramos, en la piel de Javier, por su interpretación de adolescente tímido e introvertido. Mantiene la voz baja, por momentos inaudible, hasta que se vuelve segura y firme, con la que enfrenta a la autoridad y se hace escuchar.
La atmósfera que procura el guión se encuentra cargada de calmados silencios incómodos que anteceden a la tormenta. Como un episodio de novela teen, de cincuenta minutos de duración, con el típico comportamiento púber lleno de confusión, incordio y torpeza, Marejada nos remite a la pérdida de la inocencia, al recuerdo dulce y melancólico del primer amor. “...Me guardo tu recuerdo como el mejor secreto, qué dulce fue tenerte dentro...”, abre y cierra Bebe en la cortina musical.
Marejada. Funciones viernes 23.30. Teatro El Piccolino Fitz Roy 2056
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