Mientras sigue el debate por la ley “Don’t ask, Don’t tell”, una agrupación de militares Glttbi edita la primera revista dedicada a las minorías en actividad.
› Por Ignacio D’Amore
La realidad parece sugerir que una de las más extremas formas del patriotismo se llama milicia. Y en patriotismo, a los yanquis pocos les ganan. Menos mal que la colimba en EE.UU. es optativa. Travas y trans patrixs haciendo sentadillas en series de cuatro mil; lesbianitas chochas con su primer ambo de rip stop camuflado; trolos plegando con meticulosidad la bandera de cincuenta estrellas bajo el sol que recalienta Texas... Nada de eso. Tradicionalmente opuesta a lo distinto a la norma (cristiana), la Armada no tolera la diversidad sexual en ninguna de sus variantes. Aquella fantasía del vestuario de soldados puede terminar con una baja del batallón y el cráneo partido. O una lobotomía, como ocurría a mediados del siglo XX con muchos gays “deschavados” por sus compañeros.
Así transcurrieron los años hasta que, en 1992, el crimen del marinero Allen R. Schindler en manos de dos integrantes de su compañía obligó al gobierno de Clinton a plantear, un año más tarde, una reforma al código de conducta de las FF.AA. norteamericanas. Se tapó el problema verdadero con una ley hipócrita: la denominada “Don’t ask, Don’t tell” (“No preguntes, No comentes”). En pocas palabras, lo que la ley indica es que ninguna persona abiertamente Glttbi puede formar parte de las FF.AA., así como tampoco admite que los miembros de mayor rango investiguen a integrantes que no presenten conductas “sospechosas”. Es decir, si querés ser soldadx, no podés salir del closet y tenés que disimular (¿?). Parate bien derechitx, bien peinaditx, poné cara de hétero y lustrate los borcegos como si fueran tus mejores zapatos de baile. Y aunque la ley DADT también condene la persecución y los acosos, la vida diaria en los batallones es muy otra, con denuncias de golpizas, abuso y los etcéteras imaginables. Lo terrible es que, frente a un caso de violencia, la persona damnificada puede denunciarlo, pero a veces prefiere no hacerlo debido al peligro de ser indagadx y separadx de su cargo.
Veterano de la guerra de Irak, Daniel Choi se ha convertido en el caso más conocido de la lucha contra la ley DADT. Fue separado de las fuerzas después de haber salido del closet de manera pública, y emprendió una de las campañas anti-DADT de mayor visibilidad durante los últimos dos años. “Es crítico dar a conocer a la comunidad varios asuntos. Los veteranos de guerra, gays o heterosexuales, soportan grandes cargas, similares a las que llevan los activistas (...). Las fallas del lobby a nivel gubernamental y nacional conllevan consecuencias de alcance mucho mayor que las carreras o reputaciones de los líderes corporativos, oficiales electos, lobbystas poderosos o elites políticas. Arruinan vidas.” Esto expresaba Choi en un comunicado luego de un colapso nervioso en diciembre de 2010, momento álgido en la pelea por el veto de la DADT en el que el gobierno de Obama dio fin a la misma en los papeles, pero no en la práctica. Para ello, aún se aguarda la aprobación de varios jefes de las fuerzas, que en principio se han manifestado de acuerdo con los objetivos de la ley, pero que prefieren llevar a cabo una serie de estudios y sondeos “preventivos” para evaluar si la población militar se encuentra en condiciones de asimilar el cambio de política sin perder la alta moral, las buenas costumbres y el apetito.
Hace días nomás, el sitio web OutServe dio a conocer la primera revista de circulación masiva dedicada al público militar de minorías sexuales. Nacida como un modo de conectar a miembros activos (y de los otros) de las fuerzas, la página cuenta con miles de usuarixs y promete distribuir la versión impresa de la publicación en numerosas bases del territorio norteamericano. En su primer número, por supuesto, se hace hincapié en la lucha contra la famosa legislación DADT y se habla del caso trágico de Schindler, puntapié del cambio que hoy parece estar produciéndose al fin. Uno de sus co-directores, bajo el apodo de JD Smith, dice que el principal objetivo es “permitir que todos los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales miembrxs de las FF.AA. en servicio sepan que no están solxs (...), que son miembros de la milicia capaces y que prestan servicio con honor, y que aceptarlo y avanzar fortalecerá nuestra milicia”. Por increíble que parezca a los ojos de este periodista, todavía existen personas que desean aprender a gatillar una bazooka o trazar planes de ataque que no sean los del T.E.G. Impensable, lejano, pero posible para muchxs.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux