SOY POSITIVO
› Por Pablo Pérez
Desde hace dos semanas tengo las recetas que debo llevar a la obra social para comenzar con el nuevo cóctel efavirenz-truvada. Todavía no fui a la obra social, un poco por falta de tiempo, pero también por miedo. En estos casos siempre tengo en cuenta las experiencias de mis amigos. Por un lado me animan las palabras de M, que toma el mismo cóctel que me indicó mi médico y le da excelentes resultados; también está G, que toma efavirenz desde hace años y lo tolera muy bien. Pero hace tres días comenzó una inquietante seguidilla de mensajes de mi amigo parisino LS: “Tomo truvada e isentress desde hace cuatro días. Es muy raro, cambio de vida, sueños extraños. El isentress es como los hongos, efecto de droga y después el bajón hasta la nueva toma. Me convertí en un laboratorio putativo, vigilado, controlado; tengo que medicarme, estoy viejo y vivo sin tratamiento desde hace 25 años con el virus. Ahora, todo el mundo bajo triterapia a 1500 euros por mes; voy a ver si me siento mejor en unas semanas, por el momento mi vida cambia, creo que estoy cada vez más boludo, digo cualquier cosa y deliro mucho”. El mensaje me sorprendió: parecía, en efecto, escrito bajo el efecto de alguna droga. Siempre tuve a LS como ejemplo de persona que podía vivir saludablemente sin tomar medicamentos. No lograba entender qué había cambiado: ¿lo empezaban a medicar porque estaba viejo? En un mensaje siguiente, LS me explicó que, hasta hacía muy poco, el criterio en Francia era comenzar con la triterapia cuando la carga viral era superior a 6000, que su carga viral había estado siempre por debajo de esa cifra y ahora había subido a 40.000. De todas maneras, el criterio cambió y ahora se indica la triterapia a todos los seropositivos. “¿Para erradicar el virus?”, se pregunta LS. Los mensajes se suceden vertiginosamente, LS cada vez más ansioso y angustiado. ¿Serán éstos los efectos secundarios de sus medicamentos? “No soporto la medicación y dejo de tomarla mañana, me siento demasiado mal desde hace una semana con este cóctel que, según un segundo médico al que consulté, es el Rolls-Royce de las triterapias.” Al día siguiente: “Mi médico me caga a pedos, me dice que no es la triterapia sino una gastritis. ¡Que se los tome él los medicamentos! Quiere probar con otros, pero después de esta experiencia no estoy listo para intentarlo. Esperaré los resultados de la carga viral y CD4. Tal vez sea yo el que está bloqueado, la idea de un tratamiento de por vida me hincha las bolas; ya sé que salvó a muchos, pero también debería yo mismo admitir que estoy enfermo y con 550 CD4 calculo que todavía puedo resistir. Mañana vuelvo al hospital”. ¡Tiemblen los médicos parisinos! Me imagino los embates de mi querido amigo que, como se habrán dado cuenta, tiene un carácter bravísimo. Mientras tanto yo sigo con mis recetas, ahí esperando.
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