A LA VISTA
A partir de un convenio entre el Ministerio de Trabajo y el Inadi para la inclusión en el mercado laboral de personas lgbt, un empresario ofreció seis puestos para travestis. Dos de las contratadas cuentan cómo imaginan que cambiará su vida a partir de su primer trabajo formal.
› Por Diana Sacayán
Los altos niveles de exclusión y deserción escolar de la población trans repercuten, desde luego, en las posibilidades de ingresar al mercado laboral. El Estado está en deuda con esta población. Aun así, existen algunos antecedentes como la primera cooperativa Travesti Textil Nadia Echazú, la cooperativa Amazonas del Oeste y la cooperativa Sylvia Rivera, que han sido generadas por iniciativa de las propias organizaciones Alitt –Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual– y MAL –Mo-vimiento Antidiscriminatorio de Liberación– con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de Trabajo y el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), entre otras. Estas experiencias se han convertido en escuela de labores para que las personas puedan insertarse en otras empresas del medio con competitividad. Pero no dejan de ser experiencias aisladas, en algunos casos con enormes dificultades para funcionar.
La propuesta del empresario Oscar Cribari también es una iniciativa aislada, la primera desde el ámbito privado, que convoca directamente a personas trans para integrarlas a su fuerza de trabajo. Pero en tanto primera, se puede imaginar con el paso necesario para continuar una larga marcha. Cribari es dueño de una empresa de carbón vegetal con sede en Santiago del Estero y la provincia de Buenos Aires, Sachamanta, que, alentado por el convenio firmado entre el Inadi y el Ministerio de Trabajo, ofreció seis puestos que ya se han cubierto.
Unas de las personas contratadas es Noelia Luna, dirigente de la Asociación Civil Miser. Ella estará a cargo de la coordinación de venta del carbón vegetal en los supermercados.
–Siempre me dediqué al cuidado de la casa, me ocupé del cuidado de mis hijos y una parte del tiempo la dediqué a la religión de la que soy parte, afroumbanda.
–Antes, cuando estaba en pareja me sostenía económicamente él, pero hace dos años que me separé y estoy haciendo malabares para poder mantener a mis tres hijos y poder hacer un control más estricto en los gastos. Busqué trabajo, presente currículum, me llamaban y cuando me presentaba se desvanecía la posibilidad, nunca he tenido un trabajo formal. A pesar de que tengo un título de técnica contable nunca pude ejercer mi profesión. La expectativa ahora es inmensa, sobre todo por el rol que tengo que cumplir, que es coordinar el grupo de chicas que serán parte del staff de ventas.
–Capacitar a las chicas, en primer lugar. Después, distribuir las zonas y los supermercados para cada vendedora, de acuerdo con el municipio donde viven. Además voy hacer de base en Quilmes para estar comunicada constantemente con las compañeras.
–Hace ocho años que llegué a Buenos Aires desde Jujuy. Tenía 23 años, me quedaba medio año para recibirme de técnica dental, también hice tecnicatura en turismo, pero mis estudios no me han servido para ingresar a ningún trabajo. Una vez un chico con el que estaba saliendo me recomendó para trabajar de ayudante de cocina, pero la condición era vestir con ropas masculinas. Lo soporté lo más que pude, que fue un año y después de eso regresé a la zona de Palermo.
–Sí, tengo la gran esperanza de que esto cambie, de poder insertarme en la sociedad de otra manera. Ojalá que otras chicas más se puedan sumar porque la calle está muy fea.
El debate que ya comenzó en el Congreso –hasta ahora en comisiones– en torno a la Ley de Identidad de Género deja también en claro que con la ley sola no alcanza. Se necesitan políticas públicas de inserción al mercado laboral para una población sistemáticamente discriminada. Esta urgencia motivó no sólo un convenio entre el Inadi y el Ministerio de Trabajo, también la jornada que se realizó esta semana: Travestis, transexuales y transgéneros, Economía social y acceso al empleo por el derecho a una identidad de género plena con trabajo digno. Y si algo concreto resultó de estas iniciativas fueron estos seis puestos de trabajo en la empresa Sachamanta que Oscar Cribaldi, el responsable, cree que pueden multiplicarse.
–Necesitamos darle un sentido social también a la empresa, por eso la idea de armar un equipo conformado por personas travestis. Para poder llegar a las organizaciones le pedimos a Pedro Mouratian, interventor del Inadi, que nos gestione una reunión con las organizaciones de travestis para hacer una preselección y la propuesta se tomó con mucho entusiasmo. Inmediatamente comenzamos a buscar los perfiles, porque no se trata de regalar nada, las personas contratadas deberán cumplir su trabajo, como cualquier otro empleado. Tampoco recurriremos a ninguna compensación o reducción de impuesto, ni a nada que se le parezca. Preferimos que así sea para que nadie diga que lo hacemos porque nos subsidian parte de los sueldos.
–Desde luego que sí y además eso también es parte de la idea, porque nosotros solos no vamos a resolver los problemas de discriminación que sufre este colectivo, solo estaremos haciendo un pequeño aporte para mejorar la calidad de vida de un grupo reducido. La idea es que muchos más empresarios puedan copiar esta iniciativa.
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